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Los fracasos de la plaza Tahrir

Lluís Bassets

La primavera árabe de 2011 contó desde el primer minuto, justo al empezar la revuelta en Túnez, con la desagradable compañía de los profetas del desastre. Primero fue el escepticismo sobre los efectos de las protestas tunecinas, que mal podían derribar un régimen al que todos daban por estable y al que, por cierto, algunos como el Gobierno francés de Nicolas Sarkozy contribuyeron a sostener con el suministro de material antidisturbios hasta su último suspiro. Luego empezaron las frases lapidarias en las que los agoreros se pillaron los dedos: Egipto no era Túnez, decían tras la caída de Ben Ali, y de ahí que no pudiera caer el faraón Mubarak, piedra clave del statu quo en Oriente Próximo y de la seguridad de Israel. Cuando cayó, las profecías tomaron otros derroteros: visto que los árabes podían derribar a sus tiranos, seguro que no podrán construir regímenes democráticos. Por la razón fundamental de que la democracia no podía ser compatible con el islam.

De todo esto ahora hace cinco años. Las protestas empezaron el 25 de enero, declarado Día de la Rabia por la oposición egipcia, convocadas en buena parte a través de las redes sociales hasta llegar a la ocupación de la plaza de Tahrir de El Cairo, símbolo y epicentro de las libertades árabes. El 1 de febrero, el presidente Mubarak dio un paso atrás y renunció a presentarse de nuevo a las elecciones; el 4 fue declarado Día de la Partida por los manifestantes, y el 11 cayó el dictador, obligado a renunciar por el Ejército. Ahora la historia parece dar la razón a aquellos agoreros que ya despotricaban entonces. No hay que poner urnas, decían, porque ganarán los islamistas y terminarán dando el poder a los yihadistas. Hay que apoyar a los regímenes policiales porque lo que importa son la estabilidad y la seguridad y no la libertad y la democracia. El “yo ya lo decía” se oye aquí y allí, en las capitales occidentales y en los países del Golfo.

Solo en un país, el más pequeño, se mantiene viva la esperanza. En Túnez se ha producido una transición democrática entera. La Constitución que se ha redactado y aprobado es la más liberal del mundo árabe y una de las más feministas. Cuestión crucial fue su carácter inclusivo y consensual; por cierto, como en la transición española. Y a pesar de todo, no está claro que vaya a terminar bien. La economía se halla maltrecha. El turismo no se ha recuperado desde 2011, sobre todo por los ataques terroristas —en el Museo del Bardo, en la playa de Susa, contra la guardia presidencial—, que han ahuyentado a los extranjeros. Del Túnez profundo ha salido la mayor aportación de yihadistas al Estado Islámico: al menos 3.000, según algunas evaluaciones. Y el país se halla al borde de la explosión social.

La lista de los fracasos o de las lecciones políticas que se deducen de las revueltas va más allá de las ideas antidemocráticas de los monarcas árabes, y de sus protectores occidentales. Veamos algunas. Las redes sociales pueden servir para la ignición de las revueltas, pero no para organizar las transiciones, e incluso pueden trabajar en sentido contrario. Los jóvenes laicos y pro occidentales que protagonizaron las protestas pronto fueron barridos por la fuerza del islamismo, principalmente de los Hermanos Musulmanes, la poderosa cofradía panislámica que observó primero las revueltas desde la ventana, luego se hizo con la dirección y terminó tomando el poder por las urnas. El fracaso de los Hermanos, con su incapacidad de consenso, su pésima gestión económica y su idea de un islam político sectario e iliberal, es uno de los datos más trascendentes, porque alimenta el argumento que declara incompatibles islamismo y democracia.

No termina aquí el repertorio. Ahí está la maldición del régimen militar egipcio, más represivo ahora incluso que con Mubarak. Como todo golpista, el mariscal Al Sisi, que derrocó al presidente Mohamed Morsi, no ha limitado su represión al islamismo, sino que alcanza a toda expresión de pluralismo. Los militares echaron a Mubarak, tutelaron la transición y mantuvieron bajo vigilancia a los Hermanos Musulmanes en el poder hasta que la impopularidad de Morsi les permitió echarlo a él también con el beneplácito de la oposición laica y progresista. Al Sisi hizo con Morsi, que le nombró, algo similar a lo que Pinochet hizo con Salvador Allende en 1973. Ambos presidentes intentaron casar su doctrina, el marxismo del chileno, el islamismo del egipcio, con la democracia, pero no lo consiguieron y fueron derrocados por los mismos militares a los que ellos habían promocionado.

Tanta razón tenían las casandras como que el dominó que debía convertir, uno detrás de otro, a todos los países árabes en democracias ha terminado en una serie de estados fallidos y en guerras civiles: Libia, Yemen, Siria, que se suman a Irak, Sudán del Sur, Somalia y a las debilidades de Nigeria, Malí, Chad, lugares todos ellos donde acampan las huestes del califato terrorista, el Estado Islámico, último y perverso retoño de unas revueltas que empezaron orientándose hacia Occidente y han terminado dirigidas contra Occidente.

El fracaso en su dimensión geopolítica es occidental, de Estados Unidos y de Europa, que han soltado las palancas que tenían sobre la región y cedido espacio de maniobra a países como Arabia Saudí, Turquía o Irán. Las revueltas empezaron en una insólita atmósfera de posmodernidad tecnológica y prooccidental que suscitó muchas esperanzas, pero el resultado es una desoccidentalización que ha permitido el regreso del presidente ruso, Vladímir Putin, con su intervención en Siria, transformado parte de las revueltas en enfrentamientos sectarios y convertido a la Unión Europea en un sujeto pasivo de la crisis, incapaz de actuar sobre Siria y de gestionar la huida de su población hacia la Europa más rica.

Francis Fukuyama
ha comparado la primavera árabe de 2011 con las revoluciones burguesas europeas de 1848, que también fracasaron y desembocaron en reacciones autoritarias (ver su último libro, Orden y decadencia de la política; editorial Deusto, 2016). El pensador, que acuñó la idea del fin de la historia, considera que la democracia solo pudo triunfar en Europa después de pasar un severo sarampión identitario, y más concretamente nacionalista, que en el caso árabe se expresa a través del islamismo. Esta idea le hace pensar que la democracia tardará todavía mucho tiempo en llegar a los países árabes que protagonizaron aquella primavera de 2011.

Comentarios

De eso puedes estar seguro, hasta que en los países árabes no se den cuenta de la deshumanización del islamismo más radical, no empezarán a pensar en otra forma de gobernar sus países, pero para eso tiene que pasar el tiempo, sufrirlo en sus propias carnes para que lo comprendan o que lo aprendan.
" algo similar a lo que Pinochet hizo con Salvador Allende en 1973" ¿Lo destronó? Claro, pero no en igualdad de condiciones, ni por las mismas razones. Pinochet, apoyado por las Fuerzas Armadas Chilenas respetuosas de la Constitución y el Pueblo Chileno, procedieron a remover a un gobernante ilegal que se acababa de dar un auto-golpe de estado para permanecer en el poder ante el repudio de la población chilena a quienes tenía sin comida, trabajo y futuro (al buen uso comunista.) Un gobernante que se hizo "proteger" de guardaespaldas CUBANOS porque no confiaba en sus compatriotas. Cuando las Fuerzas Armadas atacaron el Palacio de la Moneda, casa presidencial chilena, y los ocupantes se vieron perdidos, el guardaespaldas cubano-comunista-fidelista, siguiendo sus ordenes dadas por Fidel Castro, mató a Allende para evitar la vergüenza a la Revolución Comunista de que se rindiera. Las tropas lo encontraron muerto. M. Morsi fue instalado bajo presión del islamista Obama y su Secretaria de Estado Clinton, marxista-leninista desde su juventud. Obama y Clinton sabían perfectamente que Morsi era miembro de La Hermandad Musulmana, pues la asistente primaria de Clinton, Huma Abedin, es miembra de la Hermandad al igual que sus padres. Obama lo sabía por ser miembro secreto de la organización. El general Al-Sisi lo derrocó a las primeras de cambio ante el repudio general de la población de Egipto, procedió a ajustar cuentas con los seguidores y miembros de la Hermandad Musulmana. Le agradecería nos iluminara sobre lo que hace parecidos los dos hechos aparte de que los dos son expresiones directas de la voluntad del pueblo en general. Espero que ya haya entendido que el Islam no es compatible con la Democracia. Ya hay demasiados ejemplos, (al igual que el socialismo es un desastre irredimible,) pero dudo que alguna vez acepte haberse equivocado. Antes contra PP, hoy apoyando PP, o por lo menos a la enanita vicepresidente, o trabajando bajo sus ordenes, que viene a ser lo mismo. Los "socios" deben ser "flexibles", lo importante es la Causa.
El islamismo como antidemocrático es una realidad, su prueba es más que evidente en la trayectoria de la mal llamada primavera árabe. Como lo fue todo régimen patrocinado por la religión a lo largo de la historia. El islamismo es incompatible a toda ideología que conduzca al mundo, en este caso el árabe, a una etapa política y a una forma de vida digna de llevar a su población hacia un bienestar y un sistema político civil. El islamismo no representa a una nación, ya que para muchos islamistas, si no a la vasta mayoría, el islam no tiene fronteras y deja lamentablemente al nacionalismo en segundo puesto e inoperante, si no como un rival perseguido. La prueba la tenemos en las distintas agrupaciones que forman a los armados de Daesh, Jabhat Al Nusra o Jaish al Islam. Les importa un musulmán de otro país más que a los propios ciudadanos pero que profesan otra religión. El nacionalismo árabe que resurgió a raíz de la caída del imperio otomano fue liderado al principio por partidos políticos nacionalistas que en seguido fueron metidos bajo la umbrela de los movimientos de liberación posterior a la Segunda GM. Recordemos el papel que desempeñaron Francia y Gran Bretaña cuando establecieron su mandato colonial sobre la herencia de este imperio enfermo y debilitado, y que fueron secuestrados por los militares, además de facilitar la creación de la entidad sionista en Palestina. Siria y Argentina formaron los dos países que más golpes de estado hayan sufrido en la segunda mitad del siglo pasado. Esto fue bien recibido por occidente, el primer golpe de estado protagonizado por Husní el Zaim en Siria el 11 de abril de 1949 fue apoyado y patrocinado por la CIA. Igual pasó en Irán contra Mussadaq en 1953.Es importante saber que el mundo árabe le queda aun muchos años de batallas internas para entender lo que la democracia podría ofrecer. Hace falta tres o más futuras generaciones con enseñanzas distintas a las actuales que han dejado a la gente rehenes en manos del clero más regresivo y ignorante como el peor enemigo del estado. Generaciones que deberían sacudir el polvo arcaico salafista y lavarse de todo fanatismo religioso fundado por el wahabismo gracias a su riqueza petrolera que le ha permitido extenderse más allá de las fronteras del país que forma su cuna, Arabia Saudí, que también fue por una parte contra el nacionalismo árabe, cuya cuna fue Bilad El Sham ( la Siria natural que formó el Líbano, Palestina, Jordania y Siria) y siendo Siria su corazón, y por otra en contra de los Hashimitas del Hijaz a principios del siglo pasado en otra y contra su intento de formar un reino árabe en Bilad El Sham .¿Podrá el mundo árabe liberarse de su mal interno como de las influencias interesadas externas? Lo dudo mucho. Y el mundo árabe jamás ha sido dueño de sí mismo desde las conquistas del islam catorce siglos atrás. Una revolución sin clara ideología está siempre condenada al fracaso.
1º) ¿ERA Mubarak ''pieza clave'' de la seguridad de Israel? Es obvio que NO, ya que desde que cayó Mubarak Israel no está mas inseguro sino todo lo contrario.2º) Mubarak no fue volteado por su pueblo sino por Husein Obama, empecinado en voltearlo y llevar a los terroristas de Mursi al poder.3º)Las urnas no funcionan con Terroristas. La ley electoral en España marginó a Batasuna, pero en Egipto Obama avaló a los Hermanos Musulmanes del terrorista Mursi.4º) Los jóvenes de la Plaza Tahrir calentaron la olla, pero el guiso se lo comieron husein Obama y sus terroristas H.M. de Mursi. Al Sisi vino aponer órden y sensatéz frente a un país en ruinas. Por eso contó y cuenta hoy con tanto apoyo.5º) También fracasaron los fachaprogres que creían ver el fin de Israel y un nuevo holocausto judío en esa ''primavera árabe''. Hoy los árabes se matan entre ellos mientras Israel los contempla cada vez mas seguro.
ES buena la comparación entre Allende y Mursi, yo ya predije en su momento que el 2º acabaría como el primero, era harto evidente!! Ambos espantaron al Capital y arruinaron sus países; el egipcio introduciendo el fanatismo islamista, y el chileno introduciendo el fanatismo stalinista, estatizando la economia, y negando a Alemania la extradición de los nazis residentes en Chile.
La relación entre Augusto Pinochet y Allende siempre fue constitucional, veamos:El 22 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados de Chile, por 81 contra 47 votos, acuerda: “PRIMERO: Representar al señor Presidente de la República y a los señores Ministros de Estado miembros de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República que entrañan los hechos y circunstancias referidos en los considerandos quinto a duodécimo precedentes. SEGUNDO: Representarles, asimismo, que, en razón de sus funciones, del juramento de fidelidad a la Constitución y a las leyes que han prestado y, en el caso de dichos señores Ministros, de la naturaleza de las instituciones de que son altos miembros, y cuyo nombre se ha invocado para incorporarlos al Ministerio, les corresponde poner inmediato término a todas las situaciones de hecho referidas que infringen la Constitución y las leyes, a fin de encauzar la acción gubernativa por las vías de derecho y asegurar el orden constitucional de nuestra patria y las bases esenciales de convivencia democrática entre los chilenos. TERCERO: Declarar que, si así se hiciere, la presencia de dichos señores Ministros en el Gobierno importaría un valioso servicio a la República. En caso contrario, comprometería gravemente el carácter nacional y profesional de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, con abierta infracción a lo dispuesto en artículo 22 de la Constitución Política y grave deterioro de su prestigio institucional, y CUARTO: Transmitir este acuerdo al señor Presidente de la República y a los señores Ministros de Hacienda, Defensa Nacional, Obras Públicas y Transportes y Tierras y Colonización. Este Acuerdo Constitucional, que sustancialmente eliminaba la legitimidad al Gobierno de Allende y que explícitamente invocaba una intervención militar fue ratificado al día siguiente, el 23 de Agosto de 1973 por el Senado de República de Chile. En razón de lo anterior, en la Nación de Chile los sectores que no comparten la mentira izquierdista llaman a la intervención militar en Chile, “Pronunciamiento Militar” y no Golpe Militar, ya que las FFAA de Chile obedecen al Llamado Constitucional del Poder Político establecido por el Senado y la Cámara de Diputados.
El conjunto revueltas sociales que se conocen como La Primavera Árabe, tuvieron solo algo en común, estar impulsadas por exiliados. Estar promovidas por familias, grupos de poder, exiliados de los países en las que se produjeron. Exiliados, pro-occidentales, pero aunque parezca una contradicción no por ello partidarios de los valores y principios que imperan en las principales democracias occidentales, como demostró su evolución. En mi opinión, lo ocurrido, el fracaso desde una perspectiva occidental de dichas revueltas, nos debería conducir a preguntarnos ¿Democracia, liberalismo, defensa de los derechos humanos, son conceptos y principios compatibles con la cultura islámica? La historia da a conocer que hasta ahora no lo han sido, tal vez lo puedan ser dentro de 100 años, todo es posible.La influencia de las nuevas tecnologías, en concreto de lo que se conoce como las redes sociales, sobre los procesos políticos y sociales, revolucionarios, etc., está sobrevalorada, contribuyendo a distorsionar lo que realmente ocurre. Occidente sufre un claro proceso de decadencia, y ello lógicamente se nota en su influencia en la esfera internacional. La UE, como conjunto, es completamente irrelevante a nivel internacional. Los cambios sociales, con capacidad de influir electoralmente, están provocando cambios en la política norteamericana, en concreto en su política exterior y de defensa. También es cierto que las elites dirigentes europeas deben aclararse sobre que prefieren, unos Estados Unidos débil en un mundo multipolar, y por tanto poco intervencionista en la política internacional, o por el contrario unos Estados Unidos fuerte, hegemónico, con capacidad para promocionar y defender la democracia, la defensa de los derechos humanos, un determinado orden internacional, etc.
PINOCHET puso órden en lo politico, y competitividad en la economia, haciendo de Chile el pais ejemplar de A. Latina. La prueba es que el capitalismo ''salvaje'' que dejó no fue modificado en nada esencial por los socialistas que lo sucedieron. Mientras, en Europa seguimos con la mentira del ''capitalismo humanitario'' y cada vez mas a la cola de las nuevas potencias.
No solo, pero una de las señas de identidad por la que se conoce a la primavera árabe, igual que a la revolución francesa, es la decapitación. Aunque es verdad que la decapitación ha sido una práctica muy habitual en todas las épocas y en todas las culturas, ha vuelto a reeditarse hoy con la primavera árabe. Los nostálgicos contemporáneos buscan en su inconsciente colectivo, imágenes que reflejar en el espejo plateado de sus principios los hechos que hemos dado en llamar primavera árabe, término acuñado en Occidente. Es decir, mientras en Oriente Medio no sabían que lo que estaban protagonizando era una primavera árabe, en Occidente ya lo sabíamos, debe ser porque aquí tenemos mucha experiencia en hacer revoluciones y asignarles nombres originales. Como en la revolución francesa se ha querido ver en la primavera árabe, que era el pueblo de forma espontánea, el que dio los primeros pasos revolucionarios, movidos por legítimos sentimientos basados en principios de igualdad fraternidad y solidaridad, o algo relacionado con los derechos humanos, signifique lo que signifique. Lo que un análisis desapasionado sugiere es que, como en todas la revoluciones (también la francesa), las clases populares fueron manipuladas por intereses, queda demostrado, no eran los suyos a tenor de los resultados objetivos obtenidos sobre el terreno. Solo hay que fijarse en cualquiera de los países atravesados como un rayo por este fenómeno, para darse cuenta que el pueblo, o los de aquellos que han sobrevivido a la primavera árabe, está mucho peor hoy que antes del inicio de estos movimientos. Muerte, guerra, desplazados, refugiados y por supuesto decapitaciones. Queda sin embargo un rincón para la esperanza, por el hecho de que, a aquellos que están en la tramoya no parece haberse podido salir con la suya. Esto es muy posible que beneficie a la postre a aquellos que fueron sacrificados como combustible de la revolución.
Y ahora, nuestro futuro. Gracias a nuestros esclarecidos gobernantes, aquí y en Bruselas.... "Britain’s Health Service ‘On Its Knees’ Thanks to Mass Migration, Says Cancer Specialist" "El Servicio de Salud británico 'de rodillas' gracias a la migración masiva, dice especialista en cáncer" Otra prueba que la mentalidad política europea es suicida, y para ayudar, Obama le promete a Matarella mandar más buques al Mediterraneo para "ayudar" a Italia a transportar migrantes mas seguros, rápido y mejor. Nada es tan bueno como un iluminado de izquierda para hundir países a alta velocidad. Viendo la foto de los dos muy abrazados, no pude decidir cuál era el más idiota.
Otro de los reflejos recurrentes que proyectan su figura sobre el espejo de nuestros deseos, es aquel de la democracia. Entendida esta como un fin en si misma y no como un medio para que los individuos sean, digamos, más libres, signifique esto lo que signifique. Según decimos la democracia es el fin mismo de toda revolución o primavera. Aunque los jardineros árabes no sepan en realidad que es esto, nosotros los occidentales damos por hecho que es lo que al fin y al cabo desean y quieren aquellos que promovieron la primavera. Aún hoy mantenemos esto a pesar de los resultados vistos sobre el terreno. Incluso en las mentes bien pensantes de aquellos que han sufrido en sus carnes los desgarros de la primavera árabe, admitieran que fuera este el camino emprendido hacia la democracia y la libertad que desde Occidente les queremos mostrar, dudo que estos individuos aceptaran de buen grado el sacrificio que hacen para alcanzar el objetivo incierto de la democracia, que solo les ha reportado, en las últimas décadas; sangre guerra y destrucción. Sean primaveras o luchas contra el mal, a fin de cuentas guerras patrocinadas todas por Occidente y su industria militar pujante. Otros menos ingenuos habrían dicho, de ser preguntados, que si estos son los intereses que deben pagar para obtener algo que ni siguiera conocen, mejor quédense occidentales con su estupenda democracia y déjennos que busquemos nuestro propio destino por muy vulgar que sea, seguramente nada parecido a su satisfactoria democracia. Nosotros los occidentales, que nos creemos el mbligo del mundo, estamos convencidos que la democracia bien entendida, signifique esto lo que signifique, solo pude deparar progreso, felicidad y riqueza. No entenderíamos una democracia en la que sus ciudadanos fuesen pobres o infelices. Ahora sin embargo nuestras dudas aumentan al comprobar nuestro estado de cosas no solo por la corrupción institucional rapante en la que vivimos, por el rechazo a los emigrantes que llegan a las fronteras de la democracia. Por muy mal que lo veamos ayer podíamos decir que al menos si no felices y libres, somos ricos gracias a la democracia y disfrutamos de un bienestar que ya lo quisieran muchos. Incluso esto esta hoy en cuestión y ya no sabemos cuando vendrá la siguiente crisis o si a caso estamos cabalgando a lomos de una desbocada, imposible ya de controlar que no sabemos muy bien donde nos conduce.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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