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Columna
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Una buena noticia

El autor cree que la creación del AIIB corrige un desequilibrio a nivel geopolítico

La creación de un banco de inversión en infraestructuras (AIIB, por sus siglas en inglés), en gran medida a instancias de China, ha sido interpretada en algunos círculos como una prueba más de que el país intenta influir en el orden mundial para promover sus intereses. Estados Unidos, en especial, ha criticado la medida, intentando que otros países como Australia y Reino Unido se queden fuera del banco. Sus esfuerzos han resultado inútiles. Parece que, cuando hay dinero chino de por medio, hasta las alianzas diplomáticas más firmes pueden venirse abajo.

El AIIB es, en conjunto, una buena noticia. Puede que esté liderado por China y que tenga su sede central en Pekín, pero contará con al menos otros 21 miembros, y probablemente muchos más. China no podrá imponer sus directrices a un grupo tan diverso. Tendrá que defender sus propuestas y abrirse más. China no pretende destruir nada; de hecho, intenta copiar el modelo de instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Eso difícilmente se puede considerar una revolución, sino más bien una señal de evolución en la toma de decisiones financieras regionales y mundiales.

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Y el banco tampoco va a dedicarse a un área en la que haya un exceso de oferta de capitales. Las necesidades de infraestructuras en toda la región asiática son enormes. La región necesitará aeropuertos, puertos, trenes de alta velocidad y reorganización urbana a una escala tal que la cantidad de 200.000 millones de dólares que se habla de establecer como capital inicial del AIIB es una gota en el océano.

Incluso desde el punto de vista de la imagen geopolítica, puede considerarse que el AIIB corrige un desequilibrio. El problema en este momento no es que la segunda mayor economía del mundo se muestre tan avasalladora en el ámbito económico internacional, sino que de hecho no sea un actor y un participante tan importante como debería ser. EE UU lleva años insistiendo en que China debe involucrarse más. El AIIB ofrece precisamente esa oportunidad.

Nadie debería suponer que este vaya a ser un proceso fácil. El banco necesitará mucho asesoramiento y sus miembros fundadores mucha paciencia hasta que se afiance. Pero no hay razones para que el banco no pueda prestar un servicio valioso, y se convierta con rapidez en un elemento fijo de la infraestructura financiera mundial. Y eso es una buena noticia para China y para los demás. Es una iniciativa que vale la pena apoyar.

Kerry Brown es director del Centro de Estudios sobre China y catedrático de Política China en la Universidad de Sidney.

Traducción de News Clips.

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