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Columna
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Una puñalada mortal para la frágil democracia turca

El trauma de la sociedad turca después del sangriento golpe de Estado fallido puede que supere la imaginación

El trauma de la sociedad turca después del sangriento golpe de Estado fallido puede que supere la imaginación de cualquiera. No hace falta decir que, los perpetradores, en lo que parece una acción precipitada y mal organizada, han asestado una puñalada mortal a un sistema democrático ya de por sí herido y que enviaba señales de socorro a todo el mundo desde hace un tiempo. Si alguna vez se acuña el término “golpe suicida”, este es definitivamente un claro ejemplo.

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Es la sangre derramada la que despierta una mayor preocupación. Según Binali Yildrim, el primer ministro turco, 161 personas —la mayoría policías— murieron, 2.840 fueron heridas durante las primeras 12 horas. Estas cifras no incluyen los civiles que murieron en los enfrentamientos nocturnos.

Tal derramamiento de sangre tiende a desembocar en más rabia y violencia. Muchos temen que las llamadas constantes de los líderes del AKP para que los partidarios de Erdogan se manifestaran en las calles puede elevar la tensión al máximo. Los intentos de linchamientos que se produjeron son malas advertencias.

Casi 3.000 soldados y altos cargos militares se encuentran bajo custodia. Entre ellos, hay algunos generales y una gran cantidad de oficiales de medio rango de todo el país. Sabemos que serán juzgados por alta traición y, quizás no inesperadamente, también escucharemos que el AKP está considerando reimplantar la pena capital, abolida en 1999.

Este drama de máxima tensión surgió de manera inesperada, y su desarrollo a lo largo de la noche dejó a mucha gente perpleja. Parecía, durante la noche, que la acción estaba mal orquestada, con focos aislados e indecisos.

Pero cuando llegaron noticias de los bombardeos en Ankara, los interrogantes comenzaron a ser todavía más serios. Un número de altos cargos militares quedó incomunicado, con rumores de que estaban siendo transportados a lugares desconocidos. Esto dejo a los observadores en limbo, sin saber quién estaba al cargo, y esta es una pregunta que sigue aún latente mientras se escriben estas líneas.

Después, algunas tropas tomaron la televisión estatal en un “golpe al estilo de la Guerra Fría” y forzaron a una presentadora a leer un manifiesto que prometía una batalla contra la corrupción para recuperar el orden democrático. Pero cuando el Parlamento fue bombardeado, en medio del caos de Estambul y Ankara, con soldados atacando la sede de CNN Türk, la confusión llegó a su cénit.

¿Quiénes eran estos militares? Todos los análisis apuntaban a un golpe diseñado por el movimiento de Fetulá Gülen. Aún así, dado el amplio espectro de las tropas de todo el país y el contenido de su manifiesto, es muy probable que la estructura rebelde fuera híbrida, compuesta de varias afiliaciones. Es sabido que la crisis siria y la guerra contra el PKK han causado fisuras en el Ejército turco.

Sin embargo, otras informaciones sugerían que una oleada de arrestos, contra militares gülenistas estaba planeada para esta misma mañana, por lo que un movimiento para prevenir un posible golpe estaba en marcha desde la noche anterior. Si es cierto, esto explicaría que la acción fuera tan poco sólida y se desvaneciera tan rápidamente.

Sin duda, el intento fue un pretexto bien servido para que Erdogan pueda hacer lo que pretenda, en el sentido de que le habilita a imponer el Gobierno de un solo hombre, a acabar con cualquier oposición que se cruce en su camino.

Las primeras secuelas ya demostraban eso: en una medida apresurada, 2.745 jueces y fiscales —casi una quinta parte del total— fueron suspendidos de sus funciones este domingo y se emitieron órdenes de arresto para 188 magistrados. Así que, el golpe significa luz verde para tomar el control, no solo de los medios de comunicación, sino para purgar el sistema judicial y militar.

En ello radica el trauma de este desafortunado país, cuyas aspiraciones de un orden democrático decente quedaron más o menos enterradas por esta locura histórica del 15 de julio de 2016.

Sus consecuencias más graves puede que todavía estén empezando.

Yavuz Baydar es periodista turco y cofundador de P24 (Plataforma para los Medios Independientes).

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