El candidato de agenda autoritaria se perfila como nuevo presidente de Filipinas
Con el 80% del voto escrutado, el polémico aspirante Rodrigo Duterte obtiene una ventaja de cerca de 16 puntos frente a sus rivales
El alcalde Rodrigo Duterte está a un paso de convertirse en el próximo presidente de Filipinas. El polémico candidato avanza hacia una victoria clara en las elecciones presidenciales que se celebraron este lunes en el archipiélago asiático, unos comicios marcados por la campaña incendiaria del probable ganador. Duterte ha basado su candidatura en acabar con la corrupción, la delincuencia y el narcotráfico con métodos violentos y autoritarios.
El hasta ahora alcalde de Davao, la tercera ciudad más poblada del país, alcanzaba los 13 millones de votos (un 38,6% del total) cuando el escrutinio llegaba al 80%. Arrasó especialmente en Metro Manila —la región metropolitana de la capital— y en la isla meridional de Mindanao, de donde procede. Sus principales rivales, la senadora Grace Poe y el actual ministro de Interior Mar Roxas se quedaron a más de 15 puntos (ambos con alrededor del 22% de los votos y alrededor de 7 millones de votos casa uno). En Filipinas, el candidato que obtiene más apoyo se convierte automáticamente en presidente.
Duterte, que ha defendido abiertamente la ejecución de criminales y ha recibido las críticas de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, tendió la mano a sus oponentes y abogó por una "reconciliación", después de amenazar durante la campaña en imponer un Gobierno "revolucionario" si sus políticas se encontraban con la resistencia del Congreso, algo que le ha valido el calificativo de "dictador" por parte de otros candidatos. El actual presidente del país, Beningno Aquino, llegó a compararle con Hitler. "Me gustaría alcanzar, extender mis manos a mis oponentes y... seamos amigos. Vamos a comenzar el proceso de cerrar las heridas", dijo Duterte en una rueda de prensa cuando se conocieron los primeros resultados.
En la jornada electoral de este lunes, más de 54 millones de electores estaban llamados a las urnas para decidir también el vicepresidente (que no tiene por qué ser del mismo partido que el jefe de Estado), 12 senadores y hasta otros 18.000 cargos locales y provinciales. Los comicios han sido protagonizados una vez más por varios incidentes violentos en los que han muerto al menos 10 personas, según informó la Policía Nacional de Filipinas a Efe.
La contienda para lograr la vicepresidencia fue más reñida, con Ferdinand "Bongbong" Marcos, el hijo del dictador Ferdinand Marcos —que gobernó con mano de hierro el país entre 1965 y 1986 y lo llevó a la ruina mientras amasó una ingente fortuna—, y la abogada Leni Robredo en cabeza. A falta de contabilizar el 25% de los votos, el primero mantenía una ventaja de menos de dos puntos porcentuales. El famoso boxeador Manny Pacquiao, que se presentaba como senador, logró su asiento en la cámara alta.
Los filipinos llegaron a los comicios tras varios años de rápido y pujante crecimiento económico que, sin embargo, no ha supuesto una reducción significativa de la pobreza en el país. La criminalidad y el consumo de drogas se han disparado, y los ciudadanos están disgustados con los altos niveles de corrupción y los privilegios de las elites que se reparten el poder desde hace décadas. Estas circunstancias han beneficiado enormemente a Duterte, que a pesar de sus bravuconerías y violencia verbal se ha postulado como un candidato alejado de estos círculos y con la férrea voluntad de cambiar el sistema.
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