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Andréi Purguín | Líder separatista del este de Ucrania

Andréi Purguín: “Solo hay un límite: somos parte de la civilización rusa”

El líder separatista ucranio manifiesta la disponibilidad del Este a negociar

Pilar Bonet
Andréi Purguín, en septiembre de 2014 en la ciudad de Donetsk.
Andréi Purguín, en septiembre de 2014 en la ciudad de Donetsk.Darko Vojinovic (AP)

Ucrania legisla sobre la descentralización del país y las elecciones locales ignorando a los insurgentes del este del país, lo que contradice los acuerdos de Minsk, según Andréi Purguín, el jefe del Consejo Popular (Parlamento) de la autodenominada República Popular de Donetsk y representante en las negociaciones trilaterales en la capital bielorrusa (Rusia, Ucrania y los representantes de la RPD y la República Popular de Lugansk o RPL).

La confianza hacia Kiev escasea en Donetsk. Las medidas aprobadas en febrero en Minsk contemplan un “diálogo” sobre la celebración de comicios locales, según la ley ucrania de “estatus temporal de autogobierno local en zonas de las provincias de Donetsk y Lugansk”, y también “sobre el futuro régimen de estos territorios”. Pero esa ley de “estatus temporal”, ya firmada por el presidente Petró Poroshenko, no funciona y las ideas de la RPD al respeto, presentadas en mayo, “no fueron consideradas ni nadie las estudió”. Por otra parte, la Rada tramita ya la ley de elecciones locales, además de haber iniciado la reforma constitucional para descentralizar el país. “Ucrania confecciona las leyes sin tener en cuenta nuestra opinión y luego las presenta ante el mundo como si fueran parte del cumplimiento de los acuerdos de Minsk”, sostiene Purguín.

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“Según los acuerdos de Minsk, somos parte de Ucrania con un estatus especial, pero para que esto sea verdad y superar el conflicto, Kiev debe cumplir una larga lista de puntos”, afirma el político en una conversación con EL PAÍS. Trece son los puntos y ocho las notas que recoge el documento firmado en Minsk el 12 de febrero bajo los auspicios de la OSCE. “Los acuerdos de Minsk son pasos paulatinos y sólo al final del proceso se podrá decir que nos hemos convertido en parte de Ucrania”, señala el jefe del Parlamento insurgente. Al final del camino debe haber “otra Ucrania” y también otra RPD, admite.

Purguín acepta que la región secesionista debería transformarse también: “Sería una RPD que perdonaría a Ucrania varios miles de muertos, un millón de desplazados, una infraestructura destruida y una gran tragedia”.

Donbás (las provincias de Lugansk y Donetsk) no es una zona revoltosa aislada. “No somos una población compacta de alienígenas, como intentan presentarnos. Donetsk no se diferencia de Járkov, Odessa, Nikoláiev y el sudeste de Ucrania, donde residimos gente que tenemos el ruso como lengua y que nos consideramos parte de la civilización rusa. Todos esos territorios pueden repetir el proceso que nosotros hemos pasado”.

Si se admite que Donetsk es “parte de la civilización rusa”, el “conjunto de posibilidades” para el futuro, según la visión de Purguín, va desde ser una provincia o parte de ella a un Estado o parte de un Estado, explica. La “única condición es que somos parte de la civilización rusa, ese es el límite que no podemos traspasar”.

Minsk permite a los insurgentes hacerse oír en Occidente y reducir la dimensión militar del conflicto. “Hay muerte, hay destrucción, pero los enfrentamientos alcanzan menos a la población civil”. La influencia de la OSCE es restringida, pero “es mejor que nada” y los observadores de la OSCE son “malos observadores, pero son observadores”. Purguín reprocha a la Cruz Roja no acudir a los intercambios de prisioneros con Kiev. “Siempre invitamos a la Cruz Roja y no vinieron ni una vez, tal vez para no fijar el estado en que Ucrania nos devuelve a los presos”, afirma.

La falta de especialistas es un “grave problema” para los insurgentes, admite. A Donetsk retornan los antiguos funcionarios del partido de las Regiones (la fuerza política de Víctor Yanukóvich), que se fugaron tras la victoria del Maidán en Kiev. Purguín compara la situación con la que experimentó Rusia tras la Revolución Bolchevique de 1917, cuando además de “comisarios políticos” necesitaba especialistas, para lo que tuvo que recurrir a los derrotados de la Administración imperial y el ejército zarista. A Donetsk llega gente “de la otra trinchera” que se presentan como “comisarios”. “Un Estado no puede existir sin especialistas que entiendan lo que es la Administración local y la burocracia, pero hay que saber quién es quién para que los burócratas que retornan no se nos impongan, sino que trabajen para nosotros y para los que viven aquí”, dice.

En la élite política en Kiev se han repartido los papeles de “policía bueno y policía malo” y el diálogo se entiende como “obligar a la RPD a capitular”. Poroshenko, dice, tiene un doble lenguaje: “Al auditorio interno le promete la victoria y aplastarnos y al auditorio externo occidental le dice que Rusia ha ocupado Ucrania, que le salve, que está por la paz y que le den dinero”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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