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La viuda del militar que enterró fugazmente la pelea política

Ante los políticos que ha denigrado, Trump se estrena en el Congreso con una emotiva referencia a un soldado muerto

Donald Trump se dirigió este martes en persona a los políticos que denigró en la campaña electoral y en su toma de posesión como presidente. El magnate inmobiliario debutó en el Congreso ante unos legisladores y un país polarizado que observan desorientados su primer mes en la Casa Blanca. No fue la recepción ideal: al margen de los aplausos habituales, hubo abucheos y silencios incómodos. Pero Trump logró parte de la unidad y reconciliación que prometió en su discurso con una emotiva referencia a un militar muerto.

Cuando se acercaba el final de su discurso ante la sesión conjunta de las Cámaras del Congreso, el presidente logró que el hemiciclo entero se levantara y aplaudiera durante unos largos minutos a Carryn Owens, la viuda de William Ryan Owens, el Navy Seal, de 36 años y con tres hijos, que murió a finales de enero en Yemen. Fue el primer militar fallecido en combate en la presidencia del republicano. El pasado domingo se supo que su padre declinó reunirse con Trump, molesto por la operación antiterrorista, plagada de sombras, en que murió su hijo.

La polémica con el padre quedó disipada con la mención a la viuda del militar. “Ryan murió cómo vivió: un guerrero, un héroe batallando contra el terrorismo y protegiendo nuestra nación”, dijo Trump, que defendió que la misión, en la que murieron 14 miembros de Al Qaeda y 20 civiles, propició el acceso a información de inteligencia crucial. Sentada en la zona de invitados de la Cámara de Representantes junto a Ivanka Trump, la hija del presidente, Carryn Owens lloraba sin fin y miraba al techo del hemiciclo entre un imponente coro de aplausos.

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Fue el momento más emotivo de la noche y permitió enterrar fugazmente las peleas políticas.

Desde la solemne tribuna de la Cámara, Trump tuvo enfrente a algunos de sus críticos más feroces, la mayoría demócratas pero también republicanos, como el senador John McCain. También a viejos rivales a los que insultó repetidamente en las primarias republicanas, como los senadores Marco Rubio y Ted Cruz.

Fue una noche de contrastes. Trump honró al soldado fallecido en Yemen, pero lleva meses cuestionando el sacrificio militar de McCain como prisionero de guerra en Vietnam y, como candidato electoral, aseguraba saber más que los generales.

La actitud del veterano senador republicano fue un termómetro de la inquietud que despiertan algunas de las medidas de Trump, como sus ataques a la prensa o guiños a Rusia, entre la ortodoxia republicana. Fueron frecuentes los aplausos de la bancada republicana a la hora de discurso de Trump, que habló con calma y fue más conciliador y optimista que en su alocución de investidura en enero. Pero lo más revelador fueron los momentos de incómodo silencio o aplausos tímidos. McCain, entre otros, se quedó impasibles cuando Trump destacó la retirada de EE UU del tratado de libre comercio con el Pacífico, una decisión en las antípodas de la doctrina clásica conservadora en política comercial.

Una escena fue premonitoria. McCain estaba sentado en la tercera fila de asientos detrás de los miembros del Gobierno del republicano. Antes del discurso, Reince Priebus, el jefe de gabinete del presidente, se acercó a saludar a McCain y al senador Lindsey Graham, otro republicano crítico con Trump, que estaba sentado a su lado. Sonriente, Priebus hizo con sus manos un gesto de calma, como si les pidiera a ambos que frenaran un poco sus reproches al mandatario. Los tres rieron y estuvieron un rato hablando animadamente.

John McCain junto con Lindsey Graham este martes en el Congreso.
John McCain junto con Lindsey Graham este martes en el Congreso.WIN MCNAMEE (AFP)

No fue lo único inusual en la cita anual en el Capitolio. Menos legisladores que, con Barack Obama de presidente, se acercaron a saludar a Trump mientras enfilaba por el pasillo central su entrada y salida del hemiciclo. Una treintena de legisladoras demócratas iban vestidas de blanco en honor del sufragio femenino. Y entre los asientos de invitados, había varias mujeres con un velo islámico que apenas aplaudieron al presidente. Muchas habían sido invitadas para protestar contra el veto de Trump, bloqueado por la justicia, a la entrada a EE UU de visitantes de siete países musulmanes.

La heterodoxia política de Trump, que combina propuestas clásicas republicanas con otras más cercanas a las bases demócratas, también se midió en el termómetro de los aplausos. Muchos más demócratas que republicanos aplaudieron cuando el presidente defendió establecer un sistema de baja pagada por maternidad, una propuesta clásica progresista que los conservadores rechazan.

Pero fue un espejismo. En los últimos minutos de su discurso, Trump, que ha hecho de la retórica agresiva una seña de identidad, proclamó: “Ha terminado el tiempo de las luchas triviales”. Hubo carcajadas y abucheos en la bancada demócrata.

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