El periodista turco excarcelado acusa a la UE de olvidar sus valores
Dündar cree que Bruselas cede a cambio de que que Ankara frene a los refugiados
La barba que cubre su rostro, habitualmente rasurado, es un símbolo de los tres meses que el director del diario Cumhuriyet, Can Dündar, ha pasado en prisión por revelar el envío ilegal de armas a Siria por parte del Gobierno turco. Pese al periodo entre rejas, su mirada no refleja odio o sed de venganza, sino optimismo, pues cree que la sentencia del Tribunal Constitucional ordenando su excarcelación es un primer paso hacia la absolución en un juicio por el que la Fiscalía exige para él y otro periodista del rotativo, Erdem Gül, la cadena perpetua. Sin embargo, es consciente de la gravedad de la situación —una docena de periodistas turcos aún permanecen encarcelados y son constantes los ataques hacia medios de comunicación críticos—, por lo que denuncia que los Gobiernos europeos den la espalda a las violaciones de derechos y libertades en Turquía a cambio de que el país euroasiático contenga el flujo migratorio hacia la UE.
“Poder respirar en libertad es un sentimiento muy bonito, así como notar toda esta solidaridad en lo nacional e internacional”, asegura Dündar en declaraciones a EL PAÍS, aunque subraya que ha pasado “de una cárcel cerrada a una prisión abierta”, en referencia a la censura imperante en Turquía. Por ejemplo, la emisión de la cadena de televisión IMÇ fue suspendida en el mismo momento en que entrevistaba al director de Cumhuriyet tras su puesta en libertad el pasado viernes, pues la Fiscalía acusó al canal de hacer “propaganda terrorista”.
El dictamen del Constitucional, que excarcela a Dündar y Gül por considerar que se violaron sus derechos individuales, no ha gustado lo más mínimo entre las altas instancias de Ankara, si bien el primer ministro, Ahmet Davutoglu, anteriormente se había mostrado partidario de que los periodistas —acusados de espionaje— fuesen juzgados en libertad condicional. Pero quien realmente manda en Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdogan, cargó el sábado duramente contra los jueces: “Ni acepto la decisión, ni la respeto. No creo que los medios de comunicación deban tener libertades ilimitadas. En ninguna parte del mundo los medios tienen libertad absoluta”. Esta semana, el ministro de Justicia, Bekir Bozdag, siguió por el mismo camino y calificó de “inconstitucional” el fallo de este tribunal encargado precisamente de velar por el cumplimiento de la Carta Magna.
De ahí que Dündar considere que su excarcelación ha sido una “derrota” para un Erdogan que “tiene dificultad en aceptar las críticas y considera cualquier crítica una amenaza”. “La sentencia es muy importante, histórica, y una victoria para la libertad de prensa —sostiene el periodista—. No solo para nosotros, sino porque puede afectar a muchos otros periodistas encarcelados, pues supone que las noticias y los comentarios hechos en el ejercicio del trabajo periodístico no pueden ser un crimen. En Turquía, cualquier noticia negativa sobre Erdogan se toma como una traición a la patria, pero el tribunal ha tomado partido por la libertad de prensa”. Si bien la decisión del Constitucional se refiere solo a la prisión preventiva decretada por otro tribunal y no se expresa sobre el fondo del juicio, el abogado de Dündar, Bülent Utku, consultado por este diario, cree que “en condiciones normales” debería conducir a la absolución y la suspensión del juicio, cuyo inicio está previsto para el próximo día 25. Pero el periodista reconoce que “Erdogan está ejerciendo presión” sobre los jueces: “Veremos quién gana, si el poder político o la Justicia”.
En este sentido, Dündar se muestra “preocupado” por el papel de la Unión Europea y su falta de crítica hacia una Turquía que camina hacia "un régimen autoritario". “Del mismo modo que me siento orgulloso del apoyo recibido por la prensa europea, me siento defraudado por los Gobiernos europeos, especialmente por el alemán”, explica. Según el periodista turco, ante el “drama humanitario” que viven los refugiados, la UE ha “renunciado a sus principios” y ha entrado en un “sucio regateo” con Ankara a fin de “alquilar el territorio turco para mantenerlos aquí”. “Los ideales europeos, como la libertad de expresión, se están defendiendo más en Silivri [la prisión donde fue encerrado] que en Bruselas”, remata.
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