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Stefan Löfven, la bandera del Estado de bienestar sueco

El candidato de los socialdemócratas obtiene el peor resultado en la historia del partido

Belén Domínguez Cebrián (Enviada Especial)
El primer ministro sueco y candidato socialdemócrata, Stefan Löfven.
El primer ministro sueco y candidato socialdemócrata, Stefan Löfven.INTS KALNINS (REUTERS)

Soldador de formación, sin estudios universitarios completos, abandonado por sus padres cuando era un bebé, sindicalista histórico y, desde 2014, primer ministro de Suecia con el Partido Socialdemócrata. La carrera política de Kjell Stefan Löfven (1957, Hägersten, Estocolmo) se ha visto empañada estos últimos meses de campaña por la crisis migratoria y el consiguiente avance al galope de la tercera fuerza más votada en la potencia escandinava, los xenófobos Demócratas Suecos.

A Löfven se agarraron en 2014 las demás fuerzas del establishment para frenar el avance del populismo, haciendo lo que se conoce como cordón sanitario, pero desde este domingo ya no bastará con mirar para otro lado. Hace cuatro años este acérrimo socialista —milita en sus filas desde los 13 años porque quería “luchar contra las injusticias globales”— ya aguantó sobre sus espaldas el peor resultado de la historia de la socialdemocracia en Suecia (31,2% de los votos). Este domingo fue aún peor. Entonces, acabó convenciendo a Los Verdes para formar el único Ejecutivo progresista escandinavo de los últimos tiempos.

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Tras un paréntesis de ocho años de conservadurismo en Suecia, el luterano Löfven, al que su madre biológica dejó con 10 meses frente a una casa de acogida, no sólo asumió la tarea de recuperar la socialdemocracia y devolverla a un papel líder en el Riskdag (Parlamento), sino que ahora pesa sobre él la responsabilidad de mantener los equilibrios con otros partidos durante los próximos cuatro años para evitar un adelanto electoral que dé aún más cancha a la ultraderecha. O retirarse a la oposición. La socialdemocracia europea entró en crisis hace tiempo, y Suecia ha sido su última víctima. Por eso Löfven ya ha asumido estos comicios como un “referéndum al [Estado de] bienestar sueco”.

Quizás el haber crecido en un ambiente obrero (su padre adoptivo era leñador) o su posterior carrera como líder sindical hayan jugado un papel clave en forjarse un carácter progresista y extremadamente sosegado, como refleja en los debates televisados. Una de sus primeras reivindicaciones como sindicalista era que los obreros pudieran trabajar con unas mesas y sillas en condiciones dignas. En su anterior campaña electoral, abogaba por una política amable con los inmigrantes, algo que se le volvió en contra cuando en 2015 el país escandinavo vio llegar casi de golpe a unos 200.000 migrantes, un episodio que le ha perseguido durante los meses previos a estos comicios.

Sus políticas migratorias encendieron la chispa que ha catapultado a los Demócratas Suecos sin haber sido capaz de recuperar electores en estos años.

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