Dos años de la tragedia del MH17
La Fiscalía General del Estado holandés anunciará después del verano el tipo de misil utilizado y desde dónde fue lanzado
El 17 de julio de 2014, el vuelo MH17 de las líneas aéreas malasias, que cubría la ruta en Ámsterdam y Kuala Lumpur, estalló en el aire precipitándose cerca de la localidad de Hrabove, en la provincia de Donetsk, al este de Ucrania. Perecieron todos los ocupantes: 298 personas de diez nacionalidades (196 eran holandeses). Dos años después, el equipo internacional que examina la catástrofe (con miembros de Australia, Malasia, Bélgica, Ucrania y Holanda misma) ha encontrado una pieza correspondiente a un misil tierra-aire de la clase Buk. Presentada el pasado junio, refuerza las conclusiones de la investigación realizada por el Consejo Holandés para la Seguridad, que atribuye lo ocurrido a “un misil del modelo 9N314M de fabricación rusa”. Por su parte, la Fiscalía general del Estado ultima sus pesquisas, que comportarán responsabilidad penal para los implicados.
El proyectil estalló en el exterior del avión, a la izquierda de la cabina de mando, y miles de fragmentos metálicos atravesaron el fuselaje. Fue disparado desde un área de 320 kilómetros cuadrados situada al este de Ucrania, según dijo Tjibbe Joustra, presidente del Consejo. Rusia y Ucrania libraron en 2014 una guerra en el este ucranio por culpa de la anexión de Crimea por parte de Moscú, y ambos Gobiernos se echan la culpa del atentado contra el MH17. Para las familias de los fallecidos, la pugna solo aumenta su desespero. En el estira y afloja, los investigadores internacionales no consiguen toda la información necesaria para señalar por fin a los culpables. Así está la situación en estos momentos:
La Fiscalía General del Estado holandés presentará después del verano su propio análisis de lo ocurrido, que tendrá repercusiones penales para los responsables. Indicará la naturaleza del arma que abatió el avión, un Boeing 777 de Malaysia Airlines, y desde dónde fue lanzada. Una delegación de fiscales y policías holandeses se desplazó a principios de julio a Moscú para recabar información sobre la ayuda jurídica pedida a los rusos para que busquen a los responsables, así como a los autores materiales de lo ocurrido. La Fiscalía ha reclamado repetidas veces a Rusia, sin éxito aún, “los datos de radar tomados desde tierra que obran en su poder”, para señalar con exactitud el lugar exacto del lanzamiento del misil. De todos modos, la justicia rusa ha hecho votos “por colaborar en las pesquisas” de sus colegas.
El Servicio Nacional de Seguridad Interior de Alemania, ha asegurado en un documento público que “el espionaje ruso está detrás de los ciberataque sufridos por los ordenadores del Consejo Holandés para la Seguridad”. El asalto se produjo antes y después de la presentación del informe sobre las causas de la caída del vuelo MH17. Según sus responsables, no tuvo éxito. La firma japonesa de seguridad cibernética Trend Micro detectó el ataque y lo atribuyó a Pawn Storm, un grupo organizado de piratas informáticos que supuestamente operan desde Rusia.
Ucrania, no ha atendido la petición de los familiares de las víctimas holandesas de proporcionarles imágenes de satélite, o bien de radar, relativas a la catástrofe. Tras seis meses de silencio, el Gobierno de Kiev les remitió a la Fiscalía y al Consejo para la Seguridad. “Ucrania no aclara nada acerca de unas instalaciones que primero estaban siendo revisadas, y luego rotas. Para nosotros, sigue siendo sospechosa”, dijeron sus portavoces. Los parientes solicitaron los mismos datos a Moscú, que aún no ha respondido.
Una treintena de familiares de los muertos, con pasaporte de Australia, Malasia y Nueva Zelanda, han pedido a Rusia, y al presidente Putin, una indemnización millonaria por lo ocurrido. La demanda ha sido depositada ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo. Cada uno de los parientes exige 10 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios. El senador ruso Frants Klintsevitsj, miembro de la Comisión de Defensa de su país, ha calificado el gesto de “lucha psicológica contra Rusia porque no hay pruebas de que estuviera implicada”.
Las familiares de seis de los 15 tripulantes del vuelo MH17 han demandado a Malaysia Airlines por negligencia y ruptura de contrato. Según ellos, la compañía aérea corrió riesgos innecesarios al sobrevolar una zona de conflicto armado como Ucrania. Tampoco tuvo en cuenta la integridad física de sus empleados, pilotos y personal de cabina, según ha dicho Thomas Philip, abogado de los demandantes. El espacio aéreo de Ucrania solo fue cerrado después del atentado, y el Consejo Holandés para la Seguridad aseguró en 2015 que “las condiciones de vuelo no fueron indicadas correctamente ni por las autoridades ucrania ni por los controladores aéreos; nadie habló de posibles riesgos para la aviación civil”, el día de autos.
Los Gobiernos internacionales se resisten a compartir información sobre seguridad con las compañías aéreas, según explicó el pasado enero al Congreso holandés Joe Sultana, ejecutivo de Eurocontrol (organización intergubernamental especializada en seguridad aérea). En la misma cita, Nick Careen, vicepresidente de IATA, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, dijo que los servicios de inteligencia “deben encontrar la forma” de intercambiar esos datos reservados. Según su pan de vuelo, el MH17 debía alcanzar una altura de 11.000 metros. Volaba, sin embargo, a 10.000, para garantizar la seguridad de otro aparato, situado ya a 11.000 metros. El misil Buk, diseñado para interceptar misiles de crucero, bombas inteligentes y aviones militares, puede superar los 22.000 metros de altura.
Un monumento permanente en recuerdo de todas las víctimas, entre las que había familias enteras, será instalado en el aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol. De allí partió el avión camino de Kuala Lumpur, la capital malasia. De 6 metros de alto por 25 de largo, llevará grabados los nombres de los muertos. En el centro hay un “ojo” que deja entrar la luz en señal de esperanza. Diseñado por el artista holandés Ronald Westerhuis, debe estar listo el próximo 17 de julio de 2017.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.