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Netanyahu se estanca pese a su discurso en EE UU

El líder israelí se desdice de pasadas ofertas de paz a los palestinos

Juan Carlos Sanz
Un cartel electoral de Netanyahu, este lunes en Tel Aviv.
Un cartel electoral de Netanyahu, este lunes en Tel Aviv.NIR ELIAS (REUTERS)

El santo grial de un tercer mandato consecutivo (el cuarto si se suma el que desempeñó entre 1996 y 1999) no acaba de estar definitivamente al alcance de la aspiración de Benjamín Netanyahu de convertirse en el primer ministro que más tiempo ha ejercido el poder en Israel. El líder del conservador Likud, de 65 años, insiste en jugarse la reelección en las legislativas del día 17 a la carta de la seguridad.

Hasta el pasado fin de semana, había acaparado la agenda política con su polémico discurso en Estados Unidos, en el que desafió al presidente Barack Obama desde la tribuna del Congreso al criticar abiertamente las negociaciones sobre un acuerdo nuclear con Irán. Pero tras el primer impacto favorable en intención de voto de su intervención del pasado martes en el Congreso, la campaña de Netanyahu ha vuelto a estancarse con un empate técnico ante sus rivales de la Unión Sionista (coalición de laboristas y centristas).

“Fue, habló y desapareció”, resumía el escritor Ari Shavit la repercusión del discurso del primer ministro en EE UU. En su columna semanal en el diario Haaretz, el autor de Mi tierra prometida argumentaba que su reiterado mensaje de “¡qué viene el lobo!”, no había llegado a calar entre los legisladores estadounidenses. Al margen del resultado que deparen las urnas, Shavit recuerda que “la razón de ser de los dos últimos mandatos de Netanyahu ha sido precisamente la amenaza de Irán”.

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El Likud sigue siendo el partido que cuenta con más ventaja de salida —en un marco de alianzas con fuerzas de centro, religiosas y de extrema derecha— para consolidar una coalición de Gobierno en la previsiblemente fragmentada nueva Knesset. Pero, a su regreso a Israel, Netanyahu se encontró el pasado fin de semana con 50.000 voces que, desde los partidos de centroizquierda, le gritaban en Tel Aviv “¡Bibi, vete a casa!” en el mayor mitin organizado en lo que va de campaña. Incluso un antiguo responsable del Mosad, Meir Dagan, subió al estrado para arremeter contra el primer ministro por su discurso en el Congreso de EE UU sobre Irán. “Netanyahu nos ha llevado a la campaña militar más larga desde la guerra por la independencia”, afirmó Dagan, en alusión al conflicto registrado en Gaza el verano pasado, que se prolongó durante 50 días, en el que murieron 2.256 palestinos, entre ellos 1.563 civiles, y 71 israelíes, de los que 66 eran soldados.

El Gobierno de centroderecha saliente ha impulsado la construcción de asentamientos de colonos judíos en territorios ocupados que los palestinos quieren incorporar a su futuro Estado. Las negociaciones con la Autoridad Palestina se dieron por rotas en abril del año pasado, y Netanyahu se ha mostrado en campaña contrario a la fórmula de “dos Estados” como solución al conflicto.

Al llegar de nuevo al Gobierno en 2009, sin embargo, propuso en una intervención en la Universidad de Bar-Ilan un “Estado palestino desmilitarizado” como la mejor solución viable. Sus rivales políticos le han recordado estas palabras, que chocan con su actual programa, durante la campaña. “Ese discurso es nulo e irrelevante ahora”, se apresuraron a replicar los portavoces del Likud. “La entera biografía de Netanyahu es una lucha contra la creación de un Estado palestino”.

El primer ministro actúa a la defensiva en la recta final de la campaña

El líder conservador parece haber perdido la iniciativa tras su viaje a Washington y se muestra a la defensiva ante revelaciones de la prensa israelí que, en plena campaña, cuestionan su discurso oficial de mano dura en el conflicto palestino y siembran las dudas sobre su firmeza entre las bases electorales del centroderecha.

El diario Yediot Aharonot ha revelado que Netanyahu se mostró dispuesto en agosto de 2013 a hacer “drásticas concesiones a la Autoridad Palestina” que incluían “intercambios de territorios, un acuerdo potencial sobre Jerusalén e incluso un retorno limitado de refugiados palestinos”. El jefe del Gobierno israelí ha rebajado la importancia del documento ahora aireado, que calificó como un mero borrador elaborado conjuntamente por uno de sus asesores y por un colaborador del presidente palestino, Mahmud Abbas.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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