Irak aprueba las reformas contra el sectarismo y la corrupción
La Cámara aprueba por unanimidad las medidas patrocinadas por el primer ministro Abadi
El Parlamento iraquí aprobó este martes por unanimidad las reformas políticas para luchar contra la corrupción, el sectarismo y los privilegios políticos propuestas por el primer ministro, Haidar al Abadi. En una sesión retransmitida por la televisión oficial, los 297 diputados (del total de 328) presentes votaron a favor de las reformas.
El Consejo de Ministros ya aprobó hace dos días esas medidas en una reunión extraordinaria celebrada tras las recientes manifestaciones y las críticas al Ejecutivo, incluidas las de la máxima autoridad religiosa, Ali al Sistani.
El presidente del Parlamento, Salim al Yaburi, pidió hoy que el Consejo Supremo de Justicia elabore un documento que garantice su independencia. También anunció que los diputados están obligados a presentar pruebas sobre cualquier denuncia de corrupción y que se va a formar una comisión para investigar estos casos.
El paquete de medidas incluye la eliminación de los cargos de vicepresidente y viceprimer ministro, el ex primer ministro Nuri al Maliki y por Saleh al Mutlak, respectivamente, así como el recorte de privilegios especiales de los máximos responsables. Maliki, considerado cercano a Irán y al que se acusa de haber promovido el sectarismo durante su mandato, expresó su confirmidad con la iniciativa, que calificó de "una necesidad para el proceso político".
Además, entre las reformas, figura la eliminación de los privilegios económicos de buena parte de los altos cargos del país, así como del sistema de cuotas en el nombramiento de altos funcionarios entre los tres principales grupos del país: suníes, chiíes y kurdos. Estas reglas, patrocinadas por EEUU tras su invasión, estimularon la corrupción y el nombramiento de cargos poco cualificados. Un nuevo comité seleccionado por Abadi "seleccionará los candidatos en base a sus méritos e integridad".
Al Abadi presentó estas propuestas el pasado domingo, dos días después de que miles de personas se manifestaran en Bagdad y en varias ciudades del sur contra la corrupción, el deterioro de los servicios, especialmente la electricidad y el agua, y la situación de inseguridad. Incluso la máxima autoridad religiosa chií, Al Sistani, se manifestó al respecto solicitando al presidente del ejecutivo que fuera más "valiente" en la lucha contra la corrupción.
La ocupación de Mosul, en julio del año pasado por parte del grupo yihadista Estado Islámico (EI), desató una profunda crisis de Gobierno que se llevó por delante al entonces primer ministro Nuri al Maliki, al que se le acusó de sectarismo y de no ser capaz de evitar dicha invasión. Desde entonces, las autoridades apenas han podido contener al grupo radical, que ha proclamado un califato en los territorios de Siria e Irak que controla.
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