Santa Cruz, la última gran batalla de los Kirchner para no perder su feudo
Alicia, la hermana de Néstor, es candidata a gobernadora. Máximo, el hijo, a diputado. Viaje a la provincia en la que empezó su poder y que ahora está cerca de cambiar de manos
Todo en la provincia patagónica de Santa Cruz recuerda que estas tierras están controladas por los Kirchner. Desde la avenida principal de Río Gallegos, la capital, que lleva el nombre del patriarca de la saga, fallecido en 2010, al cementerio, donde se alza imponente su mausoleo, 20 veces mayor que cualquier otra tumba de esta tranquila ciudad en la que el frío y el viento forjan el carácter, tanto que a sus habitantes les apodan “pingüinos”. Su imagen está por todas partes. Y sin embargo, todos los Kirchner están volcados en las elecciones en Santa Cruz el 25, el mismo día que las presidenciales, porque, por primera vez desde 1991, temen perder su feudo, el lugar donde empezó todo cuando Néstor y Cristina arrancaron su carrera política con un pequeño grupo de fieles que aún hoy la acompañan en la Casa Rosada. La hermana de Néstor, Alicia, compite para ser gobernadora de Santa Cruz. El hijo, Máximo, para diputado. Y la presidenta Cristina se vuelca en la campaña, inaugura hasta piscinas municipales, promete acueductos, y viaja a la provincia cada semana para promocionar a su cuñada y su hijo para ganar cueste lo que cueste.
Cristina Fernández viaja a Santa Cruz cada semana para promocionar a su cuñada y a su hijo
“No es una elección fácil, el peronismo va dividido, el aparato provincial no nos responde. Es un momento difícil porque Cristina no puede presentarse a la reelección como presidenta. Es una figura muy fuerte y el kirchnerismo sufre”, explica Mauricio Gómez Bull, diputado fiel a este movimiento, aún así convencido de la victoria de Alicia. Los Kirchner se pelearon con el gobernador, el peronista Daniel Peralta, aunque conservan su influencia a través de las obras que paga el Estado, el que más cosas hace en Santa Cruz. Además sus votos se unirán después de las elecciones para tratar de conservar el poder, gracias a la particular ley electoral. Los Kirchner quieren así ganarle a la oposición y al díscolo gobernador.
Eduardo Costa, líder de la oposición y candidato, tiene una visión diferente: “Los Kirchner controlan todo en Santa Cruz, hasta la justicia. Y los medios. Gobiernan los 14 municipios. Además, el 55% de la población económicamente activa trabaja para el Estado, que ellos controlan desde 1991. Si con todo eso nosotros estamos por delante en las encuestas es que han hecho muy mal las cosas, hay mucho hartazgo”. Los medios, efectivamente, con la excepción de la web Opi Santa Cruz, no informan de los escándalos que afectan a la provincia y se concentran en sucesos e inauguraciones.
La huella de Néstor Kirchner es muy profunda en estas frías tierras. Ese recuerdo explica que su hijo Máximo, un desconocido para la mayoría, sin trayectoria pública, al que mucha gente apenas conoce la voz, lograra en las últimas elecciones primarias, en agosto, un 44% de los votos. No le vale para ganar, pero es muchísimo. “Máximo está empezando pero sorprendió a más de uno”, resume el kirchnerista Gómez Bull.
Máximo tiene un gran parecido físico con su padre, una figura aún muy presente. Incluso los enemigos de Néstor admiten que él “puso a Santa Cruz en el mapa”. Los habitantes de estas tierras petroleras, desérticas y despobladas -320.000 personas en 250.000 km2, la mitad de España-, a 2.500 kilómetros de la capital argentina, siempre se sintieron apartados. El Gobierno nacional ni siquiera pagaba a tiempo los sueldos públicos. Llegó Kirchner y le dio un enorme protagonismo. Llevó allí a presidentes de todo el mundo, y empezó a pagar los sueldos a tiempo, a hacer carreteras, obras públicas. No necesitó mucho más. Hasta ahora. Porque los escándalos precisamente por la acumulación de obras públicas en manos de Lázaro Báez, amigo de Néstor y de la familia, también han hecho mella.
Para los kirchneristas, los escándalos de corrupción son “una operación política” de sus enemigos.
Báez era un cajero del Banco Provincia cuando conoció a Kirchner, entonces alcalde. Y se apuntó a su estela. Desde que su amigo se hizo gobernador, y después presidente, el cajero inició una carrera ascendente que lo ha llevado a lograr hasta 800 millones de dólares en contratos públicos en 10 años. Con ese dinero, relata el opositor Costa, ha ido comprando 263.000 hectáreas de terreno hasta convertirse en un gran terrateniente. Y también adquirió casi todas las empresas de obra pública de la zona, hasta hacerse con la mayoría del mercado.
Báez, que rechazó hablar con EL PAÍS cuando el diario acudió a la sede en Río Gallegos de su empresa, Austral Construcciones, se hizo muy rico y se construyó una espectacular mansión a las afueras de Río Gallegos. No es el único del entorno al que le ha ido muy bien. El exchófer de Kirchner, Rudy Ulloa, también vive en una imponente casa en la avenida Kirchner, al lado de la inmobiliaria familiar en la que trabaja Máximo. Las investigaciones judiciales en marcha no han llegado de momento a condenar a nadie, pero en Río Gallegos todos hablan de estos enriquecimientos repentinos.
Máximo tiene un gran parecido físico con su padre, una figura aún muy presente
Esas fortunas inquietan incluso a Emilio García Pacheco, el profesor de instituto de Néstor Kirchner, que lo adoraba. Tanto que le pedía consejo sobre cuestiones de su Gobierno, era una especie de confidente. Cuentan en Santa Cruz que el viejo profesor le recomendó alejarse de Lázaro Báez. García Pacheco, un "auténtico nyc" -nacido y criado en la zona- que se declara “antiperonista” aunque devoto de Kirchner, que “hizo mucho por esta provincia olvidada”, también está preocupado por la corrupción. “Aquí nos conocemos todos, sabemos quiénes eran nuestros padres, cómo vivieron. Cuando yo nací esto era una aldea. Yo siempre apoyé a Kirchner. Pero ahora vemos cómo algunos entran pobres a la política y se hacen muy ricos, se construyen grandes casas que no les corresponden y se pasean con enormes coches. Creer que esas fortunas son limpias depende de la ingenuidad con que se mire", responde cuando se le pregunta por el constructor.
En el asunto de Báez, Kirchner no hizo caso a su profesor. El empresario es tan cercano a la familia que construyó el mausoleo donde descansan los restos de Kirchner, con una llama perpetua y decenas de camisetas colgadas en la verja que la gente deja como recuerdo. La custodia de la tumba es permanente, porque la presidenta, cuentan diversos dirigentes locales, está empeñada en evitar que suceda con su marido algo similar a lo que pasó con el cadáver de Juan Domingo Perón, profanado para robar sus manos, que nunca aparecieron. El asunto de los cadáveres, clave en el peronismo, dio origen a una de las mejores novelas argentinas, Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez, que recorre el dramático periplo del cuerpo de la mujer de Perón por Italia y España hasta llegar finalmente al cementerio de La Recoleta, donde sigue con flores frescas cada día. Para los kirchneristas, que veneran a la familia, los escándalos de corrupción son “una operación política” de sus enemigos. El 25 se sabrá si tienen influencia real en el voto del feudo de los Kirchner, una de las batallas clave de las elecciones argentinas.
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