Estados Unidos consuma su viraje en favor del régimen egipcio
Washington reanuda la venta de armas que congeló en 2013 como represalia por el golpe
Estados Unidos y Egipto vuelven a los viejos tiempos. La seguridad y la estabilidad se consolidan como los ejes de la relación. Washington suaviza sus demandas prodemocráticas en el país árabe más poblado a cambio de reparar sus lazos con un aliado histórico en un momento de creciente inestabilidad en Oriente Próximo por la amenaza yihadista y las tensiones sectarias.
El Gobierno de EE UU levantó el martes el bloqueo a la entrega de aviones de combate, misiles y tanques al régimen del general Abdelfatá al Sisi que había impuesto en octubre de 2013 como castigo por la represión tras el golpe de Estado —encabezado por Al Sisi— que derrocó a Mohamed Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en Egipto. El presidente Barack Obama se lo comunicó por teléfono a Al Sisi y le garantizó que seguirá pidiendo al Congreso una ayuda militar anual de 1.300 millones de dólares (1.200 millones de euros) a Egipto, que también quedó parcialmente suspendida tras el golpe de julio de 2013 contra el islamista Morsi.
La Casa Blanca anunció que no emitirá ninguna certificación de que Egipto avanza hacia un sistema democrático dado que el Congreso dejó de exigirlo el año pasado. Y justificó el desbloqueo en el “interés de la seguridad nacional de EE UU”, según un comunicado. El Gobierno evitó calificar de golpe de Estado la asonada contra Morsi para no verse obligado por ley a cortar la ayuda. Pero al congelar las entregas militares, Obama pretendía acelerar la transición egipcia al condicionar su reanudación a que Egipto hiciera "progresos creíbles" en materia democrática.
Ahora, pese a las vulneraciones de derechos humanos, el diagnóstico ha cambiado y se consolida el viraje hacia El Cairo iniciado en los últimos meses. Se cierra un paréntesis iniciado en 2011 tras la caída del régimen de Hosni Mubarak durante las revueltas prodemocráticas de la primavera árabe. Los militares han vuelto a la presidencia egipcia. Y vuelve a Washington el pragmatismo de la realpolitik que marcó la relación con El Cairo en las últimas tres décadas.
EE UU concede ayuda militar a Egipto desde los acuerdos de 1978 que derivaron en un tratado de paz con Israel. La Casa Blanca la ha usado como un modo de garantizar la seguridad de un país estratégico en el inestable tablero de Oriente Próximo y granjearse una posición de influencia.
El objetivo ahora es garantizar un “Egipto seguro y estable, y la derrota de organizaciones terroristas”, según la Casa Blanca. Egipto afronta una amenaza terrorista en la península del Sinaí y ha atacado posiciones en Libia de una filial del grupo yihadista Estado Islámico (EI). EE UU bombardea al EI en Irak y Siria, y apoya junto a Egipto la ofensiva de Arabia Saudí en Yemen contra los rebeldes chiíes Huthi, respaldados por Irán.
EE UU no emitirá ninguna certificación de que Egipto avanza hacia un sistema democrático para reanudar la venta de armas, que justifica en el “interés de la seguridad nacional”
El anuncio del desbloqueo de los 12 cazas F-16, 20 misiles Harpoon y 125 tanques Abrams llega a los pocos días de que la Liga Árabe anunciara un principio de acuerdo, impulsado por el suní Egipto, sobre la creación de una fuerza militar conjunta para afrontar amenazas terroristas. Y en plenas negociaciones de EE UU y otras cinco potencias con Irán acerca de su programa nuclear. Los países suníes temen que un acuerdo pueda afianzar lo que perciben como una creciente influencia del chií Irán en la región.
Amy Hawthorne, analista de Oriente Medio en Atlantic Council, un laboratorio de ideas en Washington, cree que, con el desbloqueo del material militar, la Administración Obama legitima al régimen de Al Sisi. “Está tratando de tomar decisiones a corto plazo basadas en preocupaciones pragmáticas sobre los intereses de seguridad de EE UU y reducir tensiones en una relación importante en un momento de agitación regional e incertidumbre”, escribe en un correo electrónico.
Hawthorne sostiene que la Casa Blanca parece haber concluido que mantener la suspensión de las entregas “no servirá como una palanca de influencia” respecto a la situación de derechos humanos en Egipto. En la llamada, Obama le reiteró a Al Sisi su “preocupación” por los encarcelamientos masivos de opositores y “le alentó a un mayor respeto a la libertad de expresión y reunión”.
El objetivo es garantizar un “Egipto seguro y estable, y la derrota de organizaciones terroristas”, según la Casa Blanca. Egipto afronta amenazas terroristas en la península del Sinaí y la vecina Libia
Según Human Rights Watch, las autoridades egipcias detuvieron a más de 40.000 personas tras el golpe de Estado. El régimen ha aumentado la represión a ONG y ha autorizado juicios militares en casos de terrorismo que los activistas consideran un modo de suprimir protestas.
Pese a la reanudación de la ayuda, EE UU ha impuesto límites. A partir de 2018, no permitirá que Egipto use créditos en sus compras de material militar, y las limitará a la lucha antiterrorista y a la seguridad fronteriza, marítima y del Sinaí.
El desbloqueo, largamente esperado en El Cairo, fue aplaudido este miércoles por Al Sisi. “La reanudación de los intercambios militares contribuyen a los objetivos estratégicos comunes de los dos países, sobre todo en los ámbitos de la lucha contra el terrorismo y el extremismo, y en el mantenimiento de la seguridad en la penínsulas del Sinaí”, dijo el presidente en un comunicado, informa Ricard González.
La suspensión de la ayuda militar fue percibida tanto por los más fervientes seguidores de Al Sisi como por los medios de comunicación locales como la demostración última de la existencia de una alianza entre la Administración Obama y los Hermanos Musulmanes, el partido del depuesto Morsi.
De hecho, las críticas a Washington, a menudo dando pábulo a todo tipo de teorías conspirativas, son habituales en la prensa egipcia, lo que explica que el porcentaje de egipcios que tiene una opinión favorable de EE UU haya caído a la mitad entre 2011 y 2014, según los indicadores del Pew Research.
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