Al menos 35 muertos en un atentado contra un mausoleo chií de Irak
El autodenominado Estado Islámico ha asumido la autoría del ataque suicida
Un atentado suicida en un mausoleo chií de la ciudad iraquí de Balad, al este del país, ha dejado este jueves 35 muertos y 65 heridos. Según fuentes policiales, tres terroristas han atacado primero el lugar con fuego de mortero y, posteriormente, han entrado y abierto fuego. A continuación, dos de ellos se han explotado en un mercado cercano. El tercer asaltante murió sin llegar a activar su cinturón de explosivos. El autodenominado Estado Islámico ha asumido el ataque (ISIS, en sus siglas en inglés).
El atentado, que se produce apenas cinco días después de que otro causase más de 200 muertos en Bagdad, ha sido perpetrado en el momento en el que decenas de personas se encontraban en el lugar celebrando el fin del mes sagrado del Ramadán. En respuesta, el influyente clérigo chií Muqtada al Sadr ha ordenado a su milicia que se despliegue en los alrededores del mausoleo para intentar garantizar la seguridad de los presentes, según ha informado la cadena de televisión iraquí Al Sumaria.
El Estado Islámico tiene en su punto de mira a la población chií. De hecho, tras el atentado de Bagdad —también dirigido contra este grupo el grupo—, el grupo terrorista publicó una nota en la que afirmaba que estos ataques se encontraban dentro "del marco de las permanentes operaciones de seguridad de los soldados del califato" contra los "renegados" (en alusión a los musulmanes chiíes).
Trece años después de la guerra de Irak, el país se encamina hacia un modelo de Estado fallido, acosado por el terror del Estado Islámico y fragmentado entre sus tres principales comunidades: chiíes (60%), suníes (20%) y kurdos (20%). El informe Chilcot, recientemente publicado, sostiene que "a pesar de las explícitas advertencias, las consecuencias de la invasión fueron infravaloradas, y la planificación del Irak pos Sadam resultó completamente inadecuada". Además, esta investigación ha revelado cómo el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y el jefe del Gobierno español, José María Aznar, acordaron poner en marcha una estrategia de comunicación para intentar demostrar que "estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra".
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