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Las dos Coreas acuerdan reabrir el diálogo militar tras una etapa de fuertes tensiones

Ambos países se han reunido en un clima cordial por primera vez en dos años

Los líderes de las delegaciones de Corea del Sur y del Norte, antes de comenzar el encuentro.Vídeo: POOL GETTY / REUTERS-QUALITY
Macarena Vidal Liy

Sonaba imposible hace apenas un par de meses, pero Corea del Norte y Corea del Sur parecen  apostar por el deshielo, al menos de momento, tras una etapa de graves tensiones. La primera jornada de conversaciones entre los dos países desde hace dos años se ha desarrollado en un clima amistoso y ha arrojado resultados. El primero, el “sí” de Pyongyang a participar en los Juegos Olímpicos de Invierno en el Sur. El segundo, la decisión de abrir un diálogo militar “para resolver las tensiones actuales”, según apunta un comunicado conjunto, y la reapertura de una línea de comunicación entre los dos ejércitos.

Las conversaciones divididas en tres sesiones de trabajo en la aldea de la paz de Panmunjom, en la Zona Desmilitarizada que marca la frontera entre los dos países, abren una puerta a continuar el diálogo entre los dos países -la apuesta personal del presidente surcoreano, Moon Jae-in- y rebajar las tensiones generadas por los rápidos avances del programa nuclear y de misiles norcoreano. Una puerta que se ha visto posibilitada por el reciente anuncio de Seúl del aplazamiento de sus maniobras conjuntas con EE. UU. hasta después de los juegos; y también, paradójicamente, por la declaración de Corea del Norte de que ya ha completado su programa de armamento.

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Por el momento, Corea del Sur ya ha logrado uno de sus objetivos: conseguir el “sí” de Pyongyang a la participación en las Olimpiadas de Pyeongchang, que Seúl ha bautizado como “los juegos de la Paz”, y asegurarse con ello de que mientras duren los juegos no habrá sobresaltos en forma de pruebas de misiles o de bombas nucleares norcoreanas. Pyongyang, que en 1988 boicoteó las Olimpiadas de verano en Seúl, ha ofrecido enviar una delegación formada por “atletas, funcionarios del Comité Olímpico, animadores, artistas, hinchas y reporteros”, según el comunicado conjunto.

Pero faltan por resolver los detalles, donde suele estar lo difícil. Ambas partes deben acordar aún el tamaño de la delegación que enviará Corea del Sur al Norte para participar en el certamen deportivo o dónde se alojará. Las sanciones unilaterales de Seúl a Pyongyang crean problemas para el desplazamiento de los representantes norcoreanos, aunque el Sur ya ha apuntado su disposición a suspender temporalmente esas medidas de castigo para posibilitar el viaje. Corea del Norte tampoco ha aclarado si los atletas que desplaza participarán en la competición.

Las dos delegaciones, encabezadas en el Sur por el ministro de Unificación, Cho Myoung-hyon, y en el norte por Ri Song-won, cabeza de la Comisión para la Reunificación Pacífica de Corea, han pactado también ya, según el comunicado conjunto, el establecimiento de un diálogo entre ambos ejércitos para “evitar incidentes”. Esas conversaciones, que serían las primeras de su tipo desde 2014, aún no tienen fijada fecha. Horas antes, Chun había confirmado el restablecimiento a partir de este miércoles de una línea de comunicación militar interrumpida hace dos años, en pleno deterioro de las relaciones. Sin embargo, Corea del Norte indicó que no hablará de armas nucleares con su homólogo del Sur, porque las armas "solo están dirigidas a EE UU" y no a los "hermanos" en Corea del Sur, según recoge la agencia Reuters.

Corea del Sur también había propuesto, además, una reunión de familias separadas por la guerra, la primera en dos años y que se celebraría con ocasión del Año Nuevo asiático, a mediados de febrero. Pero el comunicado conjunto no alude a esa posibilidad. De ocurrir, no solo coincidirían con las Olimpiadas de invierno: también lo harían con el cumpleaños de Kim Jong-il, el anterior líder norcoreano y padre del actual.

Las conversaciones se desarrollaron en un clima más fluido de lo habitual. “He cubierto muchas de estas reuniones y la atmósfera es excepcionalmente buena”, contaba un periodista de la agencia norcoreana KCNA al “pool” de reporteros del sur. Un buen ambiente que parecía impensable a lo largo del año pasado, cuando las pruebas nucleares y de misiles de Corea del Norte, y el intercambio de exabruptos entre Washington y Pyongyang, desataban las tensiones y el presidente de EE. UU., Donald Trump, amenazaba con recurrir a la vía militar contra el Norte.

Nada que ver con la última ocasión en que ambos países se habían reunido para dialogar, en diciembre de 2015, cuando las conversaciones concluyeron sin llegar a acuerdos ni una nueva fecha de encuentro. Tampoco con el drama vivido a pocos metros del lugar de la reunión hace apenas dos meses. Entonces, un soldado norcoreano consiguió escapar hacia el sur en una huida espectacular, entre una lluvia de balas de sus hasta entonces compañeros que le dejaron gravemente herido.

“Las relaciones intercoreanas están más congeladas que el propio invierno”, comentaba Ri al comienzo de las sesiones, “pero así como bajo el hielo el agua sigue fluyendo sin descanso, el deseo de la gente de ver diálogo no se puede frenar”.

El propio Ri, que para marcar la atmósfera más relajada acudió a la reunión en traje de chaqueta y no  con el uniforme militar que lució hace dos años, llegó a sugerir que las conversaciones se desarrollaran públicamente y en la presencia de la prensa “para demostrar la sinceridad” del norte en la busca de diálogo. Cho prefirió contemporizar y mantenerlas a puerta cerrada.

Las reuniones de este martes han tenido lugar una semana después de que, en su alocución del 1 de enero, Kim Jong-un declarara que Corea del Norte ha completado su programa de armamento y -en lo que quiso presentar como un gesto de magnanimidad- se mostrara, por primera vez, abierto a la participación de su país en las Olimpiadas del sur. Casi de inmediato, Seúl ofrecía hablar sobre ello.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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