_
_
_
_

El voto perdido de Rocky Balboa

Clinton no logra llegar al hombre blanco de clase trabajadora, el colectivo encarnado por el mítico personaje de Filadelfia

Amanda Mars
Fotograma de Rocky (1976), cuando el protagonista entrena subiendo los escalones de Filadelfia que la película hizo famosos.
Fotograma de Rocky (1976), cuando el protagonista entrena subiendo los escalones de Filadelfia que la película hizo famosos.
Más información
Losing Rocky Balboa’s vote

Mucho antes de que en 1976 se estrenara Rocky, Joe Frazier ya se pateaba la famosa escalinata que lleva hasta el Museo de Arte de Filadelfia. Si uno pregunta en el gimnasio Strength Academy (en español: Academia de la fuerza), no tienen más pope que ese, que se las vio con Muhammad Ali en la pelea del siglo y acabó creando un grupo de música de soul-funk. Pero Isahia Wise, que enseña boxeo allí y tiene 24 años, admite el peso que tiene en la ciudad el personaje de ficción: un hijo de inmigrantes italianos que trabaja en una carnicería mientras lucha -en sentido literal- por llegar a lo más alto. "Es inspirador, alguien que empieza desde muy abajo y logra su gran golpe", explicaba el martes en North Liberty, un barrio duro en el pasado y ahora en transición, que ve subir sus precios más rápido que los sueldos, lamenta Wise.

El Partido Demócrata, que celebra su convención en Filadelfia mientras los turistas se retratan en los peldaños de Joe Frazier, tiene serios problemas con Rocky Balboa. Los sondeos en el último mes reflejan las dificultades de Hillary Clinton para conectar con el hombre blanco de clase trabajadora y sin formación universitaria, un colectivo que hace cuatro años supuso casi la mitad del electorado y prefiere a Donald Trump. La última encuesta, de CNN, señalaba el lunes que el candidato republicano tenía una ventaja del 66%, frente al 29% de Clinton, en este grupo.

Wise no se sorprende. "Conozco a mucha gente que quiere votar a Trump, quieren cambios importantes pero temo que los buscan en el lugar equivocado", dice. En Fishtown, otro barrio obrero cercano, Andrew Erace, un treintañero descendiente de italianos, universitario y con un negocio de alimentación selecta, señala que, sencillamente, "la gente trabaja muy duro aquí, no tiene tiempo para reflexionar, y con Trump conecta".

Entre el electorado de Trump hay muchos de esos llamados demócratas reaganianos, aquellos obreros que en los ochenta se pasaron al partido conservador

Resentimiento social

¿Sería Rocky votante de Clinton o de Trump? John Bodnar, historiador y autor de Blue collar Hollywood, un libro sobre el carácter político de los personajes obreros del cine americano, lo ve carne de trumpismo. "Rocky era entre otras cosas un símbolo del resentimiento de la clase obrera en los setenta, que vino tras los movimientos por los derechos civiles de los sesenta, y que además vino acompañada de la sensación de que los trabajadores blancos habían sido patrióticos apoyando la guerra de Vietnam, mientras que los universitarios y las minorías habían ignorado el asunto, así que se consideraban leales y desdeñados. Mucho de lo que ves hoy con Trump es igual", dice.

Entre el electorado de Trump hay muchos de esos llamados demócratas reaganianos, aquellos empleados de fábrica que votaban progresista hasta los sesenta pero en los ochenta se pasaron al partido conservador. Es un perfil que ha salido peor parado de la globalización, de la fuga de empleo industrial, y no siente que sus republicanos hayan hecho gran cosa por ellos. En cambio, el mensaje del constructor neoyorquino conecta con sus anhelos, les promete más proteccionismo para la industria y frenar la inmigración sin recortar la red social.

La inversión de clases se acelera en la política estadounidense. Como Ronald Brownstein ha escrito en The Atlantic, desde 1960 se está produciendo "un desplazamiento de los trabajadores del Partido Demócrata al Republicano y, en paralelo, desde los ochenta, el viaje inverso de los profesionales de cuello blanco de las filas conservadoras a las progresistas". Estas presidenciales, a su juicio, pueden acabar con los últimos vestigios de la afiliación de partido por criterio de clases que ha definido la polÌtica americana desde Roosevelt.

Bill Malicia, también descendiente de italianos y con 58 años, era partidario de Bernie Sanders, el rival izquierdista derrotado por Clinton, y se resiste a votarla. Piensa en el minoritario partido de los Verdes. Al fin y al cabo, así hizo el primer Rocky: pierde el combate ante Apollo Creed, pero deja boquiabierto al mundo con su esfuerzo. Se cumplen 40 años de eso, los mismos que hace que se retiró Joe Frazier.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_