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Gaza, donde la vida se parece a la muerte

Después de tres devastadoras guerras, los palestinos de la Franja se han arrojado sobre la frontera israelí para romper su aislamiento

Un entierro en Rafah (Gaza), este martes.Foto: atlas | Vídeo: Spencer Platt
Juan Carlos Sanz

Sus profundas ojeras denotan la falta de sueño ante la reiterada visión de la muerte. “Ahora es el peor momento”, explica escaleras arriba del hospital Shifa, camino del quirófano del principal centro sanitario de Gaza, el doctor Hani Besesso, “los heridos de bala ya no pueden aguardar más tiempo”. Menea la cabeza mientras repasa la lista de espera de cirugía traumatológica con medio centenar de nombres, la décima parte de los ingresados tras las protestas del lunes en la frontera con Israel. Los 20 pacientes en estado más crítico van a ser evacuados a Egipto.

“En Gaza la vida es muy parecida a la muerte, por eso muchos no temen perderla. No hay futuro”, intenta tomar distancia el columnista palestino de izquierdas Hakram Assala en un territorio que la ONU pronostica que será inhabitable a partir de la próxima década. Considera que las marchas ante la valla de separación israelí se han frenado en seco ante la respuesta de los francotiradores del Ejército, que abatieron a 60 manifestantes en la jornada más sangrienta en la Franja desde la guerra de 2014. “Israel parece estar por encima de las leyes internacionales”, sentencia, “y nadie le exige responsabilidades por abrir fuego contra civiles desarmados”.

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Como en todos los conflictos, las narrativas divergen a cada lado del frente. Salah Bardawil, un alto cargo de Hamás, reconocía el martes que “50 de los mártires [los palestinos abatidos a tiros]” estaban afiliados al movimiento que gobierna de facto en Gaza. Pretendía desmentir la acusación de que su organización ha estado empujando al resto de la población a la muerte. Un portavoz castrense israelí, el teniente coronel Jonathan Conricus, interpretó en cambio que el dirigente vino a confirmar con sus palabras que “la protesta no fue pacífica”, ya que estuvo organizada por los islamistas.

“Hamás ha prestado apoyo logístico, como medios de transporte, pero las manifestaciones han sido protagonizadas por los jóvenes de la Franja”, asegura Ahmed Yussef, profesor de Ciencias Políticas y exasesor de Ismail Haniya, máximo líder de la organización islamista. “Después de tres conflictos armados con Israel que no han conducido a nada, la gente de Gaza está harta de guerras”, argumenta este académico que se formó en Estados Unidos durante una década y ocupó altos cargos diplomáticos en la Autoridad Palestina.

Con una tasa de paro del 44% —la más elevada del planeta según el Banco Mundial— y con el 80% de sus dos millones de habitantes dependientes de la ayuda internacional para sobrevivir, los jóvenes de la Franja no encuentran empleo ni pueden salir al exterior a buscarlo después de más de una década de bloqueo.

“Son ellos quienes han impuesto un cambio de estrategia hacia la no violencia en la lucha por los derechos palestinos”, sostiene el profesor Yussef, “con el objetivo de forzar a Israel a poner fin a su aislamiento”. Este analista cercano a la cúpula de Hamás reconoce que han pagado un precio muy alto —107 muertos y más de 10.000 heridos en siete semanas de protestas en la frontera— para intentar volver a poner la Franja de Gaza en el foco de atención internacional. “Los países árabes están divididos y ya no se hacen eco de nuestra causa: tenemos que actuar por nosotros mismos”, remacha.

Víspera de Ramadán

Los velatorios se suceden por las calles de la capital de la Franja en jaimas donde los familiares ofrecen comida y bebida a los vecinos que acuden a dar el pésame. En la avenida de Al Yala, los Rantisi —un apellido ligado a los orígenes de Hamás— despiden a un nuevo “mártir” del clan.

A Ahmed, de 26 años, tres disparos le reventaron el tórax el lunes en la frontera de Beit Hanun (norte). Estaba casado, tenía una hija de ocho meses y acababa de recibir un título de posgrado en Ciencias de la Educación. En una reacción contradictoria con la condición humana, Mahmud Rantisi, profesor universitario no parece consternado por la pérdida de su hijo. “Las muertes no se acabarán mientras Israel no reconozca los derechos de los palestinos”, fue su elegía fúnebre.

Tras el estallido del lunes, la situación parecía estar en calma en el enclave costero, con la actividad militar de costumbre. El Ejército disparó dos salvas de disparos de carro de combate contra posiciones de Hamás tras acusar a milicianos islamistas de abrir fuego contra Israel. Nadie resultó herido en la víspera del inicio del Ramadán. El impacto del ayuno sobre la vida cotidiana alterará previsiblemente la continuidad de las marchas de protesta, que se han prorrogado hasta el 5 de junio, aniversario de la ocupación de territorios palestinos en la Guerra de los Seis Días.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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