Trump, al borde de su mayor fracaso con la reforma sanitaria
Los halcones republicanos quiebran la mayoría republicana y se niegan a aceptar la propuesta del presidente. La votación es hoy a las 15.30 hora local
Donald Trump está a punto de sufrir su mayor humillación pública. La votación de la reforma sanitaria, prevista para las 15.30 locales en la Cámara de Representantes, camina hacia el fracaso. Pese a las presiones y amenazas lanzadas por el multimillonario, el Freedom Caucus, que reúne a una treintena de radicales herederos del Tea Party, mantiene su negativa a aprobar la ley en los términos ofrecidos por el presidente de Estados Unidos. Su rechazo quiebra la mayoría republicana y ha llevado a su líder en la Cámara, Paul Ryan, a acudir de urgencia a la Casa Blanca para tratar de salvar la situación. Un fracaso hoy, en el primer examen parlamentario de Trump, no solo dejaría en evidencia su debilidad, sino que pondría en la picota otros grandes proyectos como la reforma fiscal, el plan de infraestructuras (un billón de dólares) y las leyes migratorias.
La demolición del Obamacare ha sido durante años la bandera que ha unido a las huestes republicanas. Desde que en 2010 el presidente demócrata sacará adelante su proyecto, los conservadores lo han considerado compendio de los males de la izquierda. Da igual que haya extendido la cobertura a 20 millones de personas o que haya puesto veto a la cruel práctica de las aseguradoras de rechazar o esquilmar a pacientes con dolencias previas. Para los republicanos el sistema desarrollado por Obama ataca la raíz de su ideología: amplia la burocracia federal, ahonda el déficit y acaba con la libertad de elección.
Trump, con instinto político, supo monopolizar este malestar. En campaña y como presidente golpeó sin compasión la criatura de Obama y anunció que sería él y nadie más quien la sacrificaría. A principios de marzo, cuando el líder republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, presentó el proyecto alternativo, el presidente se lo apropió políticamente. Tras el fracaso judicial de su veto migratorio y con las llamas del escándalo ruso cercándole, la reforma sanitaria se volvió su gran válvula de escape.
El proyecto apadrinado por Trump se define por eliminar la obligatoriedad del seguro médico, congelar el programa para los más desfavorecidos y demoler el aparato impositivo que nutre la red asistencial. La deconstrucción es profunda pero no completa. Sigue prohibiendo a las aseguradoras rechazar a un paciente con enfermedades previas y da largos plazos para desmantelar la obra de su antecesor.
La Oficina Presupuestaria del Congreso, un organismo no partidista y cuyos estudios gozan de reconocimiento general, ha establecido que la aplicación del plan republicano supone dejar sin seguro médico a 14 millones de personas el año próximo y 24 millones en una década, lo que elevaría la población sin cobertura a 52 millones. También implicaría una subida de las pólizas del 15% al 20% para los dos próximos años. Todo ello ha sido desmentido por la Casa Blanca, que insiste en que nadie quedará sin asistencia, y que ha tomado como única referencia del estudio el ahorro que implica su proyecto: 155.000 millones de dólares en una década.
Para los radicales nada de esto vale. Su obsesión es que se abaraten los seguros médicos. Con este fin piden que se eliminen las denominadas prestaciones sanitarias esenciales incluidas por ley en las pólizas y que comprenden la medicina preventiva, la atención de urgencias, la estancia hospitalaria, los cuidados mentales y la maternidad. Sólo si se retiran estos elementos están dispuestos a aceptar la reforma. La petición es prácticamente suicida. Como ha recordado Paul Ryan, si se acepta, la reforma nunca podrá superar el filtro del Senado, donde la mayoría republicana es exigua (52 contra 48) y los moderados ya han anunciado que rechazarían una ley deshuesada hasta tal punto.
Las negociaciones para superar el bloqueo son frenéticas. Trump, el vicepresidente Mike Pence y todas las fuerzas de la Casa Blanca intentan sacar adelante el proyecto. Pero los halcones, los últimos supervivientes del Tea Party, se han hecho fuertes en el no y están dispuestos a sacar tajada. Si en las próximas horas Trump no logra que se apruebe su reforma sanitaria, habrá sufrido mucho más que un descalabro parlamentario.
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