Un viaje papal a golpe de titular
La visita de Bergoglio a Filipinas deja un puñado de declaraciones sorprendentes
Filipinas es el país con más católicos de Asia y ha sido el escenario de la mayor concentración de declaraciones sorprendentes del papa Francisco desde que asumió la cabeza de la Iglesia. De hecho, Jorge Mario Bergoglio ha ido a titular por día en su viaje a este país y a Sri Lanka, a cada cuál más llamativo.
Las primeras y más polémicas declaraciones, por el fondo y la forma, se produjeron ya de camino, al referirse a los atentados de París durante el vuelo entre Sri Lanka y Filipinas. “Si el doctor Gasbarri [organizador de los viajes papales] dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!”, dijo el Papa pasado día 16, lo que sonó a justificación de la violencia yihadista ante las viñetas de Charlie Hebdo al tiempo que condenaba, en un difícil equilibrio, los actos de Al Qaeda —“matar en nombre de Dios es una aberración”—.
“No se puede provocar”, remachó el Papa, “no se puede insultar la fe de los demás. No puede uno burlarse de la fe. No se puede”. Según declaró Francisco, la libertad de expresión “tiene un límite”, lo que lo situó del lado de los que afirman no ser Charlie Hebdo.
Nada más llegar, después de asistir a la recepción de bienvenida en el palacio presidencial de Malacang, se saltó la agenda oficial de la visita y acudió por sorpresa a un hogar de niños de la calle en Filipinas. Allí, Glyzelle Palomar, una niña de la calle de 12 años, dio en el clavo al interrogar al Papa, entre lágrimas, sobre una de las grandes contradicciones de la religión católica, por qué si Dios es amor y todo lo puede "permite" que personas como ella sufran. “Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, víctimas de muchas cosas terribles como la droga o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas, aunque no sea culpa de los niños? ¿Por qué son tan pocos los que nos vienen a ayudar?”. El Papa la abrazó y admitió haberse quedado sin palabras: “Has hecho la única pregunta que no tiene respuesta”.
En un acto posterior ante jóvenes en la Universidad Santo Tomás de Manila, el Papa se saltó el guión para añadir al respecto unas improvisadas palabras de una hondura y belleza infinitas: “Y no le alcanzaron [a Glyzelle Palomar] las palabras y tuvo que decirlas con lágrimas. Solo cuando seamos capaces de llorar sobre las cosas que has dicho seremos capaces de responder a su pregunta: ¿por qué los niños sufren? Al mundo de hoy le falta la capacidad de llorar. Lloran los marginados, los que han sido dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar. Y hay ciertas realidades de la vida que solo se ven con los ojos limpios por las lágrimas”. "Aprended a llorar", exhortó a los jóvenes, a quienes aseguró que quien no aprende a llorar no es un buen cristiano.
En este mismo acto, apareció el Papa feminista: lamentó la "demasiado poca" presencia de mujeres en la ceremonia y aseguró que "las mujeres tienen mucho que decirnos" pero la sociedad machista no les deja espacio. También ante estos jóvenes, un Papa ecologista habló del cambio climático y advirtió de que todo aquel que contribuya a destruir la naturaleza está "traicionando" a Dios.
"Como administradores de la creación, estamos llamados a hacer de la Tierra un bello jardín para la familia humana. Cuando destruimos nuestros bosques, devastamos nuestro suelo y contaminamos nuestros mares, traicionamos esta noble llamada", sostuvo Francisco, que de camino a Filipinas ya había anunciado que publicará su primera encíclica, en la que hablará precisamente de medioambiente, en junio o julio, para que se difunda antes de la cumbre sobre el clima de París. Al respecto, el Papa admitió no saber si el cambio climático es todo "culpa del hombre", extremo que muchos —incluido el cuñado de Rajoy— niegan, pero "el hombre es el que agrede continuamente a la naturaleza".
Ya de regreso, el día 19, el Papa matizó sus palabras sobre la matanza de París y dio otro titularazo acerca de la “paternidad responsable”, que habrá escocido especialmente a ciertos sectores de la Iglesia y que reabre el eterno debate entorno al uso de métodos anticonceptivos entre los católicos. "Algunos creen, perdonad la expresión, que para ser bueno y católico tenemos que ser como conejos". Y a continuación explicó que los técnicos aconsejan que la media “sea tres por familia” para mantener la población. De un plumazo, el Papa puso en entredicho el principio de poned la otra mejilla y el de creced y reproducíos.
El viaje ha sido fecundo no solo titulares, también en imágenes muy significativas, como la del Papa cobijado bajo un humilde chubasquero amarillo, igual al que se repartió a la multitud de fieles que acudieron a la misa en el centro de Manila. Y en cifras: en su despedida, el papa ofició una misa que hizo honor a la palabra multitudinaria. Entre seis y siete millones de personas —sí, millones, no miles— acudieron a escucharle. Este oficio batió la marca de público asistente a un acto en la historia de viajes pontificios, que ostentaba Juan Pablo II. El Papa polaco logró reunir en el mismo lugar a unos cinco millones de personas en 1995.
Un último apunte, esta vez lingüístico: el papa Francisco, al que los filipinos han apodado Lolo Kiko (Abuelo Kiko), eligió hablar en algunos momentos en español para poder improvisar respecto al discurso preparado. "Me van a disculpar, tengo otra cosa que decir y voy a cambiar de idioma porque mi inglés es terrible. Así que hablaré en español", dijo durante un encuentro que mantuvo con familias en Manila.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.