El ministro del Interior francés señala al Elíseo por el caso del jefe de seguridad de Macron
El presidente de Francia ordena un cambio de estrategia pero sigue sin hablar sobre la imputación de su antiguo colaborador
El ministro francés del Interior, Gérard Collomb, apuntó este lunes directamente al Elíseo como responsable de las decisiones en torno al caso Alexandre Benalla que ha sumido al Gobierno de Emmanuel Macron en una crisis sin precedentes desde que llegó al poder. Aunque el presidente sigue sin pronunciarse directamente sobre su encargado de seguridad, que fue filmado cuando golpeaba a manifestantes el 1 de mayo haciéndose pasar por policía, su entorno ha filtrado que el mandatario quiere asegurarse que “no habrá impunidad” para Benalla —que ha sido imputado por un juez junto a otros cuatro implicados en el escándalo— ni que se producirán otras “disfunciones” similares en el futuro.
En la primera audiencia de la comisión de investigación parlamentaria para el caso Benalla, Collomb echó todos los balones fuera. Y si bien algunos fueron lanzados a la prefectura de policía —cuyo jefe, Michel Delpuech, también negó haber autorizado la presencia de Benalla el 1 de mayo junto con la policía señalando así a la Presidencia—, muchos más cayeron en la cancha del Elíseo. Era el palacio presidencial el responsable, según el ministro del Interior, tanto de sancionar al joven encargado de seguridad del presidente como de informar a la justicia de que se había cometido un posible delito, tal como estipula la ley, pese a que no se hizo en este caso hasta que la prensa reveló la identidad de Benalla, casi tres meses más tarde de los hechos.
“Mi director de gabinete y mi jefe de gabinete me dijeron que habían hablado con el prefecto de policía y que habían trasladado esta información al gabinete de la Presidencia, una acción apropiada ya que corresponde a la autoridad jerárquica tomar todas las medidas que se imponen tanto en el plano administrativo como en el judicial. Consideré que las acciones habían sido tomadas y no me ocupé más de este caso”, explicó Collomb ante una abarrotada sala.
Collomb dijo desconocer también quién autorizó que Benalla acompañara el 1 de mayo a la policía como “observador” y quién le proporcionó el brazalete de policía y la radio que portaba, contra toda norma. Por no saber, el ministro del Interior, máximo responsable de la seguridad en Francia, dijo hasta desconocer la “calidad de consejero del presidente” de Benalla, pese a que lleva con Macron desde la campaña electoral, y que pensaba que “pertenecía a la policía”.
Se trata de una actitud sorprendente en un hombre que es considerado de los más fieles a Macron y que dio pábulo a muchos diputados opositores a especular con la estrategia tras esta maniobra. O Collomb, cuya cabeza reclama la oposición, siente que ya no tiene nada que perder o, como aventuró el líder socialista, Olivier Faure, existe un acuerdo para señalar unánimemente a un cabeza de turco lo suficientemente alto en el Elíseo para sentir que se han depurado responsabilidades sin que estas salpiquen al propio presidente y a sus ministros.
Este “fusible previsible”, según Faure y otros diputados de diversas orientaciones, sería el director de gabinete de Macron, Patrick Strozda, el hombre bajo cuyas órdenes trabajaba oficialmente Benalla. Fue él quien lo sancionó con dos semanas de suspensión de empleo y sueldo, pero que no consideró necesario, siempre según Collomb, informar a la justicia de los sucesos del 1 de mayo.
Collomb compareció un día después de que la justicia imputara a Benalla por “violencia en reunión” e “injerencia en el ejercicio de una función pública”. Asimismo, fueron imputados Vincent Crase, un exgendarme que trabajaba para el partido de Macron y que también golpeó a manifestantes el 1 de mayo, y tres agentes arrestados el viernes por copiar para Benalla las imágenes de videovigilancia que lo implicaban. A la par, está en marcha una tercera investigación paralela en el seno de la policía.
Benalla se defiende
Benalla rompió su silencio este lunes por primera vez para denunciar, a través de sus abogados, lo que calificó de una “utilización mediática y política” de su actuación para “atacar a la presidencia”. En un comunicado difundido por la emisora LCI, sus abogados afirman que Benalla solo pretendía “ayudar” a los policías a “controlar” a dos individuos “particularmente virulentos” y que su actuación, una "iniciativa personal" que se inscribe, según su defensa, dentro de lo dispuesto en el código de procedimiento penal, fue "vigorosa pero realizada sin violencia y sin causar heridas".
Cambio de estrategia del Elíseo
Tras cuatro días de obstinado —e incomprendido— silencio, el Elíseo inició la noche del domingo un cambio de estrategia. Pese a la presión, Macron sigue sin expresarse públicamente sobre el caso y solo lo hará “cuando lo considere útil”, apuntaron fuentes del Elíseo. Pero su entorno dejó saber que considera los actos de Benalla como “inaceptables” y que “no habrá impunidad” para casos como este, por lo que ha encargado al secretario general del Elíseo, Alexis Koehler, “emprender una reorganización para evitar que se vuelva a producir una disfunción como esta”.
La decisión se tomó tras una “reunión de crisis” con el primer ministro, Édouard Philippe, Collomb, el portavoz del Elíseo, Bruno Roger-Petit, y el líder del partido presidencial, Christophe Castaner. Collomb sin embargo aseguró este lunes que “habló lo mínimo” con Macron sobre Benalla, lo que provocó risas entre los parlamentarios que también quieren interrogar a Koehler -que declarará ante una comisión del Senado el jueves, un día después de Strozda- y otros responsables del Elíseo, incluido el presidente. Macron ha cancelado su presencia este miércoles en una etapa del Tour de Francia, aunque en principio mantiene su viaje a España y Portugal a partir del jueves.
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