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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La mayor encuesta de Colombia

Elecciones legislativas: guía para no perderse ante los resultados

Jorge Galindo
El expresidente colombiano Álvaro Uribe vota en las elecciones legislativas.
El expresidente colombiano Álvaro Uribe vota en las elecciones legislativas. Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

Hay dos maneras de ver las elecciones legislativas. La más obvia es también la menos habitual: como lo que es, la designación de las personas que aprobarán leyes y tendrán la labor de control al Ejecutivo durante los próximos cuatro años. Es posible que la falta de interés por esta perspectiva se deba a que lo normal en Colombia es que el presidente elegido logre configurar una mayoría a su medida gracias a la flexibilidad de los partidos y a la falta de diferencias ideológicas abismales entre candidatos y partidos dominantes. Así que, aprovechando que la mayoría de candidaturas lo son en lista abierta, los votantes suelen centrarse en si su candidato preferido (o más odiado) logra llegar al Congreso. Pero este año es un poco distinto. Por primera vez hay un candidato viable que lo tendría difícil para configurar dicha mayoría a posteriori.

Las más ambiciosas expectativas de escaños para la Lista de los Decentes de Gustavo Petro no llegan a un diez por ciento del Senado de la República (ni tan sólo anda cerca). Aún en el improbable caso de que lograse atraer a su redil al Polo, del que desertó, y a la Alianza Verde, tampoco lograría una mayoría. Esto lo diferencia marcadamente del resto, si bien es perfectamente posible que logre acuerdos que vayan más allá de su ámbito ideológico. Desde luego, de Germán Vargas Lleras, quien desde su base en Cambio Radical podría aliarse hacia el viejo centro (PSUN, una parte del liberalismo) o hacia su derecha (conservadores, e incluso el Centro Democrático llegado el caso). El candidato que salga vencedor de la consulta interpartidista de la derecha podrá hacer algo similar, si bien sin contar con el liberalismo. Por otro lado, tanto Sergio Fajardo como Humberto de la Calle podrían, si son elegidos presidentes, configurar mayorías basadas en el centro-izquierda (Polo, Alianza Verde) y en el centro (liberalismo, quizás incluso el PSUN). Pero no así Petro. Lo cual también determina sus aspiraciones presidenciales, casi tanto como su (por el momento) liderazgo en las encuestas.

Esta es la segunda manera de leer las elecciones legislativas: como una especie de pre-primera vuelta. La razón es que la misma flexibilidad que otorga al presidente electo su capacidad de maniobra a posteriori determina que las alianzas políticas funcionan como un mercado que se va concretando a lo largo de todo el año electoral. Algunas relaciones ya están definidas a estas alturas, y esas servirán para medir la potencia de los candidatos presidenciales. Otras no lo están, siendo lo que suceda el domingo una oportunidad para medir fuerzas de las distintas facciones. Así, los comicios son un punto de inflexión que fija las expectativas que existen sobre cada partido, sobre cada líder regional, pero también sobre cada candidato, hasta el punto de que pueden darle un vuelco a las encuestas. Esto es algo que ya ha sucedido en el pasado: el siguiente cuadro representa dónde estaban los sondeos de opinión por estas fechas en las pasadas elecciones (2010 y 2014) para los candidatos principales, y cómo para mayo el escenario se había reconfigurado. En no poca medida, esto sucedió porque las elecciones legislativas sirvieron como encuesta definitiva.

Además, se da la circunstancia de que las elecciones legislativas son particularmente difíciles de predecir. Tres casas de encuestas han realizado sondeos recientemente preguntando por intención de voto el domingo. Una de ellas, Cifras & Conceptos, ha elaborado una completa predicción de cómo quedaría el Senado.

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Como se observa, el margen de varianza para cada candidatura es muy sustancial, lo que obliga a partidos y candidatos a esperar. En definitiva, y como bien resumió Ricardo Silva en su columna del pasado viernes: “Este domingo en la noche sabremos en qué país estamos”. Y cada candidato espera que ese país sea el suyo, teniendo su propia manera de medirlo.

En la izquierda, Gustavo Petro es un candidato anti-establishment, algo que no tiene muchos antecedentes en la Colombia reciente. Los puntos de referencia más cercanos están en 21%-22% de Carlos Gaviria y Antanas Mockus en 2006 y 2010 respectivamente. Mientras para el primero no fue suficiente para pasar a segunda vuelta, sí lo fue para el segundo. Dado el censo actual de 36 millones de electores, asumiendo una participación del entorno del 45% y restando voto en blanco y nulo similar al de 2014, estaríamos hablando de 2.2 a 2.3 millones de votantes. Para que la candidatura de Petro sea creíble, debe cerrar la noche electoral con la impresión de que puede alcanzar esos niveles de voto. Esto significa dos cosas: uno, que su lista de los decentes debe al menos pasar del umbral del 3% marcado por la ley electoral colombiana y conseguir representación parlamentaria: no sólo los 350.000-400.000 votos que les dejarían dentro, sino idealmente bastantes más. Dos, que la consulta interpartidista en la que compite contra Carlos Caicedo, que tiene prácticamente ganada, debe ser un éxito de participación para mostrar músculo.

Por la derecha y el centro-derecha, Iván Duque espera que el Centro Democrático reedite su posición como el partido con más representación parlamentaria: la previsión de Cifras & Conceptos le da hasta 24 curules en el Senado, cuatro más de los que cuenta hoy día. Un resultado por encima de los 22-23 ya sería un éxito, que para ser redondo tendría que venir acompañado de la victoria de Duque frente a Marta Lucía Ramírez en la consulta interpartidista de la derecha, y en cualquier caso de unos niveles de votación lo suficientemente elevados como para señalar que la reciente subida de Duque en las encuestas no es flor de un día. Germán Vargas Lleras, por el contrario, jugará la carta de la potente maquinaria que cuenta Cambio Radical en amplias zonas del país, sobre todo (pero no sólo) en la Costa Caribe. Si funciona, y si a ello se suma el tirón de algunos legisladores estrella que optan a la reeleción (como Rodrigo Lara), espantará su reciente caída en los sondeos. Para Lleras, “funciona” equivaldría a prácticamente doblar sus escaños: 18.

En el centro y centro-izquierda, SergioFajardo fiará su suerte a que el voto de opinión ponga más escaños verdes y del Polo Democrático Alternativo: la previsión de Cifras & Conceptos les da a la suma de ambos un mínimo de 17 y un máximo de 24, del que deberían andar cerca para superar sus niveles actuales y cimentar una candidatura creíble. Humberto De La Calle, por otro lado, confía en que al liberalismo aún le quede lo suficiente de su antigua base.

Según cómo le vaya a cada candidato, el “país en el que estamos parados” será uno u otro. En el cuadro siguiente resumimos algunos de esos “países posibles”.

Encontrarnos con un escenario polarizado vendría a confirmar las encuestas actuales, mientras que la imagen centrada supondría una contradicción. Pero las elecciones también nos podrían dejar la señal de que el país está más a la derecha (si les va bien a Vargas Lleras y a Duque o a Ramírez y mal al resto), más hacia la izquierda, o un país más polarizado.

Los escenarios son muchos, sí. Pero es que las elecciones de este domingo suponen el principio real de la carrera presidencial. Electores, partidos, líderes, candidatos, analistas, encuestadores, periodistas… todos tendremos que adaptar nuestras valoraciones y expectativas a lo que nos devuelva el conteo de votos. La mayor encuesta de Colombia.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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