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Estados Unidos las teme: son adolescentes, afganas y están llenas de sueños

La Administración Trump prohíbe la entrada a un equipo femenino afgano que iba a participar en Washington en un concurso de robótica para estudiantes

J.M. AHRENS
Las seis integrantes del equipo afgano que iba a competir en el First Global Challenge.
Las seis integrantes del equipo afgano que iba a competir en el First Global Challenge.Divulgação

Estados Unidos las teme. Son seis adolescentes afganas que tienen un solo sueño: participar en un concurso internacional de robótica. En un país azotado por la guerra y la discriminación a las mujeres, ellas formaron equipo en los institutos de Herat y, desoyendo las tradiciones, decidieron presentarse al First Global Challenge, una competición tecnológica para estudiantes de todo el planeta. El reto, que se celebra este mes en Washington, consiste en construir un robot que distribuya bolas. Una prueba de ingenio ante la que las autoridades de Estados Unidos han mostrado su lado más oscuro y han denegado el visado a las muchachas.

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El motivo del polémico rechazo no ha sido hecho público. El Departamento de Estado guarda silencio. Pero en Estados Unidos no se ha dudado mucho. Desconfianza, sospecha o simplemente la intransigencia de una Administración que ha impuesto un veto migratorio a seis países (Irán, Libia, Somalia, Siria, Sudán y Yemen) y que somete a Afganistán a controles extremos. “Esto es una desilusión tremenda, son unas muchachas extraordinariamente valientes”, ha dicho el presidente del concurso, el excongresista demócrata Joe Sestak.

La primera señal de que aquello no andaba bien surgió en marzo. Los materiales que había enviado la organización para construir el robot no les llegaron. Habían quedado retenidos en la frontera por miedo a un uso terrorista. Las estudiantes no se arredraron y optaron por preparar la máquina con elementos domésticos. Una vez hecho, pidieron permiso a sus padres para viajar a Kabul y solicitar el visado en la Embajada de EE UU. Quinientos kilómetros de esfuerzo que, tras meses de espera, quedó en nada.

La desilusión fue profunda. No entendían porque no se les daba la oportunidad de demostrar lo que eran capaces, ha recordado a la empresaria y pionera Roya Mahboob, fundadora de una compañía de software en Afganistán y patrocinadora del equipo.

Con el sueño roto, la organización les ha dado ahora la posibilidad de seguir el concurso vía Skype. No está claro qué harán. Cuando se presentaron, escribieron con candor: “Deseamos transformar la cultura de nuestra comunidad; queremos desarrollar nuestra mente y creatividad y tal vez revelar el genio que hay dentro de nosotras. Esta oportunidad nos permitirá inventar, diseñar y crear. Los grandes avances nacen del sueño de un niño de hacer algo grande. Queremos ser ese niño y perseguir nuestros sueños para mejorar la vida de nuestra gente”. Como han podido comprobar, no todos están de acuerdo.

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Sobre la firma

J.M. AHRENS
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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