Obama llama en el funeral de Simón Peres a reanudar el proceso de paz de Oriente Próximo
Netanyahu y el palestino Abbas se saludan por primera vez en seis años en Jerusalén en la ceremonia
Simón Peres, expresidente israelí y premio Nobel de la Paz, cabalgó simbólicamente después de muerto este viernes en su propio funeral. El sepelio organizado en Jerusalén logró lo que que muchos líderes del mundo no habían conseguido en más de seis años: que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, estrechara en Israel la mano del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, presente en el cementerio nacional del monte Herzl.
Fue un hermoso gesto de, por ahora, impredecibles consecuencias diplomáticas. Pero después de la ruptura de las negociaciones israelo-palestinas en abril de 2014, la imagen del saludo entre ambos dirigentes parecía difícil de repetirse. La ceremonia, transformada en un cónclave internacional al que asistieron dignatarios de unos 70 países en homenaje a Peres, fue el mejor escenario que el presidente fallecido a los 93 años pudo legar para el reencuentro de Abbas con Netanyahu.
Video: PM Netanyahu meets PA President Abbas at the funeral of Israel's ninth President, #ShimonPeres. pic.twitter.com/CQW3k7fRGh
— Ofir Gendelman (@ofirgendelman) September 30, 2016
Aunque en la Ciudad Santa para las tres religiones del libro las acciones suelen valer más que las palabras, el elogio fúnebre pronunciado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ante el féretro de Peres, que cerró el acto oficial, volvió al menos a poner el foco de la atención internacional sobre un proceso de paz que parecía ya enterrado. El mandatario norteamericano fue el único orador que se refirió por su nombre a Abbas, sentado en primera fila junto a otros jefes de Estado y de Gobierno. “Su presencia nos muestra que la tarea de la paz aún no ha concluido”, destacó.
En su homenaje a la figura del finado, Obama también recordó que, “incluso frente a los ataques terroristas, frente a los desacuerdos en la mesa de negociaciones, Peres insistió en que [los palestinos] eran seres humanos”. Rememoró además sus propios encuentros con un “gigante del siglo XX”, y un líder israelí que se entrevistó “con todos los presidentes estadounidenses del John F. Kennedy”. De una de esas citas extrajo una reflexión de Peres que —pronunciada en Jerusalén y ante el primer ministro Netanyahu y el presidente Abbas— sonó a algo más que una frase de despedida a un viejo exmandatario fallecido: “El pueblo judío no vino a este mundo a dominar a otro pueblo. Estamos en contra de amos y esclavos”.
Netanyahu había elogiado minutos antes el papel de Peres en la historia del Estado judío. “Fue un gran hombre para Israel, y para todo el mundo. Todos estamos en duelo", proclamó ante la familia y los dignatarios locales y nacionales asistentes. Además de Obama, acudieron al sepelio el expresidente norteamericano Bill Clinton, bajo cuyo mandato se firmaron los Acuerdos de Oslo entre israelíes y palestinos, que le reportaron el Nobel a Peres. Así mismo se hallaban presentes en un lugar destacado el presidente francés, François Hollande, y el de México, Enrique Peña Nieto, en medio de un largo cortejo mandatarios, ministros, diplomáticos y otros dignatarios y figuras retiradas de la política.
Por parte española, la delegación estuvo encabezada por el rey Felipe VI, que fue recibido antes de la ceremonia por el presidente Israel, Reuven Rivlin, a quien invitó a visitar oficialmente España. Don Felipe se sentó a la derecha de Rivlin, en un lugar destacado de la ceremonia muy próximo también a Netanyahu y Obama
El expresidente israelí Simón Peres fue enterrado tras el funeral en una tumba del monte Herzl situada junto a la del ex primer ministro Isaac Rabin, asesinado por un judío extremista en 1995. Peres y Rabin recibieron en 1994 el premio Nobel de la Paz Oslo junto con el líder histórico palestino Yasir Arafat. Clinton que había oficializado los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca, evocó la canción Imagine, de John Lenon, en memoria del expresidente del Estado judío. El escritor israelí Amos Oz, premio Príncipe de Asturias, amigo personal del fallecido, defendió también ante su ataúd y en presencia de Netanyahu y Abbas, de los dirigentes mundiales, un mensaje inequívoco: "La casa común de esta tierra debe ser dividida”. Habla de crear un Estado palestino en el camposanto donde yacen los fundadores del Estado judío. Peres era el último de esa generación irrepetible.
Despliegue de 8.000 agentes de seguridad
Obama, tocado con la kipá
En una calurosa mañana y con un despliegue de seguridad sin precedentes, los funerales de Estado han paralizado este viernes la actividad en Jerusalén. Unos 8.000 de los distintos cuerpos policiales se desplegaron en torno a la Ciudad Santa. Montando guardia, un policía era visible cada 30 metros en el recorrido de la caravana de autoridades hacia el cementerio nacional del monte Herzl. “Ha sido el mayor y más complejo dispositivo que jamás hemos puesto en marcha”, reconocía en portavoz de la policía israelí, Mickey Rosenfeld, que también confirmaba la detención “preventiva” en las horas anteriores de conocidos militantes de la ultraderecha israelí para evitar incidentes.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia se produjo cuando, con los restos de Peres ya bajo tierra, sus hijos recitaron el Kaddish, una de las oraciones judías más antiguas que habla de la grandeza de Dios. Tzvia Walden, hija del fallecido expresidente, prácticamente no dejó de llorar ni un momento.
Apenas con un hilo de voz, relató a los asistentes en su intervención que su padre era un hombre muy hogareño que la miraba “sorprendido” si le prestaba un libro y al día siguiente no lo había leído. Su hermano Yoni, también subió al estrado para mostrar el buen humor del que Peres hizo gala hasta sus últimos días. Así, contó cómo en una ocasión, cuando le preguntaron sobre el epitafio que le gustaría en su tumba contestó “soy demasiado joven para morir”.
Fue un joven de 93 años cuya última voluntad incluyó que el cantante David D´Or entonase en su funeral la plegaria “Avinu Malkeinu”. La mayoría de los asistentes lucían en la solapa un lazo en señal de luto. Fueron testigos de excepción, durante casi cuatro horas, de cómo la guardia de honor escoltaba el féretro, de cómo una familia rota de dolor se arropaba entre sí, o de cómo su hijo Chemi pedía disculpas porque el fuerte viento que soplaba en Jerusalén apenas le dejaba leer su discurso.
Obama acudió a la ceremonia tocado con la kipá (capelo) judía, un gesto de respeto que fue compartido por el expresidente Bill Clinton, quien también se fundió en un eterno abrazo con la hija del fallecido de otro de los padres de la nación, Isaac Rabin.
Entre los asistentes figuraban, entre otros, el príncipe Carlos de Inglaterra; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, los ex primeros ministros británicos Tony Blair y David Cameron, el expresidente francés Nicolas Sarkozy, así como un sinfín de representantes de diferentes confesiones religiosas con presencia en Tierra Santa.
La anécdota de la jornada la protagonizó Majed Faraj, el jefe de los servicios de inteligencia palestinos, que no pudo llegar a la ceremonia en Jerusalén porque sufrió un accidente de tráfico en el que resultó herido y tuvo que ser evacuado a un hospital de Ramala.
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