“El Papa, como él insiste, es un pastor, no político ni economista”
Cinco preguntas al teólogo conservador George Weigel sobre la visita de Francisco a Estados Unidos
El teólogo George Weigel es un referente intelectual de la derecha católica estadounidense. Autor de Testigo de esperanza: biografía de Juan Pablo II y miembro del laboratorio de ideas Centro para la ética y la política pública. Se le ha descrito como un teocon, juego de palabras con los neocons, o neoconservadores. En vísperas del viaje del Papa Francisco a Cuba y Estados Unidos, Weigel respondió a un cuestionario.
PREGUNTA: Usted ha escrito sobre las “fantasías” de la izquierda y la derecha sobre el Papa Francisco. ¿A qué fantasías se refiere?
RESPUESTA: La izquierda, la religiosa y la seglar, tiene la fantasía de que, por fin, este es un Papa que se rendirá ante la revolución sexual. La derecha tiene la fantasía de que este Papa está deshaciendo 35 años de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ambas fantasías son falsas y sacadas de quicio.
P: Usted describió a Juan Pablo II como un “socialdemócrata conservador europeo”. ¿Cómo describiría, política e ideológicamente, al Papa Francisco?
R: Creo que sus puntos de vista políticos están modelados por el único país en el cual ha tenido una experiencia extensa, que es su Argentina natal. Algunos han dicho que es algo así como un peronista, pero no conozco lo suficientemente bien el complicado tema del peronismo como para ser capaz de ofrecer una valoración seria. En todo caso, el Papa Francisco, como él insiste, es un pastor, no un político ni un economista, y me parece sensato creerle.
P: Sobre Cuba, el cambio climático, la política económica y la inmigración, el presidente Obama tiene una afinidad, me parece, con el Papa Francisco. Los conservadores de Estados Unidos, ¿deberían sentirse incómodos?
R: El Papa sabe que no ha habido absolutamente ningún avance en derechos humanos en Cuba desde el acuerdo, forjado por el Vaticano, entre la Administración Obama y Raúl Castro, y espero que le señale esto al presidente. La idea del Papa según la cual una “ecología humana integral” debe proteger al no-nacido contradice llanamente la política radical favorable al aborto de la Administración Obama. No está claro qué piensa realmente la administración sobre la economía o la inmigración, puesto que ha hecho tan poco para abordar [ambos temas] en los últimos siete años. Así que dudo de que la premisa de su pregunta sea realmente correcta. Los “conservadores” americanos deberían, y espero que lo hagan, escuchar respetuosamente los discursos del Papa aquí en Estados Unidos. Pero, al igual que el Papa Francisco, los “conservadores” americanos entienden que el papel de un pastor y el papel de un legislador son dos cosas diferentes, y, como el Papa, los “conservadores” americanos entienden que los asuntos de juicio prudente sobre la política pública son, de acuerdo con el Concilio Vaticano Segundo y con la doctrina social de la Iglesia, una responsabilidad propia de los laicos.
P: Este es el primer viaje del Papa Francisco a Estados Unidos. ¿Qué podría aprender de este país, de esta sociedad?
R: Aquí encontrará el catolicismo más vibrante en el mundo desarrollado, y la aproximación más cercana a lo que él ha llamado “Iglesia permanentemente en misión”. Encontrará una Iglesia cuyos enormes trabajos de caridad y educación se sostienen con la generosidad de los católicos de EE UU que, incluso en tiempos difíciles, forman parte de la gran tradición americana de la filantropía, que tanto impresionó a Alexis de Tocqueville a principios del siglo XIX. Encontrará un país en el que el debate moral público es mucho más robusto que en Europa, y en el que florece una genuina atmósfera ecuménica e interreligiosa. Y encontrará una Iglesia que ya trabaja intensamente en lo que él llama las “periferias existenciales” de la sociedad, aunque la falta de respeto de la Administración Obama por la libertad religiosa amenace ahora este trabajo.
P: Usted ha escrito sobre el Papa Francisco y la “diplomacia de Casaroli” [por el cardenal Agostino Casaroli, considerado el arquitecto de la política de acercamiento al bloque soviético durante la Guerra Fría]. ¿Sigue Francisco esta tradición? ¿Forma parte de esto su papel de mediador en Cuba? ¿Qué aconsejaría al Papa que cambiase en su política exterior?
R: Tengo la impresión de que el Papa Francisco no se ve a sí mismo como un diplomático y de que ha dado la mayor parte de la responsabilidad en la “política exterior” de la Iglesia a los diplomáticos de la Curia, muchos de los cuales son italianos que parecen no haber aprendido nada de los fracasos documentados de la Ostpolitik [política hacia el Este] de Casaroli. Espero el incidente reciente, y desafortunado, con el presidente Morales en Bolivia haya enseñado a estos diplomáticos papales que no es posible apaciguar a los autoritarios que se comportarán peor si imaginan que nos pueden manipular. En lo que respecta a Cuba, si la Iglesia debe tener su papel adecuado a la hora de sanar las divisiones internas en la sociedad y traer una bocanada de aire fresco a esta isla-prisión, debe dejar claro que no acepta “favores” del régimen de Castro a cambio del silencio sobre los abusos en los derechos humanos en Cuba y el vasto déficit democrático en este país. Cuba no es Polonia, pero hay lecciones que aprender —sobre cómo allí la Iglesia católica dio testimonio de los derechos humanos, especialmente después de la imposición de la ley marcial en diciembre de 1981— que son relevantes para Cuba: Juan Pablo II rechazó aceptar un “acuerdo” por el que la Iglesia, a cambio de concesiones del régimen, se habría convertido en un “socio” del régimen en un diálogo nacional sobre el futuro, en el que Solidaridad no habría estado implicada. Este todavía me parece un modelo prudente para hoy.
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