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El poblado esquimal en el que 11 de sus 1.779 habitantes se han suicidado este año

Puvirnituq, ubicado en el lado quebequés de la bahía de Hudson, es el escenario más reciente de una tragedia que afecta a los grupos indígenas canadienses, en especial a los jóvenes

Paraje inuit en Alberta, Canadá.
Paraje inuit en Alberta, Canadá.Pixabay

Puvirnituq está habitado por los Inuit, o esquimales, como se los conoce comúnmente. El nombre de este poblado del norte de Quebec ha estado este año presente en los medios canadienses por una funesta razón: es el último ejemplo de un asunto que aqueja a los grupos indígenas del país. 11 personas de Puvirnituq se han quitado la vida en 2018. La comunidad contaba con 1.779 residentes en 2017. Extrapolando esta cifra, equivaldría a unos 222.000 suicidios al año en Canadá, cuando la media es de 4.200. O 288.000 en España, donde las cifras oficiales los situaban en 2015 en 3.602.

“Estamos en una situación de crisis”, declaró Luy Nowra, una joven originaria de ese poblado, al diario La Presse. Por su parte, Robert Watt, jefe del Consejo de representantes de Nunavik, región a la que pertenece Puvirnituq, pidió a través de un comunicado una acción colectiva y de carácter urgente, que incluya los esfuerzos del Gobierno federal, los ministerios de Quebec y los distintos líderes comunitarios. “¿Qué más debemos hacer para que nos escuchen? ¿Cómo podemos recibir más apoyo?”, dijo a la cadena CBC Nigel Adams, un asistente social inuit que trabaja principalmente con jóvenes.

Situación de Puvirnituq.
Situación de Puvirnituq.Google Maps

La ola suicida ha golpeado una vez más a una pequeña comunidad indígena. En los dos primeros meses de 2016, seis individuos se suicidaron en Cross Lake (Manitoba), un poblado de 4.710 personas. En junio de 2017, cuatro muertes de este tipo ocurrieron en Pikangikum (2.300 habitantes pertenecientes al pueblo Ojibwa, en la provincia de Ontario). La lista es larga, y en ella figuran especialmente los Inuit. Entre enero y marzo de 2016, cinco miembros de esa comunidad se quitaron la vida en Kuujjuaq (2.750 habitantes; también en Quebec). Asimismo, en Nunatsiavut (Labrador) se dieron seis suicidios en los primeros cuatro meses de 2005, en una población de 2.100 individuos. El escenario es incluso más desolador si se tiene en cuenta que la mayoría de estas muertes fueron de personas menores de 25 años. El Ministerio de Salud de Canadá pone cifras a este drama: la tasa de suicidios es entre cinco y siete veces mayor en los jóvenes autóctonos comparada con la del resto del país; la de la juventud inuit es 11 veces más elevada.

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A raíz de la crisis en Puvirnituq, el Gobierno federal y las autoridades de Quebec anunciaron recursos suplementarios en materia de salud mental para toda la región de Nunavik. “Nuestra prioridad es ayudar a esa gente que necesita apoyo. Toda vida que se pierde por un suicidio es una tragedia. Los Inuit quieren recibir servicios adaptados a su cultura y en su propia lengua. Buscamos por ende la manera de formar a más personas. Es un paso en la buena dirección”, afirmó Ginette Petitpas Taylor, ministra canadiense de Salud.

En los últimos años, Ottawa y varios Gobiernos provinciales han realizado estudios para distinguir y encarar las causas de este elevado número de suicidios. En los documentos aparecen elementos como la depresión mayor, la pobreza, el alcoholismo, el aislamiento, el desempleo y la discriminación, además de la carencia de servicios idóneos en educación, salud y seguridad. Los episodios funestos protagonizados por estas comunidades reflejan que los esfuerzos gubernamentales no han sido suficientes.

Brian Mishara, profesor de Psicología en la Universidad de Quebec en Montreal, ha subrayado en varios trabajos otro factor de peso: la huella dejada por la red de internados indígenas. Entre 1883 y 1996, unos 150.000 menores de origen autóctono fueron forzados a vivir en centros de enseñanza financiados por el Gobierno federal y administrados por congregaciones religiosas. Los castigos físicos, los abusos sexuales y el desprecio a las culturas indígenas fueron comunes en estos recintos. Cientos de alumnos se suicidaron cuando alcanzaron la edad adulta, y muchos de los hijos y nietos de estas personas heredaron las consecuencias de esta política.

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