“La pobreza es una novedad en Argentina”
Luis Alberto Romero (Buenos Aires, 1944) es uno de los historiadores más respetados de Argentina
Pregunta. ¿Cómo recorrió Argentina estos 200 años?
Respuesta. Hay que pensar en la enorme apuesta al vacío que hicieron los hombres que decretaron la independencia, no sabían ni qué territorio iban a tener. Todo surge a partir del hundimiento del imperio español, e inmediatamente después la guerra civil. Y luego el proyecto de Fernando VII de reconquistar esto empezando por Venezuela. Todos cayeron salvo esta zona del Río de La Plata. España intentó devolver las cosas a antes de Napoleón. 1816 era un momento muy incierto. San Martín no quería hacer la guerra sin tener el respaldo de un estado, para no parecer un pirata. En Tucumán había mucha gente de bajo perfil. Desde la independencia durante 70 años hubo guerras constantes. Hasta 1880 no hubo paz.
P. Y ahí comienza el esplendor.
R. Ahí Argentina descubre las enormes posibilidades del mercado mundial sobre la base de un Estado consolidado y la educación pública. En 1816 no existía Argentina y no existió durante mucho tiempo. Eran las provincias unidas del sur, un cheque abierto para ver quién se sumaba. El nosotros estaba por definirse. Por eso la educación fue clave. La gran fábrica de argentinos es la escuela. Todos los nacionalismos son inventos, hubo que hacerlo sobre todo para incorporar a los inmigrantes. Si vemos cómo está ahora Europa hay que decir que a los argentinos nos gusta hablar mal de nosotros pero ese fue un ejemplo muy exitoso de asimilación e integración. En épocas más recientes vivimos migraciones de paraguayos, peruanos, bolivianos y nadie plantea que ese sea un gran problema. Argentina triunfó en eso. En la primera etapa hasta 1888 hay nacionalismo liberal, como Mazzini en Italia. Son argentinos todos los que quieren vivir en Argentina. Es una idea roussoniana. Si acepta las reglas es argentino. El giro es a principios del siglo XX cuando empieza a tener éxito la idea alemana de nación como pueblo culturalmente homogéneo. El ser argentino. Y todo se complica cuando intervienen en esta discusión el ejército, la iglesia, el radicalismo y el peronismo. Cada uno tira para su lado. El ejército por la tierra, la iglesia por la nación católica, que en los años 30 fue importante y una rama de ese nacionalcatolicismo lleva al peronismo. El radicalismo despreciaba al resto.
P. ¿Cuándo se complica?
R. Desde el punto de vista económico la curva argentina tiene una primera flexión después de la primera guerra mundial, ya no es tan fácil todo, y después a partir de 1930 con la crisis económica. Pero la crisis fuerte es la de 1970. Ahí es donde Argentina empieza a venirse abajo. Pero desde el punto de vista ideológico la quiebra viene antes, cuando la élite empieza a entusiasmarse con la idea de la grandeza argentina, que lleva al nacionalismo duro. Hasta la escuela pública cambia y se vuelve más adoctrinadora. Antes la idea era una Argentina cosmopolita, liberal, abierta al mundo, como EEUU.
Mucha gente se pregunta si uno de los problemas de argentina no está en una democratización demasiado rápida. De la idea de la igualdad unida a la de achatemos para ser todos iguales y barramos con cualquier élite talentosa. Antes en Argentina la igualdad estaba asociada a la movilidad ascendente. Pero después el peronismo instaló otras ideas. El primer peronismo, en 1945, repartió igualdad sin producir grandes trastornos. Pero era un régimen político autoritario con apoyo de masas. Uno de los frutos de la democratización rápida es que lleva a movimientos totalitarios con gran base de apoyo, como pasó en Europa con Hitler o Mussolini. En EEUU o Reino Unido las instituciones eran más fuertes y aguantaron.
P. ¿Por qué Argentina tuvo tantas dictaduras?
R. Los militares intervinieron porque eran llamados por la facción perdedora en la política. Todo tiene que ver con la cultura nacionalista y la política facciosa que apela a los militares. No existe la dictadura sin alguien que la apoye en la sociedad. Todo tiene que ver con la dificultad de tener instituciones solidas que permitan que se haga política y no guerra civil.
P. ¿Qué pensarían los congresistas de 1816 si vieran la Argentina actual?
R. Es inimaginable. Habrían dicho probablemente que Fernando VII no estaba tan mal, jaja. Si hubieran vivido durante la última dictadura militar lo habrían pensado. Con la inmigración masiva la Argentina se hace de nuevo. Creo que los líderes de 1880, los que pensaron la nueva Argentina, habrían visto esto como una tremenda decadencia. Creo que todavía en 1960 la habrían reconocido como su Argentina, antes del golpe de Onganía. Pero después no. Hasta el 66 los obreros soñaban con el socialismo, los actuales solo piensan en cortar en la calle para poder subsistir. El quiebre es en los 70. La pobreza es una novedad en Argentina. En enero del 66 una desocupación mayor del 6% parecía gravísima. No existía esta percepción de ahora de que son dos mundos distintos, los pobres viven en otro y no tienen posibilidad de salir. Antes había un camino de mejora. Tengo un amigo profesor de historia en la universidad de Buenos Aires cuyo padre era analfabeto. Era el sueño argentino, el de los inmigrantes. Eso se ha roto. Nadie cree que tenga un mérito especial trabajar.
P. ¿Cómo llega Argentina a 2016?
R. Depende de la perspectiva política de cada uno. Hay una gran división. Lo que diferencia a Argentina es el enorme peso de las corporaciones, especialmente los sindicatos y los empresarios que viven del Estado. Yo formo parte del grupo que cree que tenemos una oportunidad, chiquita, que requiere mucho talento político y mucha suerte. Pero creo que se puede cambiar, por ejemplo la corrupción instalada en el Estado. No es fácil. No es seguro que este Gobierno no termine en lo mismo. Pero se puede hacer. Si el Estado pudiera lograr que las escuelas en barrios pobres dejaran de dedicarse a alimentar a los chicos y volvieran a lo que fueron cambiaría mucho.
P. ¿Hay una nostalgia de lo que pudo ser?
R. Eso es de gente mayor. Los jóvenes no tienen esa percepción. El tema de la dictadura que para nosotros es clave para ellos es algo ajeno. Lo de la vieja grandeza no funciona mucho. No creo que sea verdad que la Argentina debiera jugar en ligas mayores, yo me conformo con ser un país mediano razonable. Pero estamos muy lejos de eso.
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