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Estar sin estar
Columna
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El enredado guión del horror

Estos son algunos elementos con los que se filman hoy mismo las peores escenas del largometraje mexicano de todos los días

Un tren recorre quiénsabecuántos kilómetros desde las selvas del sureste de México hasta la frontera con Estados Unidos; es un tren de carga, hilado con quiensabecuántos vagones cerrados con candado y en sus lomos lleva cientos de migrantes trabajadores que sueñan con llegar a la utopía de un empleo que garantice el salario mínimo y el máximo esfuerzo, una vez que se sobreviva el cruce alucinante de la única frontera que existe en el mundo entre la primera potencia económica y militar del planeta y todos los demás países jodidos o en vías de ya no ser tan jodidos.

Un contingente de setenta y cinco trabajadores guanajuatenses que viajan en autobús con todos sus ahorros escondidos en los calcetines son secuestrados por una banda de sicarios al servicio del crimen organizado que los confunde con migrantes guatemaltecos y salvadoreños y los encierran en un rancho en Tamaulipas cuyos planos arquitectónicos revelan que se trata de un campo de exterminio: un predio bardeado con alambres de púas, un horno crematorio y unos toriles de tortura que sirven para ir haciendo la criba diaria de los mártires que van entrando, separando a los que se integran a las huestes como mulas para la carga de drogas, sicarios en potencia o directamente incinerados a lo nacionalsocialista.

Un equipo de futbol y cuarenta y tres estudiantes de una escuela normal, es decir, aspirantes a maestros secuestran autobuses de pasajeros y realizan boteo de fondos para su tradicional peregrinación de quiénsabequé y son confundidos o bien engañados o bien utilizados por una espesa red de demonios señeros de la corrupción tropical en plena selva del opio, paraíso de la amapola en Guerrero, y así pasan cuarenta y tres meses sin que se sepa de su paradero, aunque sabemos que esa noche de tinieblas encendidas el C. Presidente de la República no pudo cancelar un viaje a China para disculparse por los enredos de un proyecto de tren bala a Querétaro o quiénsabequé papelón público, y también sabemos que el presidente municipal del poblado donde desaparecen los estudiantes es un arlequín de pacotilla casado con lady Macbeth de petatiux en un fanguito que no merece telenovela aunque poco se ha especulado en torno a la filiación partidista del propio presidente municipal, el gobernador del estado, los dizque investigadores del crimen y eso que llaman “la verdad histórica”.

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Tres estudiantes de cine desaparecen en Jalisco, luego de grabar un cortometraje en una cabaña supuestamente abandonada que les fue prestada por una tía de uno de ellos. La tía es ahora presa acusada de lenocinio, trata de blancas y sacerdotisa de una red de prostitución disfrazada de salones de masaje para traileros y transeúntes en busca de la relajación nada higiénica en variados tugurios de Guadalajara. Los tres jóvenes cineastas fueron confundidos por un cártel del crimen organizado que desde hace ya varios años viene ganando titulares por la demencial y descarnada ofensiva sangrienta con la que se han ganado la plaza y se nos informa que habiendo utilizado en algunas ocasiones la cabaña de la tía como casa de seguridad han confundido a los tres cineastas con miembros de una banda rival, por lo que deciden disolverlos en ácido sulfúrico, contratando el servicio de un improvisado rapero de quinta que acostumbra cobrar tres mil pesos por ese tipo de servicio, al margen de la pequeña fama que ha alcanzado en un popular canal de videos donde acumula poco más de ciento cincuenta mil fans que no tienen ningún problema moral o emocional en sintonizar sus asquerosas elegías del desahucio, el crimen y la sangre.

Estos son algunos pocos elementos con los que se filman hoy mismo las peores escenas del largometraje mexicano de todos los días, desde que alguien captó en película sepia las largas filas de colgados en un camino arbolado a la vera de la Revolución o el sendero de decapitados por machete que alguien alineó en tiempos de la Cristiada y con estas pocas escenas del horroroso abismo que nos rodea se filma en la conciencia de una nueva generación de mexicanos la más aplastante y contundente publicidad electoral: vote usted por quien se atreva a guardar silencio por cien mil muertos, respeto y búsqueda de los más de treinta mil desaparecidos, justicia para miles de mujeres violadas y una abultada legión de políticos corruptos, prófugos y presentes. Vote usted por quien se atreva a sugerir la posible solución a la pesadilla que se prolonga o por lo menos, señalar, rescatar y promulgar todo y tanto lo que se opone a toda la barbarie que respiramos.

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