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La incertidumbre rodea el regreso de Japón a la energía nuclear

Un tribunal ha ordenado parar un reactor en marcha y otro a punto del reinicio

Macarena Vidal Liy

Cinco años después del desastre de Fukushima, y tras un parón de dos años, Japón ha empezado a dar sus primeros pasos para volver a la energía nuclear. Pero, contrariamente a los deseos del Gobierno del primer ministro Shinzo Abe, el proceso se encuentra aún en ciernes, salpicado de reveses y opuesto por la mayoría de la población.

 Desde el año pasado se encuentran en funcionamiento dos reactores en la planta nuclear de Sendai, en el sur de Japón y propiedad de la compañía Kyushu Electric Power. Pero son los únicos. Solo otros dos, en la central de Takahama (al este del país), han recibido permiso de la autoridad reguladora del sector nuclear japonés, o NRA. Pero este miércoles un tribunal ordenó a la empresa Kansai Electric Power que los apagara con efecto inmediato por razones de seguridad. Se trata de la primera ocasión en que un tribunal japonés ordena parar un reactor que ya está en marcha.

Uno de los dos reactores, el número 3, se encontraba en funcionamiento desde enero; el otro, el número 4, había tenido que posponer su puesta en marcha, prevista para finales de febrero, tras una serie de problemas técnicos. Kansai ha calificado la decisión del tribunal del distrito de Otsu de “lamentable” y, pese a que este jueves ha tenido que apagar el reactor, ha asegurado que apelará la decisión.

Es el segundo revés que las eléctricas reciben en menos de dos semanas. El 29 de febrero, los tribunales imputaron a tres directivos de TEPCO, la empresa propietaria de la planta de Fukushima, por negligencia en los planes de evacuación de la central aquel 11 de marzo de 2011.

La orden del tribunal “seguro que tendrá un gran impacto en la política nuclear en Japón. Muestra que incluso los reactores que operan comercialmente y que han pasado los nuevos requisitos de seguridad, supuestamente más exigentes, pueden tenerse que detener porque lo ordenan los jueces”, opina vía correo electrónico Hideyuki Ban, codirector del Centro japonés de Información Nuclear para los Ciudadanos.

“Hay muchos factores desconocidos sobre las causas del accidente de Fukushima incluso ahora, 5 años después, y sin respuestas a esas preguntas, ni medidas adecuadas contra ellas, no hay garantía de que ningún reactor nuclear sea seguro. Con los tribunales insistiendo en un nivel de seguridad tan alto, las compañías eléctricas, que se centran principalmente en lograr beneficios económicos, pueden verse obligadas a plantearse el abandono de sus programas nucleares”, señala.

Antes del desastre Japón contaba con 48 reactores nucleares en activo, que proporcionaban el 29% de la energía que consumía el país. Pero en 2013 se retiraron del servicio los últimos que aún se encontraban operativos, entre temores sobre la seguridad y a una repetición del suceso. Mientras tanto, el país ha puesto en marcha una nueva agencia reguladora, la NRA, y normativas de funcionamiento más estrictas.

El Gobierno japonés insiste en que, con los cambios, el sector es seguro. También, afirma, es necesario para evitar que los costes de la energía se disparen y para garantizar la independencia energética del país: Tokio aspira a que para 2030 la nuclear cubra entre el 20 y el 22% de las necesidades japonesas. “Nuestro país, pobre en recursos naturales, no puede prescindir de la energía nuclear para garantizar la estabilidad del suministro energético. Además hay que considerar lo que tiene sentido desde el punto de vista económico y la cuestión del cambio climático”, insistió este jueves Abe en una rueda de prensa tras la decisión del tribunal.

Pero la población, que durante dos años se ha acostumbrado a ahorrar en consumo eléctrico, sigue temiendo que pueda repetirse otro Fukushima. Aproximadamente dos tercios se oponen al regreso a la energía nuclear, según los sondeos. Una encuesta publicada el fin de semana por la agencia Kyodo encontraba que la misma proporción de autoridades municipales quiere que el Gobierno reduzca o elimine por completo la dependencia de la energía nuclear.

Por el momento, 21 reactores, además de los de Sendai y Takahama, han solicitado permiso a la NRA para volver a funcionar. Uno de ellos, el número 3 de la central de Ikata, se encuentra en la fase final de pruebas. Si todos ellos reciben el visto bueno y se reactivan, sumarían entre todos aproximadamente la mitad de capacidad que antes del desastre, o un 15% de la cobertura de las necesidades energéticas niponas.

Para las compañías eléctricas, adaptar sus reactores a las nuevas regulaciones sobre seguridad representan una inversión importante, que incluye la instalación de cables resistentes al fuego y la construcción de muros protectores contra subidas repentinas de las mareas. La NRA asegura que sus requisitos se encuentran entre los más exigentes del mundo.

Pero muchos ciudadanos continúan aún escépticos sobre los lazos, tradicionalmente muy estrechos, entre los políticos, los funcionarios y los empresarios del sector nuclear.

“Ha habido algunas mejoras en las nuevas regulaciones, pero no creo que vayan lo suficientemente lejos. Y el problema de que los reguladores no obliguen estrictamente a las compañías a cumplir las reglas no ha terminado de desaparecer. Creo que esta situación se ha reflejado en la sentencia del tribunal emitida este miércoles”, puntualiza Ban.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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