La UE cierra el acuerdo del Brexit y advierte de que es el “único posible”
Los líderes europeos aprueban en rápida y fría cumbre el pacto de salida de Reino Unido y la Declaración Política que perfila la futura relación con Londres
Más contención que alegría. Y no tanto satisfacción como alivio. La Unión Europea dio este domingo por zanjada la negociación del Brexit. Pocas veces un acuerdo tan laborioso y complicado, que ha puesto a prueba la unidad del club comunitario, se ha recibido con tanta frialdad como el tratado de salida de Reino Unido. “Es un momento triste y es una tragedia”, describió el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ante la histórica cumbre en Bruselas. “Este es el mejor acuerdo posible y el único posible”, avisó ante el incierto proceso de ratificación que afronta el pacto, sobre todo en Reino Unido.
En una de las cumbres más rápidas que se recuerdan, los 27 aprobaron en apenas 25 minutos el acuerdo de salida, la Declaración Política que perfila la futura relación con Londres y las declaraciones sobre los puntos conflictivos surgidos en la recta final de la negociación, entre ellos, el del derecho de veto de España a cualquier asunto relacionado con Gibraltar.
La expeditiva sesión de los Veintisiete dejó paso a un encuentro con la primera ministra, Theresa May, cuyo prestigio ha ganado enteros en Bruselas en las últimas semanas por llevar hasta el final un proceso que huele a inmolación política. La cortesía primó sobre las claras incógnitas que rodean el futuro de May y de su peculiar modelo de Brexit. “Nadie le ha preguntado qué pasará si el Parlamento británico no aprueba el acuerdo”, señaló una fuente presente en la sala. “Pero algunos le han deseado suerte”.
El descomunal pacto (585 páginas) entre los 27 Gobiernos de la UE y el de May sella las condiciones de una escisión sin precedentes en la Unión. Las dos partes han asumido el documento de separación en un ambiente pesaroso de armisticio en el que nadie se atreve a cantar victoria. “Es un día histórico que deja sensaciones encontradas de tristeza y de alivio”, resumió la canciller alemana, Angela Merkel, en una concesión a los sentimientos poco habitual en las cumbres europeas.
Theresa May, que se juega el cargo además del futuro de su país, se resistió a perder al aplomo. “¿Comparte la tristeza de Merkel?”, se le preguntó tras la cumbre. “No”, señaló tajante. “Entiendo que se produzca ese sentimiento dentro y fuera de Reino Unido, pero ahora toca pasar página”, añadió May sin el menor atisbo de nostalgia o remordimiento. Era el proverbial Keep calm and carry on de la Segunda Guerra Mundial remasterizado por May para el Brexit, el mayor trauma civil y pacífico en la historia reciente de Reino Unido y la primera gran grieta en una Unión Europea nacida de los escombros de la conflagración continental.
Los adioses definitivos llegarán el 29 de marzo de 2019, último día de Reino Unido como miembro de la UE. Pero el acuerdo marca ya un punto de difícil retorno en un descenso en picado hacia la zona cero del Brexit. “Este es el mejor acuerdo posible y el único posible”, sentenció Juncker. El ultimátum del presidente de la Comisión se repitió de una esquina a otra del Edificio Europa de Bruselas. Los 27 se esforzaron en dejar claro al Parlamento británico que el rechazo de este acuerdo abocaría a Reino Unido al catastrófico escenario de convertirse el 30 de marzo próximo en un país tercero, sin anclaje privilegiado a un continente del que depende, en gran parte, su estabilidad política y prosperidad económica.
“Quienes piensan que, rechazando el Acuerdo podrían lograr otro mejor, se verán decepcionados en los primeros segundos después del rechazo”, advirtió Juncker a los parlamentarios británicos que sueñan todavía con una renegociación in extremis del texto pactado por May. La voluntad europea de aferrarse al documento quedó patente tras su publicación el 14 de noviembre, cuando el equipo negociador dirigido por Michel Barnier dio por concluidos los contactos con Londres.
Desde ese momento, varios socios, con Alemania a la cabeza, descartaron mover ni una sola coma. Una posición que han mantenido a rajatabla frente a las demandas de revisión planteadas por España (sobre Gibraltar), Francia (pesca), Holanda (período transitorio) o Polonia (reparto de los compromisos medioambientales). Todas esas peticiones han sido recogidas en Declaraciones de los 27 aprobadas al mismo tiempo que el Acuerdo de salida, pero sin modificar un ápice ese documento.
La tajante negativa de Berlín a reabrir el texto de Barnier para las peticiones de los socios envía la señal clara a Londres de que esta es la última oferta europea. Y para reforzar la señal de firmeza, varias delegaciones airearon ayer que continúan los preparativos por si el Acuerdo descarrila y hay un Brexit brutal. “Nadie en la cumbre ha hablado de buscar alternativas si May fracasa en Westminster”, señaló un alto cargo de la UE. “Nuestro único plan b son los planes de emergencia y contingencia que ya están en preparación por si llegamos al 29 de marzo sin acuerdo”.
Bruselas da así por concluida una negociación de 20 meses que ha puesto a prueba la unidad y el aguante del club. La Unión ha superado con creces la prueba y ha logrado mantener la coherencia frente al desgaste y los frecuentes momentos de desorientación del bando británico. El equipo negociador europeo, encabezado por Michel Barnier, no ha sufrido una sola baja significativa durante el proceso. El británico, en cambio, ha huido en desbandada en varias ocasiones y solo ha sobrevivido la primera ministra.
Concesiones de Londres
El bloque europeo incluso ha resistido la amenaza de veto planteada por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, tras percibir que el Acuerdo podía comprometer el derecho de veto de España sobre las futuras relaciones entre la UE y Gibraltar. “Hasta el sábado a mediodía temimos que tendríamos que cancelar la cumbre”, reconoce un alto cargo comunitario.
Las mismas fuentes reconocen que la amenaza española de veto no ha sido el único momento delicado de un proceso “muy largo y difícil”. “Ha habido muchos momentos de riesgo, pero si algo bueno hemos sacado del Brexit es que ha fortalecido la unidad y los lazos entre los socios”, apuntan.
El resultado ha sido un mastodonte (de 185 artículos, tres protocolos sobre Irlanda, Gibraltar y Chipre, y decenas de anexos) que Merkel, tal vez asumiendo la importante influencia alemana que hay detrás, describió como “una obra de arte diplomática”.
El resultado es un acuerdo con las concesiones de Londres muy tangibles (factura de 50.000 millones de euros, reconocimiento de los derechos de los 3,5 millones de ciudadanos europeos residentes en suelo británico y acatamiento de la normativa comunitaria hasta finales de 2020, como mínimo) y las de Bruselas muy bien camufladas (acceso privilegiado al mercado europeo, valiosa colaboración en política exterior, de defensa y judicial). El texto inicia ahora un incierto proceso de ratificación, sobre todo en Reino Unido. Con el Brexit ya casi imparable, Donald Tusk, presidente del Consejo, prometió a los británicos. “Seguiremos siendo amigos hasta la muerte. E, incluso, un día después”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.