La Eurocámara muestra su división ante la crisis griega
El primer ministro griego reconoce ante la Eurocámara la necesidad de reformar las pensiones
El Parlamento Europeo reprodujo este miércoles la polarización que vive la UE a cuenta de Grecia. El primer ministro Alexis Tsipras acudió a buscar la complicidad de los eurodiputados en las horas cruciales para forjar un pacto entre Bruselas y Atenas. Tsipras lamentó “la incapacidad europea para encontrar soluciones a la deuda”, pero admitió el origen griego del problema: “Grecia ha llegado prácticamente a la quiebra porque durante muchísimos años los Gobiernos han creado un Estado clientelista”.
Tras una noche de reproches cruzados con los líderes europeos en Bruselas, Tsipras intervino por la mañana en la Eurocámara, en Estrasburgo. El primer ministro fue recibido con aplausos y abucheos casi a partes iguales y con un buen número de escaños que exhibían el cartel del no vencedor en la votación griega. Los diputados del Partido Popular Europeo le lanzaron las críticas más duras que, con tintes mucho más moderados, deslizaron también socialdemócratas y liberales. La izquierda minoritaria y los verdes, en cambio, mostraron un apoyo cerrado. Y una parte de los eurófobos, como el británico Nigel Farage, de UKIP, jalearon el referéndum heleno como una grieta en lo que consideran poder omnímodo de la UE.
En ese foro se presentó el dirigente heleno para reclamar un acuerdo “que permita salir de manera definitiva de la crisis, que muestre que hay luz al final del túnel”. Fueron tres horas y media de debate con más de 70 intervenciones, incluidas las de Tsipras, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el del Consejo Europeo, Donald Tusk, que le lanzaron duros reproches. “Busque ayuda entre sus amigos, no entre sus enemigos”, le espetó Tusk, en referencia a los coqueteos griegos con Rusia.
Cambiar el país
Con la serenidad que le caracteriza, Tsipras capeó las críticas y pidió apoyo a la UE “para cambiar Grecia; es la responsabilidad histórica sobre la que se nos va a juzgar”. Consciente de que muchos países airean sus dudas sobre la ayuda a Grecia, el dirigente heleno alertó de que se trata de un problema compartido. “Y los problemas europeos requieren soluciones europeas”, añadió.
Tsipras aludió a una de las cuestiones más delicadas de la negociación entre Grecia y la zona euro: la millonaria deuda contraída (320.000 millones de euros, el 177% del PIB). “Hemos de ser sinceros: el dinero que se ha dado a Grecia nunca le ha llegado al pueblo griego. Son fondos que se dieron para salvar a los bancos griegos y a los europeos”, señaló.
Sus palabras disgustaron a muchos eurodiputados. “Europa ya no confía en usted para negociar”, le lanzó el líder del PPE, Manfred Weber, que ironizó con los apoyos manifestados en Estrasburgo: “Los extremistas de Europa le aplauden”. Más conciliador, el portavoz socialista, Gianni Pittella, señaló: “Confío en que demuestre su visión política y su responsabilidad”. El respaldo más claro llegó de la izquierda minoritaria. “Quiero agradecer al pueblo griego que haya levantado mejor que nadie la bandera europea”, enfatizó Pablo Iglesias, líder de Podemos, que recibió a Tsipras a la entrada del hemiciclo, junto a otros miembros de su grupo.
Más directo en la réplica, el primer ministro griego admitió que “quizás deberían abolirse las jubilaciones anticipadas” y se comprometió a poner en marcha “reformas genuinas”.
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