Los chiíes reciben con alivio el avance diplomático iraní
El acuerdo nuclear abre ciertas esperanzas de distensión en Siria y Líbano
El acuerdo entre las potencias mundiales e Irán sobre la reducción de su programa nuclear se recibía con alivio entre los aliados de la potencia chií en la región. Teherán se anota un tanto diplomático en plena guerra fría contra la potencia suní de Arabia Saudí.
El acuerdo y su posible ratificación afecta de pleno a la guerra que a través de milicias libran las potencias regionales en Oriente Próximo. Teherán amplía su anillo chií en la región. Irán se impone como el firme aliado del presidente sirio Bachar el Asad, al tiempo que refuerza su campo de influencia en Oriente Medio a través del apoyo y armamento de las milicias chiíes en Irak, de Hezbolá en Líbano, y del frente más reciente con el apoyo a los Huthis en Yemen. El monarca saudí, que estrena trono, lidera la coalición de monarquías suníes del Golfo para frenar lo que percibe como un avance iraní en su frontera sur.
El presidente estadounidense Barack “Obama parece haber cerrado un acuerdo con el monarca saudí por el que éste debe aceptar que Estados Unidos apoye a los chiíes en Irak contra el Estado Islámico (EI) suní. Lo que entraña matar a suníes. Y ello a cambio de que Riad pueda bombardear a los chiíes Huthis en la península Arábiga, en Yemen”, opina en una conversación telefónica Joshua Landis, director del Centro de Estudios sobre Oriente Próximo de la Universidad de Oklahoma.
En cuanto a Siria, Landis tampoco prevé un impacto favorable para el régimen sirio: “No creo que Obama pueda o quiera pujar en contra de potencias suníes como Turquía y Arabia Saudí en Siria. No está claro que pueda frenar al apoyo de éstos a las diferentes facciones suníes en territorio sirio aunque eso implique dejar caer a El Asad, y por lo tanto a Siria, en manos de Al Nusra (filial de Al Qaeda en Siria) o del EI”, concluye.
Más positivo se muestra el analista libanés Qassem Qaseer : “Este acuerdo puede tener un impacto positivo. Un acercamiento con Irán le puede acordar un mayor rol como mediador regional para distender los principales escollos y propiciar una solución política tanto en Siria, como entre los dos bloques libaneses o incluso en Yemen, alejando las opciones bélicas en esos países. Aunque sea a media plazo”, valora Qaseer.
En Líbano, el acuerdo provocaba reacciones contrarias. “Mientras Hezbolá mantenga sus armas, nada cambiara en Líbano”, arremetía Mustafa Alloush, figura clave del partido El Futuro y bloque contrario a Hezbolá. A pesar de las diferencias, la mayoría de los políticos de ambos bloques enfrentados admitían que el nuevo dialogo ayudaría a reducir las tensiones en el país.
El histórico acuerdo llega seis días después de que Hassan Nasralá, líder de la milicia partido Hezbolá libanesa y aliada de Damasco, arremetiera contra el rey saudí. “Teherán no impone nada en Yemen, pero Riad está empujando a todo Yemen a abrazar Irán, tal y como hizo con Irak , Palestina y Siria”, declaraba en una entrevista televisada.
Contrariamente, el acuerdo también preocupa a los partidarios de Hezbolá. “Estamos en Siria, en Irak y en Yemen. Un acuerdo con Irán perjudica directamente a Israel que ahora sabe que nos tiene en su frontera. Tememos que Netanyahu decida empezar una guerra en Líbano como represalia”, opina un miembro de Hezbolá que prefiere mantener el anonimato.
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