Alemania exige a May atenerse a las reglas europeas durante el ‘Brexit’
Schäuble protesta contra los planes británicos de grandes rebajas en el impuesto de sociedades
El Gobierno alemán reaccionó el lunes con indignación a los planes británicos de rebajar el impuesto de sociedades hasta convertirse en el país del G20 con menor presión fiscal para sus empresas. El ministro Wolfgang Schäuble recordó a Reino Unido que, como miembro de la UE, sigue vinculado a sus normas. Y que incluso cuando abandonen el club europeo, deberán respetar los acuerdos sobre fiscalidad del G20. “Si es que son gente decente”, apostilló el ministro en Berlín.
Tras el shock del referéndum del Brexit, Alemania estuvo entre los países europeos que reaccionaron con un tono más pausado hacia Londres. Pero los titubeos y anuncios de dureza parecen estar agotando la paciencia de muchos en Berlín. El último motivo de malestar llegó con el anuncio de nuevas ventajas fiscales para las empresas de las islas. Schäuble recordó que la cumbre del G20 del año pasado en Antalya (Turquía) acordó justamente lo contrario de lo que ahora pretende hacer el Gobierno británico.
May tendió el lunes una mano a los empresarios, con los que hasta ahora ha tenido una relación más que fría. Les prometió el impuesto de sociedades más bajo de las 20 mayores economías del mundo. En su primer discurso ante los miembros de la Confederación de la Industria Británica, la primera ministra dio a entender que el impuesto bajará más y más rápido de lo esperado.
Está previsto que el impuesto de sociedades en Reino Unido, ahora en el 20%, baje al 17% para 2020. Pero el anuncio de May invita a pensar que podría dejarlo por debajo del 15%, en línea con los planes del presidente electo de EE UU, Donald Trump. El anterior canciller del Exchequer, George Osborne, que rebajó el impuesto del 28% al 20%, ya había jugado en el último año con la idea de recortarlo hasta un 15% para contentar a los empresarios preocupados por el Brexit.
Tregua con los empresarios
La primera ministra británica, Theresa May, mostró su distanciamiento con los empresarios, que gozaron de una enorme sintonía con su antecesor, David Cameron, el mes pasado en el congreso anual del Partido Conservador en Birmingham. May dejó entonces clara su intención de no guiarse por "los intereses de unos pocos privilegiados". El tono de sus palabras, unido a anuncios como la obligatoriedad de la presencia de los trabajadores en los consejos, los límites salariales a los ejecutivos o la obligación a las empresas de publicar el número de empleados extranjeros, fueron interpretados como toda una declaración de guerra. El sector, además, ha sido muy crítico con la tendencia de la primera ministra hacia un Brexit duro, que dé prioridad al control de fronteras a costa de renunciar al acceso al mercado único.
Pero el discurso del lunes marca el principio de un acercamiento que, con toda probabilidad, se consumará con el presupuesto de otoño que presenta el miércoles el titular de Economía, Philip Hammond.
Schäuble ya dejó claro su enfado la semana pasada, cuando reiteró que Reino Unido debe cumplir con todos sus compromisos hasta su salida total de la UE. El ministro alemán fue más allá, y alertó de que algunas obligaciones británicas se alargarán en el tiempo, incluso después de que se produzca el Brexit. "Incluso hasta 2030. Así que no podemos garantizar rebajas generosas", aseguró en una entrevista con el Financial Times.
Pero hay más motivos de malestar. El acuerdo entre el Gobierno británico y Nissan para salvar la planta de Sunderland, que emplea a 7.000 personas, no cayó bien. Berlín insiste en vigilar de cerca un pacto que podría vulnerar las normas europeas de competencia. La canciller Angela Merkel se vio en Berlín con May la semana pasada. Fuentes diplomáticas explican que la líder alemana se mantuvo inamovible en su principio de no cuartear los principios fundamentales de la UE, es decir, no permitir disfrutar de las ventajas del mercado único si no se garantiza la libertad de movimiento de personas. En este principio fundamental, Merkel encontró el apoyo del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Los líderes europeos temen que, si conceden demasiadas facilidades a Londres, estén dando alas a los populistas que en otros países quieren seguir el ejemplo británico y abandonar la Unión. En este grupo, todas las miradas se dirigen hacia la líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen, que parte como favorita para la primera vuelta de las elecciones presidenciales del próximo año.
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