Cuando la calle es nuestra
Desde 1974, la Ciclovía de Bogotá expulsa a los coches de parte de sus calles y avenidas invitando a los ciudadanos a ocuparlas y disfrutarlas
Atasco en la carrera siete. En sentido norte. Es domingo y Bogotá amanece con atasco; trancón, lo llaman en la capital de Colombia. “Es por la Ciclovía”, dice el taxista sin ningún deje recriminatorio en su frase. Debido a este evento, todos los domingos del año se cortan al tráfico 121 kilómetro de calles bogotanas y se ceden a los ciudadanos. A todo el mundo le encanta. Taxistas incluidos. La idea surgió el 14 de diciembre de 1974, cuando, de manera espontánea, un grupo de personas decidió arrebatar a los vehículos motorizados dos calles —la carrera siete y la trece— y tomarlas para su uso y disfrute. Esta iniciativa, que durante todo este año celebra sus cuatro décadas de existencia, no solo fue un éxito sino que ha inspirado a otras urbes como Nueva York, Buenos Aires o, más recientemente, Madrid.
“Surgió como una propuesta de recuperación del espacio público frente a los vehículos”, resume Bibiana Sarmiento, coordinadora general de Ciclovía. Ahora, cada domingo 1,4 millones de personas, ciclistas, peatones, familias, patinadores, gente con sus mascotas o skaters, se adueñan de parte de la ciudad. En el espacio se desarrollan actividades como conciertos, talleres infantiles o clases de seguridad vial.
“El tráfico en Bogotá es harto complicado”, continúa el taxista, “y con este tipo de medidas se intenta promover una movilidad alternativa”. Con este último término, el conductor se refiere al transporte público, las caminatas o las bicis. En la capital, con casi ocho millones de habitantes, hay 1,5 millones de vehículos, según datos de la Secretaría Distrital de Medio Ambiente de Bogotá. “Aplicamos el pico y placa [restricción de acceso en las horas punta que permite un día entrar a la ciudad a las matrículas pares y otro a las impares], y aun así los trancones son una pesadilla”, incide en el tema Nelson Carreño, coordinador del programa Pedalea por Bogotá organizado por el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD). La velocidad media de un coche en la metrópoli es de 19,3 kilómetros hora, según datos del Departamento Nacional de Planeación. “En bici está por encima de los 15 por hora”, apunta Carreño añadiendo con orgullo que la ciudad cuenta con más de 400 kilómetros de carriles bici.
Aunque en un comienzo la Ciclovía era una actividad lúdico-festiva espontánea, desde el año 2006 se reorganizó y se convirtió en una herramienta de urbanismo: “Ese día cambia la perspectiva de la gente sobre la capital”, añade la coordinadora del evento Bibiana Sarmiento. “No solo fomentamos el interés por la movilidad sino que invitamos a vivir la calle y favorecemos la mezcla de personas de diferentes estratos sociales. En la Ciclovía todos somos ciudadanos disfrutando de su ciudad”, agrega.
A las órdenes de Sarmiento están 220 guardianes, que velan para que nada falle en las actividades que ese día se celebran en la calle. Unos coordinan el taller de pintura de caras para niños; otros son instructores en las clases para aprender a montar en bici y muchos más se distribuyen por las zonas de mascostas o en el área donde diversos vendedores ofrecen a voces sus productos, intentando seducir al personal con los aromas que emanan de sus barbacoas o sartenes. “Lo mejor que puedes hacer es bajarte del carro y disfrutar de la Ciclovía”, recomienda el conductor del taxi. “Es el plan perfecto para un domingo en Bogotá”.
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