Hollande carga contra Macron por sus rebajas fiscales a los ricos
El expresidente socialista se siente despreciado por su discípulo, más liberal y 'monárquico' que él
Desde que llegó al poder en mayo, Emmanuel Macron ha invitado a cenar al Elíseo al expresidente Nicolas Sarkozy y a su esposa, Carla Bruni. Sarkozy le admira: “Es como yo, pero mejor”. Otro expresidente vivo, Valéry Giscard D’Estaing, ha sido pródigo en elogios. Macron también ha visitado deferentemente al anciano Jacques Chirac, apartado de la luz pública. Todo son buenas sensaciones y complicidades entre el actual presidente francés y sus predecesores, excepto con uno: precisamente su mentor político, François Hollande. Ambos intercambian periódicamente invectivas cada vez menos veladas, hasta el punto de que Hollande empieza a aparecer como una de las voces críticas en el centroizquierda socialdemócrata contra el presidente liberal.
La tensión entre Hollande y Macron, colaboradores hasta hace unos meses, aumenta semana a semana. Lo que desencadenó la última disputa fue la entrevista que el presidente concedió el domingo a la cadena de televisión TF1. Allí cuestionó algunos aspectos de la política económica de Hollande y habló de su “presidencia charlatana”. Era una manera de despreciar el estilo de Hollande, aficionado a hablar continuamente con la prensa, por contraste con Macron, más parco en sus contactos con periodistas y sus apariciones públicas. Macron lanzó todos estos dardos sin mencionar por su nombre a Hollande. “Mi predecesor”, dijo, lo que, desde el círculo próximo a Hollande, se percibió como una injuria añadida. ¡Ni siquiera se dignaba a nombrarlo!
“Lo inverosímil es que Emmanuel Macron trata mal no solo a su predecesor, sino a la persona que lo 'hizo' a él”, comentó unos días después, en un café cerca de la Asamblea Nacional en París, Jean-Christophe Cambadélis, hasta hace unas semanas primer secretario del Partido Socialista francés, y aliado de Hollande. Cambadélis se refería, al decir que Hollande 'hizo' a Macron, a que políticamente creció bajo su tutela. “Me quedé atónito al ver que en su entrevista por televisión no pueda ni citar el nombre de la persona a quien llama ‘mi predecesor’. Ahí hay una forma de humillación pública que 'me interpela', como diría Macron”, continuó, ironizando sobre el vocabulario refinado que suele usar el presidente. “Y en estas condiciones, François Hollande no podía quedarse callado”.
Y Hollande no se quedó callado. En Seúl (Corea del Sur), donde se encontraba para participar en un foro internacional, criticó los planes fiscales de Macron. Los planes contemplan, entre otras medidas, eliminación del impuesto sobre las fortunas no inmobiliarias, aprobada el viernes en la Asamblea Nacional. “Si en un país se consolida la idea de una fiscalidad aliviada para los ricos y más pesada para los más modestos o las clases medias, está en cuestión la capacidad para movilizar [al país] para el futuro”, dijo. “Si debe haber reformas (...), que sean justas y equilibradas”.
No era el primer cruce de críticas a distancia entre Macron y Hollande pero sí el más explícito. La querella tiene algo de drama familiar. Porque Macron era para Hollande “el hijo que querríamos tener”, como dijo una vez. Macron dio sus primeros pasos como asesor de Hollande en el Elíseo en 2012. Más tarde Hollande lo nombró ministro de Economía.
Después de que Macron abandonase el cargo para lanzarse a la carrera presidencial, torpedeando las aspiraciones del presidente a la reelección, este dijo: “Me ha traicionado metódicamente”. La valoración era casi elogiosa: el discípulo había eliminado al maestro, pero era tan buen discípulo que lo había hecho con maestría. Personas de su entorno dijeron que, en la primera vuelta de las presidenciales, Hollande votó por Macron, y no por el candidato de su partido, Benoît Hamon.
En la campaña acusaban a Macron de ser Hollande bis: el verdadero sucesor del presidente más impopular de la VI República. Pero una vez en el cargo ha resultado ser —en su estilo monárquico, opuesto a la presidencia normal que practicaba su antecesor, y en sus políticas de inspiración liberal— el anti-Hollande.
Hollande se resiste al retiro dorado de otros presidentes. Político por vocación, quiere seguir interviniendo en el debate. Le desagrada la falta de reconocimiento a su mérito en la recuperación económica. Macron, que se inclina al centro-derecha, deja un espacio vacío en el centro izquierda que alguien puede ocupar. ¿El regreso de Hollande? “Él no razona así”, replica Cambadélis. “Lo deja todo abierto. Es posible, es imposible, veremos”.
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