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Estambul duplica los policías en la calle para evitar otro atentado en Nochevieja

Más de 40.000 agentes vigilarán la ciudad en el primer aniversario del tiroteo en el que el ISIS mató a 39 personas en una discoteca

Homenaje este domingo a los asesinados en el club Reina de Estambul.Vídeo: YASIN AKGUL (AFP)
Andrés Mourenza

Estambul duplica los agentes en las calles esta Nochevieja para impedir un atentado como el que hace un año sacudió la última noche del año. La delegación del Gobierno en Estambul ha desplegado 37.000 agentes de policía y 4.000 gendarmes y guardacostas, más del doble de los que están de servicio en un día habitual. Es decir, prácticamente todas las unidades harán guardia durante este domingo.

Junto a este despliegue, las autoridades han prohibido varios actos públicos a fin de evitar la repetición de un atentado como el perpetrado en una discoteca a orillas del estrecho del Bósforo. Esa fatídica noche, el uzbeko Abdulkadir Masharipov, confeso militante de Estado Islámico, penetró en el Club Reina y abrió fuego contra la concurrencia que daba la bienvenida a 2017, matando a 39 personas e hiriendo a otras 70, en su mayoría turistas árabes.

Los yihadistas de Estado Islámico (ISIS por sus siglas inglesas) han emitido este año nuevas amenazas contra los “infieles” que conmemoren la llegada del año nuevo en todo el mundo. Así que la delegación provincial del Gobierno en Estambul ha pedido extremar las precauciones y que aquellos recintos que celebren fiestas refuercen la vigilancia (uno de los fallos en la masacre del Reina fue la ineficacia de la vigilancia privada a las puertas del club).

En los días previos a Nochevieja se han multiplicado las redadas policiales contra presuntas células del ISIS. El jueves se informó de la detención de 120 sospechosos en una docena de provincias turcas y el viernes de la captura de otros 75, entre ellos 46 en Estambul, prácticamente en su mayoría de nacionalidad extranjera. Algunos de los detenidos preparaban ataques contra los festejos de Nochevieja, según fuentes policiales citadas por la prensa local, y en los pisos francos investigados los agentes se incautaron de varias armas. Ya la pasada semana, 106 presuntos milicianos del ISIS fueron arrestados.

En los últimos meses se ha incrementado el número de detenciones en Turquía a medida que el ISIS iba perdiendo terreno de su califato y caía su capital, Raqa, ha impulsado a los yihadistas a huir de Siria e Irak.

“Estamos tomando todas las medidas posibles para asegurarnos de que nuestros ciudadanos, Dios mediante, puedan ver entrar el Nuevo Año con paz y seguridad”, afirmó el gobernador de Estambul, Vahip Sahin. Pero las celebraciones de este 31 de diciembre serán menos vistosas que antaño pues se han prohibido las aglomeraciones en plazas emblemáticas como la de Taksim, donde solían reunirse miles de personas para festejar la Nochevieja. “Las medidas de seguridad para Año Nuevo estarán en su nivel más alto. No habrá celebraciones y no se permitirán concentraciones”, afirmó Ismail Kiliç, jefe de la policía del distrito de Beyoglu, donde se halla Taksim, en declaraciones al diario Habertürk. Los Ayuntamientos de Besiktas y Sisli, dos distritos gobernados por la oposición laica y con una amplia oferta de ocio nocturno, han visto prohibidos “por razones de seguridad” varios actos al aire libre que tenían previstos para esta noche.

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Pero algunos de entre los críticos con el Gobierno conservador turco ven tras estas prohibiciones un intento de contentar al electorado más religioso. Varias organizaciones islamistas han llamado al “boicot de Año Nuevo y Navidad” y han aparecido carteles en los que se insta a la población a no festejar la llegada de 2018 e irse a la cama como cualquier día normal. Columnistas como Özlem Albayrak, del muy progubernamental diario Yeni Safak, consideran esta festividad (Año Nuevo no es laborable en Turquía) parte de la estrategia de “ingeniería social” de las elites republicanas para “occidentalizar” al pueblo turco. Para los islamistas, la celebración de Nochevieja es una vulgar copia de las tradiciones del “Occidente cristiano”.

Cierta razón no les falta: como en Turquía la mayor parte de la población es de creencia musulmana, toda la parafernalia asociada a la celebración de la Navidad se utiliza con la excusa de la festividad de Año Nuevo. Se engalanan calles y comercio con luces, se instalan abetos decorados (que en turco se llaman árboles de Año Nuevo), se venden flores de Pascua (que en Turquía se denominan flores de Atatürk, por el padre de la patria) y se colocan figuras de Papá Noel en puertas, ventanas y balcones. El día 31 se intercambian regalos tras una cena en la que el plato estrella es el pavo relleno y se da la bienvenida al año con ropa interior de color rojo.

Sin embargo, a los islamistas turcos aún les queda terreno que ganar en este aspecto. La realidad es que muchos turcos, cuando menos aquellos de las grandes ciudades del oeste del país, disfrutan de estas tradiciones sin preguntarse por su origen. Los vendedores de lencería están haciendo su agosto en diciembre, apenas hay carnicerías y restaurantes que no anuncien la venta de pavos y la administración de Lotería Nacional ha agotado prácticamente todos los billetes del sorteo especial de Año Nuevo.

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