¿Un topo de Corea del Norte en el Senado francés?
Los servicios de inteligencia detienen a un funcionario francés sospechoso de espiar para el régimen de Kim Jong-un
¿Había un topo de Corea del Norte en el Senado francés? Y si es así, ¿cuál era su función? ¿Cuánto daño ha podido hacer? Las preguntas se acumulan desde que se conoció que, en la noche del domingo, el servicio de inteligencia interior de Francia, el DGSI, ordenó la detención de un funcionario del Senado galo. Las dudas son aún mayores en cuanto dicho empleado, Benoît Quennedey, ocupa un puesto en apariencia inocuo: es el “administrador principal de la dirección de Arquitectura, Patrimonio y Jardines”. No tiene acceso a información sensible como cuestiones de defensa. Sus amigos y familiares niegan enfáticamente que se trate de un espía. Aun así, detrás de la imagen de funcionario gris se esconde un personaje intrigante.
A pesar de que su apellido guarda enorme semejanza con el de uno de los presidentes estadounidenses clave de la Guerra Fría, John F. Kennedy, las filiaciones de Quennedey están más bien del otro lado del antiguo telón de acero. El funcionario es un admirador declarado del régimen de Corea del Norte, país que dice haber visitado siete veces desde 2005 y sobre el que ha escrito varios libros. También preside el Comité de Amistad Franco-Coreano y ha defendido públicamente, incluso en platós de televisión como los de Russia Today o France 24, las virtudes de la vida y la economía norcoreanas. “Pero no es un bolchevique con el cuchillo entre los dientes”, subraya Dominique Mazuet, dueño de la librería parisina Tropiques, que se ha convertido en el bastión de su defensa.
Los cargos son graves. Quennedey fue detenido en el marco de una investigación abierta por la fiscalía de París en marzo sobre “recopilación y entrega a una potencia extranjera de informaciones susceptibles de atentar contra los intereses fundamentales de la nación”. Llevaba en la mira de los servicios de inteligencia desde hace un año, ha señalado France 2. El funcionario es sospechoso, según esta cadena, de haber cabildeado entre parlamentarios a favor del régimen norcoreano y de transmitir a Pyongyang informaciones sobre el Senado.
Algunos senadores consultados por la cadena Public Senat confirmaron que Quennedey llevaba su pasión norcoreana hasta los pasillos del Palacio de Luxemburgo. ¿Pero le convierte eso en un espía de Pyongyang? “Varios administradores del Senado vinieron a quejarse por su actitud, hacía un trabajo de influencia entre los parlamentarios”, ha afirmado el senador de La República en Marcha André Gattolin. “Hablaba mucho de ese país (…) Pero jamás pensé que pudiera ser un agente propagandista”, ha apuntado el senador conservador Christophe-André Frassa, vicepresidente del grupo de estudios Francia-Corea del Norte.
Tras su detención, tanto su despacho como su apartamento en París y el de sus padres, en Dijon, fueron registrados. El presidente del Senado, Gérard Larcher, ha revelado este martes que ha ordenado una revisión de “las actividades y faltas que podría haber cometido en relación con sus funciones” y que tiene “prohibido provisionalmente el ejercicio de sus funciones”. Además, ha advertido de que, en caso de confirmarse las acusaciones, su “extrema gravedad” llevaría a la institución a considerar constituirse en parte civil de un eventual juicio.
Una situación que tiene “alucinados” a los familiares y amigos de Quennedey, educado en la misma Escuela Nacional de Administración (ENA) donde se preparan las élites del Estado francés y por donde también han pasado figuras de la política como el presidente Emmanuel Macron. Su madre, Brigitte Quennedey, ha acusado a las autoridades de querer hacer de su hijo un “chivo expiatorio”.
La librería Tropiques está en pie de guerra. Se trata de movilizarse rápido y “hacer ruido”, explica Mazuet, para que no se declare secreto de sumario y Quennedey acabe “pudriéndose” en prisión provisional por una acusación, insiste, “ridícula” y que “no es más que aire”. En un encuentro el lunes en la librería, Aymeric Monville, director de la editorial de Quennedey, Delgas, rechazó las acusaciones contra un “muy buen compatriota” y acusó a las autoridades de “chantaje con el patriotismo”. “Benoît es alguien al que se le pueden hacer muchos reproches, pero desde luego no de traicionar a su país entregando información a una potencia extranjera”, coincidió Patrick Kuentzmann, secretario general del Comité de Amistad que preside Quennedey. Este miércoles se ha constituido el “comité Quennedey” para apoyarlo contra unos cargos “inverosímiles y extravagantes”, pero por los que podría purgar hasta 30 años de cárcel.
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