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Jordania deja al rey manos libres

La brutalidad del EI genera unidad y acalla las discrepancias sobre los ataques

Natalia Sancha

Jordania aún se recupera del asesinato de su joven piloto Moaz Kasasbeh a manos del Estado Islámico (EI). Su muerte ha sellado, al menos en un inicio, las diferencias entre la opinión pública jordana, uniendo a partidarios y detractores de la guerra a los yihadistas. La brutalidad de EI ha provocado simultáneamente un renovado empuje para la coalición antiyihadista como para las filas del yihadismo internacional, sin que por ello se hayan propuesto nuevas iniciativas políticas o bélicas para acabar con los radicales.

“La reacción al asesinato del piloto ha sido emocional por parte del pueblo, que clama venganza. Ese sentimiento durará algunas semanas hasta que resurjan de nuevo voces cuestionando el coste de ir a una guerra ajena para enfocarse en proteger simplemente su frontera”, opina el analista jordano Labib Kamhawi.

El país, fronterizo con Irak y Siria, es de los que más yihadistas exporta

Jordania es un aliado indispensable para Washington ya que se trata del único socio árabe en la heterogénea alianza formada por Obama que comparte frontera con las tierras del autoproclamado califato en el norte de Siria e Irak. Al tiempo que el Congreso norteamericano prometía acelerar el envío de ayuda a Jordania, el presidente Obama pedía ampliar a 8.000 millones de euros el presupuesto para 2016 destinado a combatir al EI. Amán informó este sábado de que bombardeó por tercer día consecutivo posiciones del EI en Raqa, cuna de su califato en la franja siria.

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“El rey cuenta ahora con el pleno apoyo popular, es decir, tiene manos libres para proceder como crea oportuno”, dice en una conversación telefónica desde Amán Sufián Jaradat, coronel retirado de las Fuerzas Armadas Jordanas. Desde el pasado mes de agosto, durante el que se iniciaron los bombardeos contra objetivos del Frente Al Nusra (filial de Al Qaeda en Siria) y del EI, el Departamento de Defensa estadounidense ha gastado 820 millones de euros en las operaciones. El secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel, ha informado de que han acabado con 6.000 de los entre 30.000 y 60.000 yihadistas que se estima que combaten en la zona.La brutalidad de la metodología marcial del EI está sumando aliados a la coalición antiyihadista desde Tokio a Washington, uniendo a las opiniones públicas occidentales y árabes, pero también está reforzando las filas del frente yihadista mundial, cada día más radicalizado. “La brutalidad cada vez mayor de las ejecuciones del EI les está valiendo como mecanismo de reclutamiento. El protagonismo del EI crece en los foros yihadistas mundiales en la red”, afirma Mario Abu Zeid, investigador del centro de estudios Carnegie en Beirut. Un radicalización que despierta temores sobre una posible extensión de sus bases y atentados en Jordania. “Los jordanos componen uno de los elementos más importantes de los yihadistas extranjeros. Hay 3.000 combatiendo, que en agosto de 2014 abandonaron Al Nusra para seguir a [Abubaker al Bagdadi, líder del EI]”, advierte Joas Wagemakers, profesor de Estudios Islámicos de la Universidad holandesa Radboud.

A pesar de la presencia de varios bastiones jordanos simpatizantes con el EI como Maán (al sur del país), la coyuntura social y política no ofrece un terreno fértil para la ideología yihadista. La frontera norte jordana con Siria es uno de los pocos frentes donde aún perdura el Ejército Libre Sirio, un actor moderado y opuesto al EI. El rápido avance del EI se ha basado en aglutinar a los actores locales descontentos con sus regímenes centrales. En Irak se ganó a las tribus suníes del norte En Siria, desangra las filas de los rebeldes, sin fondos, y busca apoyos en las tribus suníes del norte resentidas tras ser apartadas de los planes económicos de Damasco. Una estrategia de captación que no tiene cabida en Jordania, con un 92% de la población suní. “En las tribus jordanas no existe ni el factor confesional chií-suní que explota el EI en Siria e Irak, ni el descontento hacia la monarquía”, apunta Sufián Jaradat.

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