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¿Cuál era la pregunta del referéndum en Italia?

Matteo Renzi dimite tras el fracaso de su plan de reforma constitucional, con el 60% de los votos en contra

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, anuncia su dimisión en el Palazzo Chigi en Roma, este domingo.por la noche.
El primer ministro italiano, Matteo Renzi, anuncia su dimisión en el Palazzo Chigi en Roma, este domingo.por la noche.GREGOR FISCHER (EFE)

Los italianos han rechazado en masa en las urnas el plan de reforma constitucional apoyado por el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que ni siquiera esperó al final del recuento para dimitir como había prometido. Un resultado contundente —59,11% por el no frente a un 40,89% por el — que se ha interpretado como un plebiscito sobre el liderazgo de Renzi, pero que en realidad consistía en una enrevesada pregunta para modificar 47 artículos de la Constitución; algo a los que se oponían partidos de la oposición como el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte. ¿Qué han rechazado exactamente los italianos?

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La pregunta

"¿Aprueba el texto de la ley constitucional concerniente a “la supresión del bicameralismo paritario, la reducción del número de parlamentarios, la contención de los costes de funcionamiento de las instituciones , la supresión del CNEL y la revisión del título V de la parte II de la Constitución, aprobado por el Parlamento y publicado en la Gaceta Oficial número 88 del 15 de abril de 1016?"

1. Supresión del bicameralismo perfecto

De todas las reformas que planteaba la consulta, la más relevante es aquella que contempla la supresión del bicameralismo perfecto rebajando las competencias del Senado hasta convertirlo en un órgano de representación territorial. En Italia, la Cámara de Diputados y el Senado tienen las mismas competencias y, por tanto, las leyes tienen que aprobarse por partida doble, provocando en muchas ocasiones un bloqueo institucional que puede durar meses e incluso años. El resultado es que en los últimos 70 años de democracia se hayan sucedido nada menos que 63 gobiernos. El plan de Renzi para acabar con la ingobernabilidad crónica de Italia pasaba por dos reformas combinadas. En primer lugar, una nueva ley electoral –aprobada en mayo de 2015 bajo el nombre de Italicum—que contempla un premio de mayoría del 55% de los escaños a la lista que supere el 40% de los votos y, en el caso de que ninguna formación lo alcanzase en primera convocatoria, una segunda vuelta. El segundo y determinante paso era la reducción del Senado hasta convertirlo en una cámara casi decorativa. De esta forma, la Cámara de Diputados sería la única que otorgara o denegara la confianza al Gobierno. Los diputados hubieran seguido siendo 630 y se elegirían por sufragio universal, como hasta ahora.

2. Nueva configuración del Senado y reducción de costes

La reforma constitucional de Renzi pretendía, en primer lugar, una reducción drástica del número y de las competencias de los senadores. De los 315 de la actualidad se pasaría a 95, que no serían elegidos como hasta ahora mediante elección directa de los ciudadanos, sino que 74 serían nombrados por los consejos regionales y 21, por los alcaldes. Estos 95 podrían llegar hasta un centenar si el presidente de la República utilizaba su prerrogativa de elegir hasta cinco para un mandato de 10 años. Los nuevos senadores, que solo tendrían competencia legislativa sobre reformas o leyes constitucionales, no iban a cobrar un sueldo del Senado, sino aquel que les correspondiera por sus cargos regionales o municipales. Sí seguirían teniendo derecho a inmunidad parlamentaria. Lo más curioso del asunto es que los nuevos senadores no permanecerían en el cargo toda una legislatura, sino durante el tiempo que durasen sus cargos respectivos en la administración regional o local. Esto provocaría que la entrada y salida de senadores fuera continúa y que pudieran cambiar las mayorías durante la misma legislatura. Desaparecerían además los senadores vitalicios, escogidos hasta ahora por los presidentes de la República de entre las personalidades que “han ilustrado a la Patria por sus altísimos méritos en el campo social, científico, artístico y literario”.

3. Supresión del CNEL

Si se le pregunta a un italiano medio, e incluso a un italiano bien informado, qué es el CNEL, es muy fácil que no tenga ni idea. El Consejo Nacional de la Economía y del Trabajo es un organismo creado en 1948 con el fin de tender puentes entre la sociedad civil y los gobernantes, pero que con el tiempo se ha ido desdibujando hasta convertirse en un ente irrelevante (aunque muy costoso) y casi invisible. De sus 64 componentes, 10 son elegidos por el presidente de la República (ocho de ellos) y el jefe del Gobierno (los otros dos) por su relevancia en los ámbitos de la economía, las ciencias sociales o el derecho. El resto son representantes de los trabajadores, los empresarios y el voluntariado. El coste del CNEL ronda los 20 millones de euros al año

4. Revisión del título V de la Constitución

Expresado en román paladino, la reforma del título V pretende reforzar al Estado frente a los entes territoriales, recuperando algunas competencias, —energía, infraestructuras estratégicas o protección civil— y otorgando incluso a la Cámara de Diputados la capacidad de aprobar leyes en el ámbito de competencia de las regiones “cuando lo requiera la tutela de la unidad jurídica o económica de la República o el interés nacional”. El objetivo de la llamada “cláusula de supremacía” era adelgazar el enorme sistema burocrático italiano para evitar duplicidades y los tan habituales litigios en los tribunales sobre el ámbito competencial. La reforma eliminaba además las 110 provincias una vez que sus funciones hayan ido disminuyendo de forma paulatina.

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