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De la conmoción con Le Pen padre, a la indiferencia con la hija

La candidata del Frente Nacional no provoca hoy el mismo rechazo que generó su progenitor en 2002

Silvia Ayuso
Jean-Marie Le Pen y su hija Marine en un mitin de 2012, en Niza.
Jean-Marie Le Pen y su hija Marine en un mitin de 2012, en Niza.BORIS HORVAT (AFP)

Cuando Nicolas Lebourg acudió el lunes a la manifestación convocada en París por SOS Racismo para protestar por el pase a la segunda vuelta de las presidenciales de Marine Le Pen, se topó con una triste sorpresa. “No éramos ni 300 personas en la Plaza de la República”, lamenta este historiador especializado en la extrema derecha. En ese mismo lugar, en 2002, cientos de miles de personas se congregaron para protestar por la clasificación para la recta final de las elecciones del entonces líder del Frente Nacional (FN) y padre de la actual candidata, Jean-Marie Le Pen.

La Francia que vive de nuevo el ascenso de la extrema derecha no es la misma de 2002, como tampoco lo es el resto del mundo. Hace 15 años, Donald Trump solo ocupaba titulares en los tabloides y hoy es presidente de Estados Unidos, los europeos aprendían a manejarse con la nueva moneda común, el euro, y el Brexit que ahora comienza a negociarse en la UE era algo inconcebible. Y lo que en 2002 pareció una peligrosa anormalidad, la presencia en la segunda vuelta presidencial en Francia del candidato de extrema derecha Jean-Marie Le Pen, ha sido recibido en 2017 casi con indiferencia.

Una indiferencia que, no obstante, ha causado inquietud. El propio presidente saliente, el socialista François Hollande, ha hecho sonar la alarma. “Creo que no se ha tomado verdadera conciencia de qué es lo que pasó el domingo [en la primera vuelta]“, advirtió esta semana sobre el duelo que enfrentará a Le Pen y al centrista Emmanuel Macron por el Elíseo el 7 de mayo. El Frente Nacional no ha dejado de aumentar en votos desde que ella tomó las riendas del partido fundado por su padre en 1972. El domingo superó por primera vez la barrera del 20%, con 7,68 millones de sufragios, y ello se debe en buena parte a la calculada estrategia de esta abogada de 48 años, que ha realizado un profundo lavado de cara del FN, la llamada “desdiabolización” del partido.

“Yo soy un antiguo paracaidista, ella es una madre de familia. Es normal que ella dé una imagen más tranquilizadora”, declaró este miércoles a Le Parisien el propio Jean-Marie Le Pen, al que su hija expulsó del partido en 2015.

Pero según Lebourg, la “normalización” o banalización del FN no se explica solo con las medidas cosméticas de la formación, sino que hunde su raíz en una profunda crisis de la política francesa, sobre todo de la izquierda. “Hay dos cosas que han cambiado. De un lado, ha habido una normalización del FN, y de otro, la deconstrucción de la cultura de izquierda”, que, entre otras cosas, “ya no sabe movilizar referentes antirracistas” ante el avance de Le Pen, señala.

“Es sorprendente que la izquierda radical de Francia Insumisa [con Jean-Luc Mélenchon, cuarto en la primera vuelta], que ha sabido renovar completamente el movimiento con un equipo muy bueno y sacarlo de la cultura de la Internacional, el puño en alto y las banderas rojas, sea incapaz de dar referentes que le hablen a la juventud de hoy en lo que se refiere a movimientos antirracistas”, destaca Lebourg. “Todos hemos integrado tanto que el antirracismo moral ya no sirve para frenar al FN, que ha sido un fracaso, hoy no tenemos nada” para hacerle frente, añade.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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