El socialismo de la visión
Artistas rusos como Rodchenko o Ivanochich, y cineastas como Eisenstein y Vertov, hicieron de sus carteles un poderoso medio para contagiar ideas, sentimientos y estados de ánimo
Decidme francamente, ¿qué debería quedar de Lenin, un artístico busto de bronce, el diario de su secretaria o, por el contrario, un álbum de fotografías y pósters donde se le viera trabajando y en sus horas de descanso?”. La interpelación de Aleksander Rodchenko, un pintor talentoso que se convirtió en diseñador gráfico y fotógrafo, fue también la gran pregunta de la revolución rusa y apunta a esa intuición del celebrado poder de los medios de comunicación capaz de producir una nueva conciencia colectiva al servicio de una fantasía milenaria: la extinción del Estado por medio de la dictadura del proletariado. Como Rodchenko, autores como Maiakosvsky, Mikhailovich, Tatlin, Stachievich, Ivanochich, y cineastas como Eisenstein y Vertov, crearon un arte de la esperanza, transformador, un poderoso medio para contagiar ideas, sentimientos y estados de ánimo.
La agitación y la propaganda adquieren particular agudeza y efectividad cuando están revestidas con las formas directas y eficaces de un arte que no necesariamente se encuentra en pinturas ni monumentos. A Rusia no le sobraba el bronce, ni el hierro. Tampoco obreros. Los artistas debían emplearse en trabajos baratos, modernos y accesibles a todos. El medio ideal fue el cartel (una lista incompleta de los carteles distribuidos entre 1917 y 1923 asciende a tres mil), el diseño gráfico, incluso la decoración de trenes y barcos agitprop, como el Krasnaya Svezda, que discurría por el Volga distribuyendo folletos y proyectando películas para los trabajadores y sus familias. La fotografía sobre el cartel de propaganda preparó el “socialismo de la visión”.“Fotografiar y ser fotografiado”. Esta fue la proclama de Rodchenko.
Pero el sueño de la imagen veraz y desnuda murió con el sepelio de Lenin. De él quedó su imagen, repetida, copiada, distribuida. Después llegaron las purgas y el ideal constructivista desapareció bajo el absolutismo de un arte de masas llamado a reforzar el narcisismo del poder.