Bélgica, cuna del yihadismo europeo
El país presenta el mayor número de combatientes en función de la población
La fuerte presencia policial y las alambradas en pleno centro de Bruselas alteran estos días la normalidad que siempre ha exhibido Bélgica, un país escasamente preocupado por su seguridad, en el que el acceso a edificios públicos resulta mucho más sencillo que en otros territorios. El fenómeno yihadista, que golpea a este Estado con más virulencia que al resto, está cambiando a marchas forzadas la reputación de abierto y multicultural que el país se ha labrado durante años.
46 miembros de un grupo ya disuelto están pendientes de resolución judicial
Bélgica padece de manera especial el yihadismo autóctono, el que practican jóvenes nacidos y crecidos en sus fronteras. Las autoridades tienen contabilizados a 330 combatientes extranjeros que en algún momento han viajado a Siria o Irak para unirse a los grupos islamistas suníes más radicales, el Estado Islámico entre ellos. Con 11,2 millones de habitantes, el peso de estos ciudadanos respecto al resto de la población supera el de cualquier socio comunitario.
“Actualmente la lista de problemáticos es mayor, de unas 800 o 900 personas que están fichadas por la policía, aunque no todos hayan ido a combatir”, abunda Didier Leroy, investigador de la École Royale Militaire —un centro universitario belga de estudios militares— y de la Universidad Libre de Bruselas. Este experto elabora su recuento a partir de los datos que le proporcionan las fuerzas de seguridad, con las que asegura permanecer en contacto. Y se pregunta si esas cifras más abultadas que en otros Estados —Francia suma al menos 1.200 yihadistas, pero con una población de 66 millones— obedecerá más a la diligencia mostrada por las fuerzas de seguridad que a la magnitud real del fenómeno.
Sin juzgar la eficacia de las prácticas policiales en Bélgica, el país ha sido en los últimos años el principal foco de yihadismo articulado. La potente organización Sharia4Belgium, disuelta hace dos años, afronta el primer macroproceso judicial contra el yihadismo en Europa —y el mayor proceso terrorista iniciado nunca en Bélgica, según la policía. Hasta 46 de sus miembros están acusados de integrar una organización terrorista a la que se le atribuye la captación de decenas de ciudadanos belgas para luchar en Siria o Irak.
El 20% de los jóvenes radicales son nuevos conversos al islam
Estos focos de radicalización anidan en los barrios y municipios donde la inmigración de población musulmana está fuertemente concentrada. Alrededor del 6% de los belgas son de origen musulmán (si se toma a toda la población inmigrante, el porcentaje sube al 10%). La mayor parte de ese colectivo está integrado, pero una pequeña parte ha abrazado el extremismo o corre el riesgo de hacerlo. Son generalmente inmigrantes de segunda o tercera generación, con problemas de identidad agravados al confluir otros factores. “En los casos más problemáticos, suelen ser perfiles que han tenido una infancia difícil o violenta. Presentan frustraciones o sentimientos de injusticia alimentados por la actualidad internacional”, explica Leroy, que cita la guerra siria y la participación de Bélgica en la coalición de países que combaten al Estado Islámico como desencadenantes de esa radicalización.
En el 80% de las ocasiones, los jóvenes extremistas proceden de la comunidad más numerosa en Bélgica, la marroquí, y han vivido el islam en casa. Pero un preocupante 20% se ha sometido a lo que Leroy define como reislamización: un proceso de conversión ajeno a la familia y a los canales religiosos oficiales que se nutre de propaganda por Internet.
Un 6% de los 11 millones de habitantes tiene origen musulmán
Los principales afectados por el fenómeno son los más de 600.000 musulmanes con los que cuenta el país —420.000 de origen marroquí—, según las cifras oficiales que se divulgaron el año pasado con motivo del 50º aniversario del acuerdo bilateral con Marruecos que favoreció la gran diáspora desde ese país hacia Bélgica. En Bruselas, esa comunidad se agrupa en los distritos de Molenbeek —donde la policía realizó redadas el jueves por la noche en busca de presuntos yihadistas—, Anderlecht y Schaerbeek. Fuera de la capital, los municipios de Amberes, Vilvoorde y Verviers —la escena del asalto policial que se saldó con dos presuntos terroristas muertos— presentan importantes núcleos musulmanes.
Conscientes de los riesgos de estigmatización que provoca la proliferación de yihadistas, las comunidades musulmanas cooperan en los programas de desradicalización que fomentan las autoridades belgas desde hace años y que reciben financiación de la UE. El Gobierno federal fue el primero en dar la voz de alarma a sus socios comunitarios hace un par de años para fomentar una cooperación intergubernamental que los acontecimientos han precipitado.
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