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La idea de Europa resquebraja la coalición de centroderecha italiana

Berlusconi se entrevista con Juncker y Tajani y promete cumplir la regla del 3% de déficit mientras Salvini continúa amenazando con salir de la moneda única si logra gobernar

Daniel Verdú
Silvio Berlusconi se abraza el lunes por la tarde con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Silvio Berlusconi se abraza el lunes por la tarde con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

La coalición de centroderecha italiana, la alianza política a la que los sondeos otorgan mayores posibilidades de hacerse con el Gobierno el próximo 4 de marzo, tiene 27 pequeños problemas y uno considerablemente grande. Silvio Berlusconi (Forza Italia) y Matteo Salvini (Liga Norte), sus dos principales integrantes, se encuentran en las antípodas en sus planteamientos sobre la Unión Europea y su política económica. Mientras el último, líder del xenófobo partido que tradicionalmente ha apoyado al exCavaliere, quiere convocar un referéndum sobre la salida de la moneda única y califica a la UE de “jaula europea”, el ex primer ministro de Italia se pasea estos días por los salones de Bruselas elogiando a Angela Merkel y prometiendo cumplir las reglas del déficit. La situación amenaza con hacerse insostenible.

Berlusconi, inhabilitado políticamente por fraude fiscal, ha pasado los dos útlimos días en Bruselas para entrevistarse extraoficialmente con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y con el presidente del Parlamento Europeo y antiguo portavoz de Forza Italia, Antonio Tajani. Buscaba desde hacía tiempo un encuentro que enterrase la amargura de sus últimos días como primer ministro italiano, cuando allá en otoño de 2011 fue humillado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy en una ya famosa rueda de prensa. Pero el exCav no es un político rencoroso. Y este martes tardó minutos en colgar la foto en Twitter bajo el epígrafe de “Los amigos”. Un intento por rehabilitar su dañada figura en Europa que Juncker aceptó a regañadientes (según La Stampa, el luxemburgués salió escopeteado de la reunión y no quiso comentar nada). Para Berlusconi fue un triunfo, igual que la aceptación en su partido de referencia, el Partido Popular Europeo y los encuentros que ha mantenido con el negociador del Brexit, Michel Barnier, el secretario general del PPE, Antonio López, y su presidente, Joseph Daul.

Su romería europea, vista por algunos eurodiputados como un embrutecimiento de las instituciones al estar Berlusconi condenado e inhabilitado por fraude fiscal, ha sido altamente criticada, especialmente por el PD y el Movimiento 5 Estrellas en Europa. “En Bruselas hay un condenado que da vueltas con una americana cruzada para hacer de padrino político de los delfines del PPE. Juncker debería rechazar el encuentro”, lanzaron los Verdes. Pero él seguía interpretando el papel de si mismo que mejor domina y, en un momento dado, cogió a un periodista y le preguntó: “¿Usted está siempre en Bruselas?”. Y luego le susurró: “Me dicen que aquí no hay mujeres guapas…”. Dos palmaditas, y a otra cosa.

Matteo Salvini, Silvio Berlusconi y Giorgia Meloni, durante la campaña de las elecciones en Sicilia.
Matteo Salvini, Silvio Berlusconi y Giorgia Meloni, durante la campaña de las elecciones en Sicilia.

Uno de los compromisos alcanzados por Berlusconi este martes fue el de la aceptación del límite del techo del 3% para el déficit. Pero habla en boca de demasiada gente. Su principal socio en las próximas elecciones —el tercero es Giorgia Melloni (Hermanos de Italia) y hasta la fecha actúa como mera comparsa— contestó horas después desde Italia: “El numerito 3, si daña a las empresas y a las familias italianas, para nosotros no existe”. E insistió: “Si hay reglas de la UE que dañan a las familias italianas como la Bolkestein o la directiva de los bancos, para nosotros no existen”. De hecho, la promesa electoral de Salvini consiste en pedir a la Unión Europea que se revisen la mayoría de tratados y reglas que perjudican a Italia. En caso de no atender su petición, asegura, se convocará un referéndum para la salida del euro. Su responsable económico, el hiperactivo y eurófobo Claudio Borghi, lo dijo muy claro la semana pasada: “Un segundo después de que la Liga entre en el Gobierno comenzará a poner en marcha todos los posibles preparativos para llegar a la soberanía monetaria”.

Entonces, ¿cómo se pondrán de acuerdo ambas formaciones? La realidad es que con la ley electoral italiana se pueden permitir decir una cosa y la contraria, concurrir a las elecciones juntos y decidir el día después hasta donde quieren llevar su alianza. Berlusconi, incluso podría decidir llevarse sus votos y entregarse como la última vez a un pacto con Matteo Renzi. Salvini es tan solo un oportunista político instalado en la política del miedo desde hace años: contra Europa, contra la inmigración, contra la solidaridad en los impuestos... Su decisión final podría pasar por acercarse al Movimiento 5 Estrellas, que necesitará un gran puñado de votos si quiere tener el apoyo suficiente para llegar al 40% que le permita gobernar (las encuestas le dan ahora alrededor del 30%). Pero, mientras tanto, el grotesco espectáculo consiste en andar a la brega diariamente con la idea de Europa. Una lucha más en el pulso que mantienen por quien debería liderar el artefacto político que han creado si lograsen la mayoría suficiente para gobernar. De hecho, uno de los tapados de Berlusconi es el propio Tajani, toda una declaración de intenciones respecto al tema europeo.

Liga Norte y Forza Italia, en cambio, sí han acercado posturas en su agresiva política de reducción de impuestos y la implantación de un tipo fijo de IRPF que calculan en alrededor del 23%. Una idea, sin embargo, que también ha sido discutida desde Europa ya que la propia Constitución italiana en su artículo 53 habla de una concepción progresivas de los impuestos. El ministro de Economía italiano, Pier Carlo Padoan, ha contestado que, en cualquier caso, la medida solo es viable si se utiliza una varita mágica.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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