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El ‘número dos’ del Gobierno turco critica las intromisiones de Erdogan

El presidente abre una brecha en el AKP al actuar como si fuese todavía el primer ministro

Andrés Mourenza
Erdogan, este lunes en un acto en Ankara.
Erdogan, este lunes en un acto en Ankara.REUTERS

A menos de tres meses para las cruciales elecciones generales del 7 de junio, el carácter temperamental del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, está abriendo importantes brechas en su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado), donde ya se empiezan a escuchar críticas a la gestión del todopoderoso líder turco. Pese a haberse desvinculado formalmente del AKP y de las labores de Gobierno al asumir las labores de jefe de estado el pasado agosto, su empeño en seguir controlando los designios del país y del partido están incrementando las tensiones en el seno de la formación islamista, que dirige Turquía desde 2002.

El último episodio de esta polémica comenzó el pasado sábado cuando Erdogan hizo pública su oposición a la formación de un grupo de supervisión de las negociaciones de paz entre el Gobierno turco y el grupo armado kurdo PKK –un proceso que se inició bajo la batuta del propio Erdogan hace dos años- y criticó que los miembros del partido gobernante aparezcan en las fotos con los nacionalistas kurdos. Pero la polémica está lejos de quedar en un simple rifirrafe.

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El vice primer ministro y portavoz del Gobierno, Bülent Arinç, contraatacó insinuando que el presidente debería meterse en sus asuntos: “Declaraciones en las que [Erdogan] dicen ‘No me gusta’ o ‘No apruebo esto o aquello’ son emocionales. La responsabilidad compete al Gobierno”. Y en los últimos días han seguido los cruces de declaraciones y acusaciones mutuas. Por si fuera poco, el poderoso alcalde de Ankara, Melih Gökçek, -que gobierna en la capital turca desde hace 21 años- entró de lleno en el debate exigiendo que el primer ministro cese a su segundo. “Bülent Arinç: no te queremos. Arinç no puede ser portavoz. No nos representa”, escribió Gökçek en una declaración publicada en su cuenta de Twitter en la que, además, denunciaba que Arinç actúa a las órdenes del archienemigo del AKP, la cofradía religiosa de Fethullah Gülen, a la que el Gobierno acusa de haber creado un “Estado paralelo”. Arinç no calló y recordó que Gökçek, durante años, vendió importantes terrenos en Ankara a empresarios cercanos a Gülen. Y la última respuesta del alcalde capitalino ha sido el anuncio de que interpondrá una demanda contra Arinç en los tribunales.

“Los intercambios de declaraciones entre Erdogan y Arinç son sobre la cuestión kurda sólo superficialmente. Realmente, son acerca de los poderes del presidente y del Gobierno”, afirmó hoy el columnista Murat Yetkin. En los últimos meses, los encontronazos entre Gobierno y Presidencia han ido subiendo de tono por la pretensión de Erdogan de seguir manejando el Ejecutivo como si aún fuese primer ministro. De ahí las caras largas de quien ahora ocupa ese cargo, Ahmet Davutoglu, cuando Erdogan le leyó la cartilla y le forzó a no presentar una ley de transparencia que había anunciado; o las críticas del jefe de Estado a la dimisión del jefe de los servicios secretos o las quejas de varios ministros –que incluso llegaron a plantearse la dimisión- por las interferencias de Erdogan en el trabajo del gobernador del Banco Central.

Incluso en la prensa más afín a Erdogan han comenzado a aparecer signos de preocupación. “Desde el establecimiento del AK Parti en 2001 nunca se habían producido luchas internas como las que ha habido en los últimos tres meses”, escribía este lunes el columnista de Yeni Safak Abdülkadir Selvi: “Las masas han optado por el AK Parti porque era un símbolo de estabilidad. Ahora este atractivo está comenzando a perderse”.

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Hay pocas dudas de que el AKP ganará las elecciones –sería la cuarta victoria consecutiva en unas generales-, pero eso no le basta a Erdogan. El jefe de Estado quiere una mayoría abrumadora en el Parlamento que le permita cambiar la Constitución y establecer un sistema parecido al de EEUU, en el que el presidente asuma todo el papel Ejecutivo y no sea una figura poco más que simbólica como lo es actualmente. Aunque ello signifique ir contra parte del AKP que prefiere mantener el sistema parlamentario. Como afirma el analista Semih Idiz, quizás las “ambiciones políticas (de Erdogan), combinadas con su comportamiento duro e intransigente, han comenzado a carcomer su capacidad para mantener la cabeza fría”.

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