La confesión de la hermana del gánster
Astrid Holleeder, emparentada con el delincuente más famoso de Holanda, vende 80.000 ejemplares de su relato familiar, que llama testamento, porque cree que la matará
Apodado la nariz, por razones obvias, Willem Holleeder, de 58 años, el gánster más famoso de Holanda, asiste impasible estos días a la divulgación de las miserias de su familia desde el banquillo de los acusados. Su hermana, Astrid, acaba de publicar unas memorias tituladas Judas, que califica de testamento porque está segura de que la matará. Ya lo ha intentado una vez, y hasta logró reunir, desde la cárcel, 70.000 euros para pagar a un sicario. Impresa en secreto, la primera edición, de 80.000 ejemplares, se vendió en un día y ha conmocionado al país. Mientras llega la segunda, las librerías llenan su hueco con la biografía del futbolista Johan Cruyff, y las últimas revelaciones sobre el matrimonio de la antigua reina Juliana y el príncipe Bernardo. Dos valores seguros.
Desgarrador, el relato de Astrid Holleeder, de 50 años, empieza en 2012, cuando tras décadas de amenazas e intimidaciones pensó incluso en asesinar a su hermano. “Creo que debí haberlo hecho. Me hubiera liberado antes. Me habrían impuesto nueve años, y en seis estaría fuera. Joven todavía para rehacer mi vida. Ahora, sin embargo, cumplo cadena perpetua, tanto si le condenan como si no”, escribe en el libro. Hijos de un empleado de la cervecera Heineken, alcohólico y violento, su hermano “heredó lo peor; es un psicópata”, cuenta en la obra. Ella es abogado penalista, pero el historial delictivo fraterno se remonta a 1983. Participó entonces en el secuestro de Freddy Heineken, presidente de la compañía, y le cayeron once años de prisión. En 2007 sumó otros nueve, por extorsión, y está siendo juzgado de nuevo por su participación en seis asesinatos. Entre ellos, el de su cuñado. Cuando Astrid y su otra hermana, Sonja, la esposa del muerto, oyeron que los rivales de su hermano pensaban matarlas, decidieron colaborar con la justicia. Y lo hicieron al más puro estilo policial.
Astrid supo ganarse la confianza de Willem, que le contaba detalles de sus delitos. Creía tenerla atada porque le daba información comprometedora, pero la abogada grabó las conversaciones y las entregó a los agentes. “Es curioso que estas mujeres, que declinan declarar cuando las interrogamos en la sala de vistas, cuenten tantas cosas de repente en un libro”, han denunciado los abogados de Holleeder. También han criticado a la prensa holandesa por “publicar solo una versión de los hechos, sin consultar a la otra parte”. Su cliente, mientras, está recluido en la misma cárcel de máxima seguridad usada para presuntos terroristas y rechaza hablar ante el juez. Sorprendentemente, desde allí planeó atentar contra sus hermanas, a 35.000 euros por cabeza, siempre que Astrid fuera la primera. “Mi libro es el testamento que dejo para mi hija. Al menos así sabrá cómo ha sido nuestra vida”, ha dicho ella.
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