Las milicias kurdas echan al Estado Islámico de Kobane
Las autoridades kurdas buscan ahora liberar las aldeas cercanas al pueblo sirio
Las tornas han cambiado en Kobane, al norte de Siria, tras más de cuatro meses de asedio. Las milicias kurdo-sirias han logrado expulsar a las fuerzas del Estado Islámico (EI) del casco urbano y ahora luchan en campo abierto y en las aldeas de los alrededores para proteger la ciudad y forzar el repliegue de los yihadistas.
“Los campos de los alrededores de Kobane están todavía en manos del Daesh (la denominación árabe del EI)”, asegura por teléfono Idris Nassan, viceministro de Exteriores del cantón de Kobane que acaba de regresar a la ciudad sitiada. Según Nassan, aún quedan 400 aldeas en manos de los yihadistas en todo el territorio cantonal de Kobane, una de las tres provincias –junto con Hasaka y Yazira– liberadas desde el inicio de la guerra civil en Siria por las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), milicia adscrita al Partido de la Unión Democrática (PYD, nacionalista kurdo) y otras formaciones afines.
“Nuestras fuerzas han cumplido su promesa de victoria. El proceso de liberación última de todo el cantón de Kobane está frente a nosotros y nos comprometemos a llevar a término también esta promesa”, afirmaron las YPG en un comunicado. La conquista, el pasado domingo, de la estratégica colina de Mishtenur, al sur de la ciudad y desde la que el EI empleaba su artillería contra los habitantes de Kobane, ha permitido ampliar el pequeño territorio controlado por las YPG.
El martes se recuperó Helince y este miércoles se luchaba en los pueblos de Shiran, Tal Ghazal y Minaze, en un radio de entre 5 y 8 kilómetros al sur de Kobane, lo que ha permitido romper algunas de las líneas de suministro de los yihadistas. “Las YPG han rodeado a los combatientes del EI en las áreas rurales del sur de la ciudad, mientras los aviones de combate de la coalición están golpeando los bastiones del EI”, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Los bombardeos de la coalición internacional liderada por EE UU han tenido un papel muy importante a la hora de detener el avance yihadista iniciado el pasado 16 de septiembre y que, en apenas unas semanas, redujo el territorio controlado por el Gobierno cantonal a apenas unos pocos barrios de Kobane, pero, según reconoció el vicealmirante John Kirby, portavoz del Pentágono, la victoria no hubiese sido posible sin “un socio de confianza sobre el terreno” que “ayudó a calibrar esos bombardeos”.
A esta extraña alianza entre EE UU y el YPG (organización “hermana” del grupo armado kurdo-turco PKK, al que Washington considera terrorista), se han sumado además los peshmerga del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí –que han aportado la poca artillería pesada con que han contado los defensores– y algunas unidades de lo que queda del Ejército Libre Sirio (ELS), los llamados “rebeldes moderados”.
Según el Observatorio, los yihadistas han perdido 979 combatientes, de ellos 38 perecieron en atentados suicidas, aunque algunos cientos más habrían muerto en los bombardeos aéreos. EE UU, de hecho, eleva el número de bajas del EI a 1.200 y los YPG a unas 3.000. Los defensores han perdido por su parte a unos 500 milicianos, incluyendo a una docena del ELS y un peshmerga, y a unos 40 civiles, víctimas de los bombardeos del Estado Islámico.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los yihadistas han perdido 979 combatientes
El mayor problema es que los combates han dejado la ciudad prácticamente inhabitable. “El 50 % de la ciudad está completamente destruido y el resto está muy dañado”, explica Nassan en declaraciones a este periódico. “Para los refugiados puede resultar peligroso regresar porque no podemos garantizar el suministro de comida o de medicamentos. Dependemos de la ayuda (externa)”.
Desde el inicio de la ofensiva yihadista, unas 200.000 personas procedentes de Kobane se han refugiado en Turquía y ahora muchas esperan el momento de regresar a sus hogares.
Ismail Kaplan, dirigente local del partido kurdo de Turquía DBP, explica que en torno a un centenar de personas cruzan cada noche la frontera a Kobane desde territorio turco. Kaplan cree sin embargo que aún es pronto para que regresen los refugiados tras haber visitado esta semana en primera persona la ciudad siria. “La mayoría de los edificios están destrozados. Hay que reconstruirlos y estamos negociando [con las autoridades turcas] que se permita el paso de materiales de construcción”, afirma. Pero antes, matiza, “hay que limpiar [de yihadistas] los pueblos de los alrededores”, para poder garantizar la seguridad de Kobane.
Aunque situada en un paso fronterizo, la importancia estratégica de Kobane es muy relativa, dado que el EI controla varios cientos de kilómetros de la frontera entre Siria y Turquía. La trascendencia de la victoria kurda es sin embargo muy significativa dado el carácter simbólico de la lucha, como muestra que el EI haya empleado en ella a algunos de sus mejores combatientes, muchos de ellos extranjeros e incluso veteranos de guerras como la de Chechenia.
El aura de invencibilidad de la que gozaba el EI se ha diluido e incluso hay informaciones que hablan de decenas de yihadistas abandonando la organización de Abu Bakr al Baghdadi. “Es la primera batalla en la que el EI es derrotado por una fuerza más pequeña y mucho peor armada”, sostiene Nassan. “Además toda la comunidad internacional nos ha apoyado, por lo que esperamos que Turquía (país al que se acusa de hacer la vista gorda ante las actividades del EI) nos ayude más. Esta es una batalla de la humanidad contra el terrorismo”.
La victoria en Kobane ha sido celebrada en Irán, Irak y Turquía, pues la lucha ha reforzado la unidad entre los kurdos, un pueblo dividido no sólo por fronteras trazadas hace un siglo, sino también por rencillas internas entre sus organizaciones. “El martirio en un mismo día de Zeravan (el único peshmerga muerto en la defensa de Kobane) y Nechirvan (un guerrillero kurdo-sirio caído luchando al este de Mosul) es el símbolo de la hermandad, unidad y unanimidad de la nación kurda”, dijo el pasado domingo el presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani. El hecho de que los kurdos se hayan mostrado como una de las fuerzas de combate más decisivas en la lucha contra el Estado Islámico ha espoleado sus demandas, y ahora exigen para Siria un modelo federal similar al iraquí, que les permita conservar su autonomía conquistada en la guerra.
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