China reaviva el tramo europeo de la Ruta de la Seda
Pekín financia un corredor comercial entre el este del continente y Grecia
China quiere sumar un tramo a su nueva Ruta de la Seda, un ambicioso proyecto para enlazar su territorio con Europa mediante infraestructuras y transportes. El objetivo es crear un corredor que comunique el puerto ateniense del Pireo —donde la empresa china Cosco tiene ya una concesión de 35 años— con Europa Central, según la propuesta del primer ministro chino, Li Keqiang, al foro China-Europa Central y del Este (ECE), que se celebra entre ayer y hoy en Belgrado con 17 países.
La línea de tren de alta velocidad Belgrado-Budapest, prevista para 2017, es el eje del plan. La firma del acuerdo entre Li y los primeros ministros de Hungría y Serbia, Viktor Orban y Aleksandar Vucic, constituye el broche de oro del foro para Pekín: es la primera línea de alta velocidad que China construirá en Europa.
Li en un artículo que publica la agencia serbia Tanjug, canta las virtudes de la nueva Ruta de la Seda: "Basada en el puerto del Pireo y la línea Belgrado-Budapest, podría ser una línea rápida mar-tierra entre China y Europa. Mejorará la conectividad regional, impulsará el desarrollo de los países a lo largo de la ruta y proporcionará un acceso cómodo a las exportaciones de China a Europa, y viceversa. Invitamos a la participación de más países de la ECE para mejorar la red".
La línea férrea Belgrado-Budapest, prevista para 2017, es el eje del proyecto
China está dispuesta a aportar 8.000 millones de euros en créditos para infraestructuras. Aunque el proyecto incumbe a toda la región, Serbia y Hungría se llevan la parte del león. Los lazos históricos con Belgrado son excelentes, y en Hungría —además de que geográficamente está en un punto clave— se produce una feliz coincidencia: en el momento en que Budapest abre los brazos hacia el Este (con sus polémicos lazos con Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas), China lo hace hacia Occidente. Por eso Hungría atrae la mayor inversión china en la zona. El ministro de Exteriores magiar, Peter Szijjártó, la cifra en 2.800 millones de euros.
En general, el intercambio con la región ha crecido en los últimos años, pero Pekín considera que aún se encuentra por debajo de su potencial. Los chinos prometen que no quieren inundar de sus productos el este de Europa, e intentan tranquilizar a los países con datos como que desde enero las exportaciones de la región a China han superado en un 5% a las importaciones. El plan de Pekín pasa por invertir en infraestructuras, transporte y energía, grandes complejos industriales y, de paso, comprar alimentos de la agricultura y la ganadería europea (interés del trato para países como Bulgaria o Macedonia). La relación comercial con la zona, según el ministro de Comercio chino, Gao Hucheng, podría rondar los 48.000 millones de euros este año, y Pekín quiere alcanzar los 90.000 millones en 2018.
El 80% del comercio del gigante asiático con Europa llega por mar. De ahí el interés chino por potenciar puertos como los del Adriático en Croacia y Albania, pero también la necesidad de diversificar y mejorar las conexiones terrestres. Casi todos los trenes hacia Europa pasan por Polonia, lo que ha convertido el país en un rentable nudo logístico. Varsovia espera además aumentar sus exportaciones a China para aliviar el bloqueo comercial que ha impuesto Rusia en su forcejeo con la UE por la guerra en Ucrania.
El país asiático se acerca a Estados con regulaciones menos estrictas que la UE
El desarrollo de una red de conexiones terrestres a través de los Balcanes entre Grecia y Europa Central es fundamental para China. No sólo le permite alargar más allá del Pireo el alcance de su proyectada Ruta de la Seda Marítima (el segundo brazo, la Ruta de la Seda Terrestre, atraviesa Asia Central hasta Turquía y, desde ahí, Moscú y el norte de Europa). También le permite desarrollar lazos con una serie de países que, aunque le abren la puerta hacia la UE, no son países miembros y, por tanto, no aplican las estrictas regulaciones de Bruselas.
China ya ha firmado un acuerdo para modernizar la principal planta generadora de energía en Serbia por 1.250 millones de euros. Durante su visita a Belgrado, que continuará hasta el jueves, Li inaugurará un puente de 1,5 kilómetros y de construcción china, sobre el Danubio. En Bosnia, Pekín ya participa en dos proyectos de construcción de plantas eléctricas y ha suscrito un preacuerdo para la construcción de una autovía que comunique el país con la costa croata. Y en Montenegro ha acordado un crédito de 800 millones de euros para la construcción de una autopista que enlace el puerto de Bar con Serbia.
Las relaciones con China pueden ser un maná para la región, pero obligan a complejas contorsiones entre la UE y Pekín. El presidente checo, Milos Zeman, visitó China el mes pasado, tras las protestas de Hong Kong, y evitó comentar el tema, declarando que no estaba allí para dar lecciones sobre derechos humanos sino, entre otras cosas, para "aprender cómo estabilizar una sociedad". Los checos saben que es mejor evitar ciertos temas. Pueden aprender de la experiencia de Estonia, el único lunar en este foro entre China y el este de Europa. El mercado chino está cerrado para las empresas estonias desde que el presidente del país báltico recibió en 2011 al Dalai Lama.
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