La escalada del conflicto con Riad ve debilitados los planes de Rohani
El presidente de Irán ve peligrar su estrategia de distensión y atracción de inversiones
La ruptura de relaciones diplomáticas con Arabia Saudí tras la ejecución en ese país de un clérigo chií disidente y el posterior incendio de la embajada saudí en Teherán complica la posición del presidente iraní, Hasan Rohani. La escalada del conflicto con varios países suníes tras la agresión a la legación saudí dificulta el objetivo de distensión regional del mandatario iraní y su intento de demostrar la estabilidad y fiabilidad de su país en aras de atraer nuevas inversiones internacionales.
Los analistas creen que el ataque a la embajada saudí es una medida para presionar y desprestigiar al Gobierno de Rohani, en un momento de especial relevancia ya que Irán espera el levantamiento de las sanciones y prepara elecciones parlamentarias en febrero.
En estas circunstancias, Rohani busca una salida a su confrontación con Arabia Saudí para seguir con su política de distensión regional, combatir el Estado Islámico (ISIS) y atraer a inversores extranjeros. Estos planes, por el momento, se desvanecen en el humo que ha levantado el incendio de la embajada saudí, mientras los sectores más conservadores del régimen iraní alimentan la tensión con duras declaraciones.
División interna
El pasado domingo, el mandatario iraní, en la ceremonia de la apertura del Congreso Internacional de la Unidad Islámica en Teherán, recalcó que su Gobierno “desde el primer día ha propuesto la idea del mundo sin violencia y ha anunciado que se puede resolver cualquier problema a cualquier escala que sea a través del diálogo”. La ejecución del clérigo chií Nimr Baqr al Nimr podría ser definida como uno de estos problemas, aunque para la mayoría de la opinión pública iraní es menos importante que la muerte de unos cuatrocientos peregrinos iraníes en septiembre pasado en una estampida en La Meca.
El hecho de que el presidente Rohani califique a los autores del incendio de la embajada saudí de “grupos desenfrenados y radicales” parece poco creíble para la mayoría de los observadores internacionales, ya que los antecedentes de estos grupos en atacar representaciones diplomáticas, como la de Reino Unido en 2011, demuestran que están organizados y actúan en función de objetivos bien definidos.
Para los medios ultraconservadores iraníes, sin embargo, el asalto a la embajada de Arabia Saudí en Teherán representa “la exaltación de la indignación del pueblo iraní”.
Larga trayectoria de tensiones
1980-1988: Arabia Saudí apoyó a Sadam Husein en la guerra entre Irán e Irak.
1987: Matanza de 275 peregrinos iraníes en La Meca durante una manifestación.
1996: Atentado con bomba contra las torres de Khobar, en Arabia Saudí, que causó la muerte de 20 personas. Riad acusó a Irán de estar detrás del atentado.
2005: Asesinato de Rafiq Hariri, primer ministro libanés con fuertes lazos con Riad, con coche bomba en Beirut.
2010: Irán cancela los viajes a Arabia Saudí para la peregrinación de Umra.
2011: Riad acusó a Teherán de intentar asesinar a Adel al Jubair, actual ministro de Exteriores saudí y entonces embajador en Washington.
La insistencia de Rohani en “la voluntad de todas las autoridades iraníes para enfrentarse de forma seria a estos actos ilegales” resulta poco convincente. Las declaraciones de los clérigos más conservadores contradicen este discurso.
Un ejemplo es el ayatolá Seyed Ahmad Jatamí, miembro de la Asamblea de Expertos y uno de los personajes más influyentes en los sectores ultraconservadores, quien nada más conocerse la ejecución del clérigo chií aseguró que este acto “irritará a todos los chiíes tanto en Arabia Saudí como en el resto de los países musulmanes y este crimen les costará muy caro a los miembros de Al Saud [la familia real que dirige Arabia Saudí]”.
También debilita la posición internacional del presidente iraní la postura de los Guardianes de la Revolución, que prometieron “venganza en un futuro cercano” y previeron “la destrucción de las bases de este régimen”.
Los titulares de la mayoría de los diarios de este lunes en Irán describen la agresión contra la embajada saudí como regalar la mejor excusa al aparato propagandístico de Riad, que ha usado el ataque como prueba de sus acusaciones contra Teherán.
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