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Una nueva vida en Luxemburgo desde la pesadilla en el Egeo

El Gran Ducado acoge a seis familias de sirios e iraquíes que llegaron a la isla de Lesbos

Belén Domínguez Cebrián
Fotografía facilitada por el Gobierno griego de una de las familias de refugiados trasladadas de Atenas a Luxemburgo.
Fotografía facilitada por el Gobierno griego de una de las familias de refugiados trasladadas de Atenas a Luxemburgo.ANDREA BONETTI / PRIME MINISTERS (EFE)

Del sofocante caos de la isla griega de Lesbos a la paz reinante del verde luxemburgués. De un país ahogado por su ya tercer rescate económico a uno de los paraísos fiscales y financieros europeos. Luxemburgo recibió este miércoles a 30 refugiados —21 de Siria y nueve de Irak— que volaron desde Atenas para empezar una nueva vida en territorio comunitario, lejos de la guerra y la miseria.

Se trata del primer grupo que sale de Grecia hacia la Unión Europea (UE) bajo el paraguas del nuevo sistema de reparto que acordaron hace dos meses los Veintiocho. Junto a las 86 personas reubicadas desde Italia durante las últimas dos semanas, la UE ha distribuido sólo a 116 de los aproximadamente 700.000 refugiados que este 2015 han entrado en territorio comunitario. 

"Esto es solo el principio (...), una gota en el océano. Nuestro deseo es que se convierta en un arroyo y luego en un río de humanidad y solidaridad", declaró ante los medios el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, desde el aeropuerto de Atenas, adonde se desplazó junto a otros altos cargos; el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, el comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulus, y el ministro de Exteriores luxemburgués, Jean Asselborn, para despedir al primer grupo de refugiados que partía de Grecia, entre los que había 19 menores.

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Neblina y un sol que no terminaba ni de brillar ni de calentar recibieron este miércoles por la tarde al grupo de refugiados. Las autoridades helenas fletaron un avión de la compañía Aegean Airlines que aterrizó pasadas las doce del mediodía en el aeropuerto de Bruselas, a unos 200 kilómetros, desde donde fueron trasladados en varios autobuses al primer centro de recepción —cerrado— del Gran Ducado: el recinto ferial Expolux. "Levamos meses preparándonos para esto", señalan por teléfono fuentes del Gobierno de Luxemburgo.

36 tiendas de campaña blancas inundan la superficie de una de las naves de este recinto ferial, al noreste de la ciudad. También cargan el ambiente: huele a plástico. Cada tienda puede acoger unas 10 camas que más bien son tumbonas de tela azul oscuro y patas metálicas en forma de tijera. "Ahora hay familias [unas 60 personas que habían llegado dos semanas atrás por cuenta propia] procedentes de todas partes y no se puede permanecer aquí", señala amablemente una de las voluntarias de la Cruz Roja, organización que se encarga de coordinar la acogida de los 790 (de 120.000) refugiados que Luxemburgo se comprometió a acoger durante los próximos dos años.

Hamed. B, nacido en Alepo (Siria) hace 38 años y profesor de francés, es uno de ellos. No recuerda bien si lleva "dos o tres días" en este centro. Está esperando el autobús junto a todos sus enseres, que caben en tres bolsas de plástico. "En esos centros solo pueden estar un máximo de 48 horas para luego ser trasladados a una casa de acogida donde podrán esperar hasta nueve meses mientras las autoridades expiden su asilo político", afirma una portavoz de ACNUR desde la oficina para la UE en Bruselas.

Hamed huyó hace poco más de un mes de Siria y pagó 860 euros a las mafias en Turquía para subirse a una barquita hinchable, explica con gestos mientras lucha por no derramar ni una lágrima. "No estoy casado pero he tenido que dejar a mis padres bajo las bombas del Ejército [del presidente sirio Bachar el Asad] y de Rusia. Aquello no lo puedo describir con palabras", se excusa llevándose una mano a la cabeza cubierta de canas. Desde Grecia, Hamed alternó, como tantos cientos de miles de compatriotas, entre autobuses, trenes y largas caminatas por Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia, Austria y Alemania hasta llegar a Luxemburgo. "Hablo bien francés, aquí puedo salir adelante", sonríe antes de subir al autobús.

Aunque el gesto de este miércoles es sólo el principio, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR, por su acrónimo español) afirmó que es un paso "importantísimo" porque significa que estas 30 personas —seis familias; 21 sirios, nueve iraquíes; 19 niños, seis mujeres y cinco hombres— "no recurrirán más a las mafias" y serán legales en la UE. Bruselas lleva tiempo afirmando que aquel que entre en un país comunitario sin haber sido registrado o identificado carecerá de derecho alguno y será declarado "ilegal".

Más burocracia por delante

El camino de estos 30 refugiados que llegaron este miércoles a Luxemburgo no acabó ahí. A su llegada en la capital del Gran Ducado, todos ellos fueron registrados e identificados por personal de la Cruz Roja en lo que llaman el primer centro de recepción. "Allí sólo pueden permanecer un máximo de 48 horas", explican fuentes de la Oficina Luxemburguesa para la Acogida e Integración (OLAI, por sus siglas en francés). Una de las coordinadoras explica que "hasta el momento" están cumpliendo con lo establecido, pero que cuando los refugiados llegan un viernes "es imposible que estén fuera el domingo", matiza desde el exterior de la nave.

Una vez transcurridas las 48 horas, un equipo de voluntarios —entre los que también hay intérpretes y traductores al árabe— se encarga de explicar a los refugiados cómo llegar a la casa de acogida de larga duración donde podrán esperar nueve meses a que se tramite su solicitud de asilo. "Tenemos mapas y fotos para que reconozcan los edificios y no se pierdan por la ciudad", explica la misma coordinadora.

Estos centros, al contrario que los de primera recepción, están abiertos durante el día. Es decir, los que allí residan podrán salir entre las seis de la mañana y las doce de la noche. Podrán pernoctar tres noches seguidas fuera del edificio "siempre y cuando hayan avisado y tengan autorización", según un dosier de 39 páginas —La organización para la recepción de solicitantes de asilo— del Gobierno luxemburgués en el que se establecen las directrices para tratar a los solicitantes de asilo en el país.

Los que por fin consigan la protección internacional tendrán derecho a una retribución mensual inferior a los 800 euros que por ejemplo establece Bélgica. "En Luxemburgo se les da menos dinero, pero se les ofrecen más cosas materiales, como productos sanitarios o comida", explican fuentes diplomáticas.

En el Gran Ducado existen desde hace dos años siete tipos de centros de acogida en función de las características del solicitante de asilo. Los refugiados tienen derecho a comida, dinero para pequeños gastos, sanidad, psicólogos, abogados, traductores, educación y acceso al mercado laboral en nueve meses, según el Gobierno.

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