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En libertad el escritor Dogan Akhanli, reclamado por Turquía

El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha puesto en libertad al escritor turco-alemán Dogan Akhanli

Andrés Mourenza

España se ha visto inmersa en los rifirrafes entre Turquía y varios Estados europeos tras detener, a petición de las autoridades de Ankara, a dos escritores de origen turco pero con nacionalidad sueca y germana. El último de ellos, Dogan Akhanli, residente en Colonia desde 1995 y naturalizado alemán, fue arrestado el sábado cuando se encontraba de vacaciones en Granada, pero el domingo el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu lo puso en libertad condicional.

El escritor turcoalemán Dogan Akhanli, retratado en Colonia en 2011
El escritor turcoalemán Dogan Akhanli, retratado en Colonia en 2011OLIVER BERG (EFE)

Según explicó uno de sus abogados, Akhanli no podrá abandonar España mientras la Justicia decide si es extraditado o no a Turquía, tal y como exigen los tribunales de este país, que lo acusan de “pertenencia a organización terrorista”, “robo” y “asesinato” en un proceso por el que ya fue absuelto en 2011 pero que posteriormente fue reabierto.

El ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, felicitó a España por la decisión adoptada y pidió que Akhanli no sea extraditado. “Sería horrible que Turquía consiguiera encarcelar a gente en la otra punta de Europa por alzar su voz contra el presidente Recep Tayyip Erdogan”, afirmó Gabriel. La canciller Angela Merkel se ofreció horas más tarde a hablar con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, sobre el destino de los escritores.

El caso de este escritor se une el de Hamza Yalçin, detenido en el aeropuerto de Barcelona el pasado 3 de agosto y aún en prisión preventiva por estar acusado en Turquía de “insultar” al presidente Erdogan y estar vinculado a un grupo armado de extrema izquierda. Yalçin y Akhanli tienen en común haber participado en organizaciones izquierdistas turcas o su entorno y haberse exiliado de su país —a Suecia y Alemania, respectivamente— a raíz del golpe militar turco de 1980, que borró del mapa todas las organizaciones políticas e instauró un reinado de terror. También el hecho de que, a través de la prensa y la literatura, se implicaron en la defensa de los derechos humanos en su país o en temas tabú como el genocidio armenio o la situación de los kurdos, pese a haber adquirido la ciudadanía de los Estados que los acogieron. Llama la atención que Turquía ponga tanto ahínco en su detención precisamente ahora cuando ni siquiera son figuras influyentes entre los opositores turcos.

La policía española ha detenido a ambos escritores porque sobre sobre ellos pesaba una “notificación roja” emitida por Turquía. Este sistema de alerta es gestionado por la Interpol y equivale a una orden de detención y extradición internacional. Sin embargo, no todos los Estados la aplican con el mismo rigor ya que, como han criticado varias organizaciones de defensa de los derechos humanos, entre ellas la británica Fair Trials International, algunos gobiernos autoritarios “abusan” de esta medida, especialmente desde que se reformó el sistema y cada Estado miembro puede subir sus peticiones a la base de datos sin el visto bueno previo del cuartel general de Interpol.

A las varias voces que han exigido a España que desoiga la petición turca, por la ausencia de garantías a que en su país tengan un juicio justo, se ha unido también Austria. Su canciller, Christian Kern, anunció el domingo que pedirá a Mariano Rajoy que rechace la extradición de los dos escritores reclamados por Ankara. “Ya resulta inaceptable que Erdogan persiga a periodistas y activistas en Turquía. Pero que ahora trate de hacerlo en Europa supone llevar las relaciones de la Unión Europea y Turquía a un nuevo mínimo”, publicó el mandatario en Facebook.

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