Tres ingredientes clave para darles una vivienda a los que no tienen techo
América Latina busca fórmulas de satisfacer una demanda que tiende a crecer cada vez más
El reciente reconocimiento al trabajo del chileno Alejandro Aravena con el premio Pritzker (también llamado el “Nobel de la arquitectura”) animó un debate vigente en América Latina: ¿cómo pueden el Estado y el sector privado garantizar el acceso de los que menos tienen a una vivienda digna?
Y es que el trabajo de Aravena se destaca, precisamente, por las soluciones innovadoras que ha aportado desde su estudio a las demandas reales de los beneficiarios de viviendas de interés social en su natal Chile y otros países.
Quizá la clave sea precisamente esa, saber antes de comenzar a dibujar o a mezclar cemento cuáles son las necesidades de las personas que ocuparán las casas que se construirán. Aravena toma en cuenta todas las variables, empezando por los puntos de vista de los beneficiarios.
La relevancia de abordar el problema de falta de acceso a la vivienda de esta manera es indiscutible en América Latina, un continente enfrentado permanentemente al desafío de una población que crece y que se concentra cada vez más en las grandes ciudades.
Hoy son un 80% los latinoamericanos que viven en entornos urbanos, pero al ritmo actual, pronto serán cerca o más del 90%, según cálculos de los expertos.
Hasta ahora, las soluciones estándar (un mismo modelo de vivienda para todas las familias, asentamientos creados en la periferia de las ciudades, viviendas alejadas de los centros de trabajo, etc.) han creado más problemas de los que solucionan y ya no parecen una opción viable.
¿Cómo, entonces, hacer frente al desafío de crear ciudades en las que cada vez habrá más gente y que ofrezcan igualdad de oportunidades para todos sus habitantes?
Luis Triveño, especialista en Desarrollo Urbano del Banco Mundial, considera que hay tres aspectos clave a tomar en cuenta:
Alinear las políticas nacionales con los programas y acciones de los gobiernos locales: Si bien cada país tiene una escala, contexto, circunstancias políticas e indicadores de desempeño distintos, existen retos comunes: ¿Cómo implementar políticas de vivienda nacionales trabajando con gobiernos locales con capacidades técnicas y financieras heterogéneas?; o ¿Cómo evitar o manejar los costos y mitigar los riesgos de la expansión urbana de baja densidad (formal e informal) en la periferia y en zonas de riesgo de las ciudades?
Fortalecer el portafolio de soluciones habitacionales: Chile fue el primer país de la región en comenzar a experimentar con los subsidios a la vivienda en los años 80 y hoy tiene uno de los portafolios de soluciones de habitacionales más completos de la región. De su experiencia y de la de los países que lo siguieron es posible extraer algunas lecciones para mejorar su efectividad:
- los subsidios a la cuota inicial deben ser parte de un portafolio de soluciones habitacionales y no el único instrumento de la política de vivienda;
- los subsidios no necesariamente tienen que restringirse a financiar la compra de una vivienda pues también se pueden aplicar en esquemas de alquiler o de mejoramiento de viviendas de construcción informal que son altamente vulnerables a desastres naturales;
- el incremento de oferta de la vivienda nueva debe buscar asequibilidad pero también buena ubicación;
- el modelo de “talla única” aplicable a todos los segmentos de la población y la de zonas rurales o semi-rurales es arriesgado y de alto costo.
Pensar en cómo financiar transformaciones urbanas que incluyan vivienda social: Quizás motivadas por la desaceleración económica, diversas ciudades en América Latina ya están buscando nuevas formar para financiar la renovación de sus áreas urbanas. Por ejemplo, para renovar áreas subutilizadas en el centro de la ciudad, Medellín está explorando la posibilidad de introducir un instrumento para financiar la renovación urbana captando anticipadamente parte del incremento futuro que generaría en la recaudación (conocido en inglés como tax-incrementing finance, este instrumento ya se usó en Chicago y otras ciudades de Estados Unidos).
Triveño agrega que para cumplir estos desafíos también es fundamental que los gobiernos tengan una sólida base de datos sobre el uso del suelo en las ciudades y el mercado de vivienda, que fomenten la cooperación entre los distintos niveles de gobierno, y que promuevan la cooperación del sector privado y la adopción de tecnologías de construcción resilientes y respetuosas del medio ambiente.
José Baig es editor online del Banco Mundial
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